Acevedo: modelo económico de El Salvador se agotó desde mediados de los 90
El economista salvadoreño Carlos Acevedo concluyó que el modelo económico de El Salvador se agotó desde mediados de los años 90 y la dolarización, en 2001, solo vino a profundizar ese proceso.
Acevedo recientemente publicó el libro “Siglo XX – Visión Económica de El Salvador”, donde explica la relación de las dinámicas económicas con acontecimientos sociales y políticos ocurridos durante el último siglo.
Según el economista, al analizar los datos duros, sin importar el sesgo ideológico, se concluye que el modelo no ha funcionado.
“Independientemente del sesgo ideológico que uno pueda tener, cuando se analizan los datos duros, los desbalances fiscales, comerciales, poco crecimiento económico, fríamente uno dice ‘este modelo no ha funcionado’”, señaló en la entrevista ZOOM, de FOCOS.
“Los dos gobiernos de izquierda retomaron el modelo que prácticamente recibieron de ARENA”, añadió. Si uno sigue haciendo las mismas cosas, no puede esperar cosas diferentes”, sentenció.
Acevedo identificó las características del modelo económico que desarrolló el país durante el siglo XX. Una de ellas es el crecimiento económico sin equidad.
En la década de los 60 se encuentra una de las grandes paradojas del sistema socioeconómico de El Salvador, afirmó: “por un lado, altas tasas de crecimiento (…) y por otro lado, aumento de la desigualdad. Lo que falló es lo que en una nomenclatura más reciente se conoce como crecimiento con equidad, crecimiento inclusivo”.
El crecimiento económico registrado en la primera mitad de los 60, señaló, es el crecimiento quinquenal más alto registrado en 70 años de historia económica en El Salvador, indicó Acevedo. Pero la tasa de pobreza en la zona rural, por ejemplo, alcanzó el 85 %.
La falta de un crecimiento equitativo tuvo sus primeras secuelas en la migración de salvadoreños a Honduras y el posterior regreso de esa población profundizó los conflictos sociales que ya vivía El Salvador, explicó. “Los salvadoreños representaban (en Honduras) la tercera parte de la fuerza laboral en las bananeras y entre el 15 y el 20% de la fuerza laboral en Honduras. El regreso masivo de toda esa población intensificó la conflictividad social en el país», dijo.
A la inequidad en el crecimiento económico se sumaron hechos como el cierre de los espacios de participación política y los fraudes electorales ocurridos desde la participación del expresidente Arturo Molina, indicó Acevedo.
El fallido intento de una reforma agraria en los años 70, frenada por los sectores empresariales, abonó al clima de convulsión que se vivió en esa época. “La política económica, su efectividad, depende en gran medida de la correlación de fuerzas políticas y sociales, y si uno como economista no toma en cuenta la dimensión de economía política, cualquier receta política económica está destinada a fracasar”, señaló.
Acevedo indicó que, según estimaciones, la guerra civil salvadoreña provocó la pérdida de $1,500 millones en infraestructura. Además, citando datos del Banco Mundial, señaló que si no hubiera ocurrido el conflicto, el Producto Interno Bruto (PIB) del año 2000 habría sido el doble de lo alcanzado en ese mismo año.
Hacia mediados de los 90 inició el agotamiento de las tasas de crecimiento y esto se acompañó de otra característica del modelo económico salvadoreño: las deudas en materia social. El Salvador debería generar 100,000 nuevos empleos cada año, pero solo logra la tercera parte de eso, señaló, y esto explica por qué El Salvador tiene una de las diásporas más grandes del mundo.
La depredación ambiental es otra de las características, presente desde que se implementó el esquema agroexportador, que implementó prácticas agrícolas insostenibles, utilizando agroquímicos y sustancias contaminantes para producir azúcar y algodón. Añadió que el desarrollo urbano se ha dado en condiciones de precariedad en acceso a servicios básicos.
«El Salvador es un territorio de alto riesgo, por su ubicación geográfica, por sus características climáticas, la geomorfología, un territorio sísmico (…). Hay una vulnerabilidad ambiental y sobre esa vulnerabilidad natural se vienen los efectos de toda la actividad antrópica», dijo.