Los sobrevivientes que batallan contra el olvido
Entre agosto y octubre de 1992, la Comisión de la Verdad recopiló 427 denuncias que abren la puerta a información desconocida de la guerra civil salvadoreña. En las denuncias, hasta ahora inéditas, se narran masacres perpetradas por el Ejército que acabaron con la vida de cientos de personas en San Vicente y Morazán. Sus tierras y senderos cubren los restos de las víctimas, mientras los rostros de los sobrevivientes batallan contra el tiempo para perpetuar la memoria.

María Orbelina Figueroa, de 76 años de edad, escapó con toda su familia de varias masacres del sector de San Francisco Angulo, en Tecoluca, a mediados de 1981. Huyendo, llegaron ilesos al Llano de la Raya, lugar donde otra masacre ocurriría y en la cual fue asesinada la mitad de su familia. Orbelina sobrevivió tras huir con su hija y esconderse de los soldados que disparaban a toda la gente del lugar. De sus seis hijos, tres se salvaron, pero los tres que huyeron con su padre, murieron. Orbelina lamenta no haber podido enterrar a sus seres queridos. "Los animales, los zopes, se los comieron", cuenta. Foto / Félix Amaya

Las hermanas Teresa de Jesús, Jacinta y María Parada caminan en los terrenos cercanos al Llano de la Raya en busca de un árbol de tecomasuche que marca el lugar donde fue sepultada su madre, Ángela, víctima de la masacre. Las hermanas Parada no visitaban el lugar desde febrero de 2003 ya que su avanzada edad y condición de salud les impedían acceder a la zona. Foto / Wendy Urbina

Jacinta Parada, de 71 años, posa junto a la cruz colocada en nombre de quienes murieron en la masacre del Llano de la Raya, en Tecoluca, San Vicente. Jacinta dice que perdió la cuenta de las masacres que sobrevivió. La zona en la que vivía era constantemente asediada por el Ejército. En el llano perdió a su madre Ángela del Rosario Parada y a su sobrino. Según las denuncias, en una decena de poblados las masacres fueron ocurriendo de manera simultánea en el transcurso de un año, entre julio de 1981 y junio de 1982 Foto / Félix Amaya

José Esteban Lopez Orantes perdió a su familia en 1982. Su mamá, papá, tres hermanas, tres hermanos y dos sobrinos fueron asesinados cerca de su milpa en la masacre del Llano de la Raya. Esteban se libró de la masacre porque tiempo antes había decidido alistarse en un campamento guerrillero de la zona, que llegó a ser llamado el ‘frente paracentral’ de las Fuerzas Populares de Liberación. Días antes se despidió de su familia, ajena al conflicto, sin saber que sería para siempre.  Esteban se enteró de la masacre por un ‘correo’, como le llamaban a las personas que llevaban mensajes entre poblados durante la guerra. José Esteban no pudo buscar y enterrar a su familia. “Cuentan que después pasaron y se veían los cráneos así de todo tamaño, chiquitos, grandes, como un pedrero ahí del llano”, comenta.  Foto / Félix Amaya

Medardo Mijango González, de 65 años de edad, presenció y sobrevivió la masacre de San Francisco Angulo en 1981, lugar donde murieron 45 personas, dos de ellas, sus parientes. Medardo no solo perdió a su familia en esta masacre, sino en otras que ocurrieron en la zona en los años 80. A la fecha, Medardo sigue recordando claramente con nombres, apellidos y edades a sus 17 familiares caídos durante el conflicto armado. Lo único que tiene de ellos vive en su memoria. Foto/Michael Huezo

Ana María Martínez de Rodriguez, de 81 años de edad, fue una de las sobrevivientes de la masacre de San Francisco Angulo. En este hecho murieron aproximadamente 45 personas, en su mayoría mujeres, niños y personas de la tercera edad, debido a que los hombres del cantón huyeron minutos antes tras conocer que eran buscados por el ejército al ser tachados como subversivos. Las mujeres de la zona fueron asesinadas en sus casas, mientras cuidaban a sus hijos o hacían trabajos domésticos. Foto / Michael Huezo

Luego de un acto conmemorativo, un grupo de sobrevivientes y familiares de las víctimas de la masacre del Llano de la Raya, en San Vicente, posan junto a la cruz colocada en el lugar. En ella se lee un mensaje escrito a mano: "Vivan los mártires del 19 de junio de 1982". Foto / Michael Huezo

Santos del Carmen Benítez, de 64 años de edad, es una de las sobrevivientes de la masacre de Nombre de Jesús, en el caserío Barrios, Morazán. La mañana del 18 de abril de 1982, Santos tenía 24 años, un embarazo de cinco meses y un hijo de 3 años que a las 6 de la mañana pedía tomar café. Santos fue a un pozo en busca de agua para prepararlo y en el camino pasó recogiendo mangos. Cuando regresó a su vivienda solo encontró a un grupo de guerrilleros quienes intervinieron mientras el ejército masacraba al caserío completo. Santos, ese día, perdió a su hijo, y a 16 familiares más, entre hermanos, padres, cuñadas y sobrinos. Foto / Wendy Urbina

Vicenta Saravia sobrevivió a la  "masacre de Nombre de Jesús", en Morazán. La mañana del 18 de abril de 1982, miembros del ejército lanzaron las primeras balas en la zona, las cuales acabaron con la vida de Anselmo Benítez, su esposo. En el hecho fueron asesinadas cerca de 60 personas. Foto / Wendy Urbina

Vicenta y sus hijos Pastor y Nelson Saravia, de 91, 70 y 50 años, son una familia que lleva 40 años bajo el peso de la masacre de Nombre de Jesús, en Morazán. Vicenta y sus hijos habitaban las últimas viviendas del caserío y lograron escapar de la muerte a manos de los soldados. Pastor fue herido en una pierna y Nelson, con solo 9 años, fue atrapado y posteriormente liberado gracias a un contraataque de la guerrilla en el que fue herido el soldado que le apuntaba a la cabeza. Foto / Wendy Urbina