Hacia la transformación del Ministerio de Trabajo y Previsión Social
(Tomado de La Prensa Gráfica)
Por Alberto Arene
La semana dio inicio con la reactivación del Consejo Superior del Trabajo entre los sectores laboral, empresarial y gubernamental, convocada por el ministro de Trabajo y Previsión Social, Rolando Castro, presidida por el vicemandatario de la República, Félix Ulloa, con la presencia del presidente de la Asamblea Legislativa, Norman Quijano, de miembros prominentes del gabinete de gobierno, de presidentes de las gremiales empresariales y dirigentes del movimiento sindical, y de Roberto Ferreira, director adjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Como lo afirmó este último, «el diálogo social contribuye a la cohesión social y es esencial para que una economía sea productiva». Después de seis años de fractura en el diálogo social desde 2013, de señalamientos de la OIT por las violaciones al convenio internacional que obliga a consultas tripartitas, finalmente se logró celebrar esta importante reunión que forma parte del relanzamiento del Ministerio de Trabajo y Previsión Social con una de las agendas más complejas y sustantivas del gabinete de gobierno.
Esta agenda prioriza: 1. la reactivación y fortalecimiento del Consejo Superior del Trabajo; 2. la revisión y actualización del Salario Mínimo; 3. el respeto a la ley laboral en empresas, alcaldías e instituciones de gobierno; 4. la reforma del sistema de pensiones y seguridad social; 5. la gestión y ejecución de permisos laborales temporales en Estados Unidos; 6. la modernización de leyes y códigos laborales; 7. el fomento a la inversión y a la generación de empleo decente; 8. potenciar una nueva visión del rol de los trabajadores en el desarrollo y una nueva concepción y práctica de las organizaciones sindicales.
Estos son grandes temas relegados históricamente en el país. Cuando han sido abordados, lo han hecho otras instituciones de gobierno, organismos internacionales u organizaciones de la sociedad civil, pues este ministerio, a decir verdad, se ha ocupado marginalmente del trabajo y prácticamente nada de la previsión social. Históricamente ha sido un ministerio marginal, sin visión y agenda estratégica, con débiles capacidades técnico-profesionales y con gran sesgo a favor de los empresarios respecto a los trabajadores en los gobiernos de ARENA, y contra ambos en los gobiernos del FMLN.
Por esta evidencia histórica, me ha sorprendido este nuevo comienzo de una institución de enorme importancia para la transformación y el desarrollo económico y social de El Salvador donde se agotó el modo de desarrollo de las últimas tres décadas.
En efecto, el modelo de crecimiento liderado por las exportaciones diseñado por FUSADES bajo el liderazgo del Dr. Arnold Harberger, de la Escuela de Chicago, en los últimos años de la década del ochenta, se agotó progresivamente en sus tres décadas de ejecución, con resultados contrarios a los que se propuso: de altas tasas de crecimiento (5-6 % del PIB) pasó a bajas (3-4 % y 1-2 % del PIB), con altos déficits comerciales (18-20 % del PIB) hechos posibles y financiadas con remesas familiares del exterior que superan los $5,500 millones anuales, con altos déficits fiscales (3-4 % del PIB) financiados con una enorme deuda pública acumulada (71 % del PIB), 19 puntos la cual se origina en el déficit de pensiones que apenas cubre a una quinta parte de la fuerza laboral, con dos tercios de la población económicamente activa en el sector informal, un subempleo urbano del 31 %, y salarios mínimos con capacidad de compra equivalentes a los de tres décadas atrás.
En este contexto de agotamiento del «modo de desarrollo» y del imperativo de su transformación, un verdadero y renovado Ministerio del Trabajo y Previsión Social tiene un rol central a desempeñar. Esto conlleva transformar dicha institución fortaleciéndola técnica y profesionalmente, en su capacidad de impulsar el diálogo y la concertación social, y en su contribución a fomentar la formación técnica y profesional de los trabajadores para enfrentar los desafíos de la revolución 4.0, los incrementos sostenidos de productividad y su capacidad negociadora-concertadora para asegurar altas tasas de crecimiento con mucha mayor equidad.
Bajo semejante desafío observaremos la gestión del nuevo ministro que, pareciera, desea que su cartera de Estado pase de su histórica irrelevancia a desempeñar un rol central en el futuro desarrollo económico y social de El Salvador.