Territorio, oportunidades y calidad de vida
Por Enrique Merlos
El territorio es concebido como un espacio físico-geográfico con características e identidad propia, en donde existen diversos actores, recursos naturales, modos de vida, formas de producción, patrones culturales, saberes, creencias, costumbres y estructuras de poder.
Desde esta columna de opinión analizaré periódicamente diversos temas que están vinculados al desarrollo territorial, con el objetivo de difundir información, promover el diálogo y motivar la articulación de aquellos actores que, con su trabajo, buscan generar oportunidades que contribuyan a mejorar las condiciones de vida de la población en los diferentes territorios. ¡Gracias a Focos por abrir este espacio!
El Desarrollo Territorial es un proceso de transformaciones políticas, económicas, sociales, ambientales, culturales e institucionales; necesarias para mejorar la calidad de vida de la población en forma equitativa y sostenible.
El Desarrollo Territorial se enmarca en las siguientes cuatro dimensiones que son: socio cultural, económica, político-institucional y ambiental. La dimensión socio cultural comprende el acceso y mejora de los servicios de salud, educación, vivienda, el combate de la desigualdad y la recuperación del patrimonio cultural para rescatar la identidad en el territorio.
La dimensión económica se refiere a la diversificación productiva, el incremento de la productividad y la innovación de la economía; el desarrollo de infraestructura y los servicios de apoyo a las MIPYMES, las iniciativas económicas y los emprendimientos; así como el financiamiento para el desarrollo de la economía en el territorio.
La dimensión político institucional implica promover la participación ciudadana, el fortalecimiento de los gobiernos locales, la coordinación con instituciones públicas, el sector privado, las ONG, la academia, la cooperación y otras instituciones de apoyo. Esta dimensión comprende también la creación de acuerdos, leyes y políticas públicas que contribuyan al desarrollo y gobernanza en el territorio.
La dimensión ambiental por su parte hace énfasis en la valorización del patrimonio natural como activos de desarrollo, el fomento de energías renovables, la protección y el uso eficiente de recursos como el agua y el suelo, el fomento de la producción ecológica, el consumo sostenible y la gestión de la vulnerabilidad ambiental del territorio.
De esta manera, la dimensión socio cultural fortalece la equidad, la dimensión económica fortalece la competitividad, la dimensión político institucional fortalece la gobernanza y la dimensión ambiental fortalece la sostenibilidad.
Un modelo óptimo de gobernanza y desarrollo territorial requiere la organización, el trabajo conjunto y la puesta en marcha de una visión compartida de desarrollo por parte de los actores del territorio; lo cual facilita la articulación y movilización de apoyos por parte de actores públicos y privados externos al territorio.
Para que un proceso de desarrollo territorial sea innovador y sostenible deben propiciarse cuatro características fundamentales: en primer lugar debe ser un proceso endógeno, que tenga a su base la construcción de acuerdos desde el territorio y plasmarlos en una hoja de ruta o un plan que tome en cuenta los desafíos y oportunidades internas y externas al territorio; debe ser integral, tomando en cuenta las diferentes dimensiones del desarrollo; además debe ser inclusivo y participativo, donde todas las personas, organizadas o no indistintamente de su condición social, cultural y religiosa tengan igual derecho a participar en la construcción del desarrollo de su territorio; y por último, debe ser sostenible y contar con una visión de largo plazo, pues el desarrollo territorial se construye a partir del establecimiento de procesos, no a partir de acciones o proyectos de corto plazo.
No hay territorio sin futuro, lo que tenemos son territorios sin proyecto, por lo que es responsabilidad de todas y todos trabajar juntos para ir creando oportunidades y proyectos que mejoren las condiciones de vida en nuestros territorios.
*Para esta columna de opinión se consultaron los aportes especializados de académicos como Francisco Albuquerque, Sergio Boisier, Pablo Costamagna y Enrique Gallicchio.
Es salvadoreño; tiene una Maestría en Ciencias Sociales, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Costa Rica en donde también cursó estudios de post-grado en Investigación del Desarrollo Económico Local. También cuenta con una licenciatura en Economía en la Universidad Centroamericana (UCA El Salvador).
Actualmente es el Secretario Técnico de la Red para el Desarrollo Territorial (Red DT) de El Salvador. También ha sido consultor para diferentes organismos internacionales como el BID, la Cooperación Japonesa, el Instituto Republicano Internacional, Cities Alliance y la cooperación Alemana (GIZ). Además, se desempeña como asesor de la Red de Asociaciones de Municipios de El Salvador, la Asociación Mundial para el Agua (GWP El Salvador), la Comunidad de Práctica para el Ordenamiento y Desarrollo Territorial en El Salvador, entre otros.