A 40 años del golpe de Estado y del fracaso de la 1ª y 2ª Junta de Gobierno (y III)
Mientras la guerrilla intensificaba su accionar y sus frentes de masas su actividad reivindicativa y confrontativa para derrotar «esta nueva maniobra del imperialismo», la represión del ejército y los cuerpos de seguridad y los asesinatos de los escuadrones de la muerte se profundizaron, en una espiral de violencia que superó las noches más oscuras de la década.
(Tomado de La Prensa Gráfica)
Los miembros civiles de la 1ª Junta de Gobierno y los integrantes de los partidos de la oposición no estábamos dispuestos a servir de fachada democrática de la creciente represión. Ni Mayorga, ni Ungo, ni el líder militar del golpe –René Guerra y Guerra– tenían ninguna autoridad sobre el ministro de Defensa, Guillermo García, y los directores de los cuerpos de seguridad. Y si el teniente coronel Majano tuvo alguna, nunca la ejerció ni fue contrapeso alguno del coronel Gutiérrez y su ministro de Defensa.
Mientras el malestar creciente se apoderaba del nuevo gobierno, la Administración Carter concluía en la necesidad de impulsar en El Salvador «una guerra limpia de contrainsurgencia» que combinara reformas con represión, apoyando una alianza entre el ejército y la fracción del Partido Demócrata Cristiano encabezado por José Napoleón Duarte, su líder histórico. Su participación le daría mayor legitimidad nacional e internacional al gobierno, particularmente en Washington donde era imperativo reanudar la ayuda militar a El Salvador suspendida por graves violaciones a los derechos humanos.
En una reunión el 27 de diciembre de 1979, Mayorga Quiroz y Ungo, y los miembros civiles del gobierno, plantearon un ultimátum al ejército para frenar la represión, mientras miembros de la Juventud Militar esperaban que dicho «encontronazo» posibilitara cambiar al coronel García de ministro de Defensa y a los directores de los cuerpos de seguridad, retomando la filosofía y la estrategia original de los líderes del golpe. El acuerdo en gestación, entre el ejército y el Partido Demócrata Cristiano, para conformar una 2ª Junta de Gobierno –no conocido aún–, quitó presión al ultimátum, expresada, entre otros, en la recordada intervención del coronel Vides Casanova al gabinete de gobierno, diciéndoles que era el ejército que los había nombrado, y que si no se plegaban a la política que estaba implementando el Alto Mando, serían despedidos. Una 2ª reunión el 2 de enero fue convocada por Monseñor Romero para intentar salvar el gobierno, fracasando. Ese día y los subsiguientes renunciaron Mayorga y Ungo y la mayor parte del gabinete. El 9 de enero de 1980 se conformó la 2ª Junta de Gobierno, integrada por los demócrata cristianos Héctor Dada Hirezi y Antonio Morales Ehrlich, y por José Ramón Ávalos, un médico poco conocido, regresando varios miembros del gabinete y de las instituciones autónomas que integramos el primer gobierno.
Del Pacto entre la Fuerza Armada y el Partido Demócrata Cristiano se implementó la nacionalización de la banca y del comercio exterior, y la reforma agraria, pero desnaturalizándola al ejecutarla militarmente como parte de una estrategia contrainsurgente. El punto referente a los derechos humanos fue violado con la masificación de la represión, incluidos alcaldes y líderes diversos de la Democracia Cristiana. El 24 de febrero, un grupo paramilitar asesinó en su casa, en la fiesta de celebración de su cumpleaños, a Mario Zamora Rivas, procurador general de Pobres, uno de los principales líderes del partido que para entonces apoyaba la salida del partido del gobierno. Cuatro días después, recién logrado un acuerdo de desalojo de la sede de la Democracia Cristiana por un grupo armado vinculado al ERP, miembros de los cuerpos de seguridad entraron y los asesinaron.
Héctor Dada Hirezi renunció del Gobierno el 3 de marzo de 1980, y una semana después varios renunciamos del partido y del gobierno, integrándose José Napoleón Duarte a la 3ª Junta de Gobierno el 11 de marzo de 1980. El 24 de marzo asesinaron a Monseñor Romero, renunciando a continuación los ministros de Agricultura, Economía y Educación, miembros del liderazgo del Partido Demócrata Cristiano.
Con la Democracia Cristiana liderada por Duarte en el Gobierno impulsando las reformas, cambió completamente la narrativa de Washington en el Congreso y en la opinión pública. Se trataba «de un gobierno progresista impulsor de la democracia y las reformas atacado por los extremistas de derecha e izquierda que las adversaban». Una semana después del asesinato de Monseñor Romero, fue reanudada la ayuda militar a El Salvador, quedando enterrada la esperanza de aquel golpe de Estado para evitar la guerra, que nació muerto…