Amenazas y condiciones, el diálogo al estilo Bukele
El Presidente Nayib Bukele dejó claro ayer que la reapertura económica será a su manera o no será. La primera conferencia de prensa de Bukele en tiempos de Covid-19 fue un acto completamente inusual por su escenario, lejos del salón de usos múltiples del Museo David J. Guzmán, donde se han hecho la mayoría de conferencias del Ejecutivo durante la Pandemia.
Ayer, entre sacos de granos y trabajadores que hacían de extras, en una bodega de la Aduana de San Bartolo, Ilopango, el primer mandatario ocupó la mayor parte de su tiempo para atacar a sus adversarios en lugar de llamar al diálogo del que hablan sus funcionarios mientras el país se debate entre la crisis sanitaria y las dificultades económicas. Según él, propuso una solución consensuada con empresarios «importantes»y así condicionó la recuparación económica del país.
La convocatoria para los medios de comunicación apareció en redes sociales menos de una hora antes del inicio de la conferencia. Representó un reto de velocidad para los medios de comunicación que debían llegar hasta la zona franca de San Bartolo, frente al Aeropuerto de Ilopango. Aun así los periodistas acudieron en buen número y un par de las preguntas generaron una evidente incomodidad y molestia en el presidente.
El movimiento en la bodega cuatro de la zona franca era también fuera de lo común. Militares y gestores de tránsito guiaban a los que entraban, mientras el personal de prensa de Casa Presidencial no dejaba entrar a los periodistas a la zona de la conferencia hasta que todo «estuviera listo». Adentro habían sacos que aparentemente contenían granos básicos y de fondo un grupo de trabajadores y militares que esperaban de pie una señal para iniciar a trabajar.
Cuando Bukele apareció, cerca de las 8:00 de la noche, se escuchó un grito de «ahora» y tras él comenzaron a moverse los sacos y cajas. El presidente llegó a su pedestal. Tenía puesto una sudadera Polo negra y una camisa negra bajo ella. Mascarilla KN95 blanca y una gorra blanca, también Polo, hacia atrás. Era hora de la conferencia.
Frente a él, las cámaras y los micrófonos estaban atento de su primera reacción, sobre todo cuando horas antes la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) admitió una demanda de inconstitucionalidad contra el Decreto Ejecutivo 18 que extendía por un mes el estado de emergencia por 30 días y ordenó su suspensión, como medida cautelar, mientras analiza si es inconstitucional por suplantar funciones del legislativo.
«Hay un objetivo perverso, malévolo. Nos han quitado una facultad que por ley nos corresponde. Que precedente más nefasto el de la Sala que nos quita la facultad tan importante de poder decretar Estado de Emergencia en medio de la emergencia más grande que ha tenido el mundo en los últimos 100 años», fueron sus primeros señalamientos.
A un costado de él, pero más cerca de los medios que del presidente estaba Karim Bukele, su hermano. El mismo que unos días atrás había llegado a negociar a la Asamblea la prórroga del Estado de Emergencia. Escuchaba atento al presidente, pero también miraba de reojo al grupo de periodistas y más adelante en la conferencia sería clave durante la fase de preguntas y respuestas.
El mandatario siguió con su exposición y su ataque a la Sala de lo Constitucional y la Asamblea Legislativa, a quienes acusó de estar aliados para hundir a su gobierno. Para ese entonces Bukele se dio cuenta que la mascarilla que portaba dificultaba que se entendieran sus palabras y optó por quitársela. «El poder Legislativo y el poder Judicial quieren gobernar a punto de decreto y de sentencia, quitándole al Ejecutivo todas las facultades para combatir la pandemia», siguió.
Pero su ataque apenas empezaba. Después aseguró que la Asamblea, de la mano con la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), elaboraba su propio decreto de emergencia nacional que en realidad era «un decreto de reapertura económica disfrazado, porque lo que menos tienen ahí es un decreto económico, forzado por la ANEP, a la cual sí atendieron los diputados, pero no quisieron atender al gobierno».
El también se había reunido con empresarios, gente que según él, de verdad representaban a la industria salvadoreña. Y en sus redes sociales se publicaban nuevamente fotografías de esa reunión en Casa Presidencial:
Después de eso, de 20 minutos de monólogo, llegó el punto alto de la conferencia, las tres conclusiones para las que había convocado a la conferencia. La primera era que estaba dispuesto a acatar la resolución de la Sala de lo Constitucional que suspendía el Estado Emergencia declarado por Decreto Ejecutivo. Era una buena noticia, dado que sus últimas decisiones habían sido no obedecer las órdenes del Órgano Judicial.
El segundo anuncio fue que vetaría cualquier ley propuesta por la Asamblea porque la consideraba inconstitucional y porque venía salpicada con propuestas de la ANEP. Eso no tardó mucho en cumplirlo pues unas horas después, esta mañana anunció que no sancionaría a la Ley Especial y Transitoria para la Atención Integral de la Salud y la Reanudación de Labores en el Marco de la Pandemia Covid-19, que el Legislativo aprobó la noche ayer con 63 votos.
El anuncio estuvo acompañado además por una amenaza: no trasladará fondos a la Asamblea ni a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) debido a la limitante de fondos que le han dejado. «Haremos lo imposible, no pagando salarios de diputados y de funcionarios del sistema judicial, para pagarle a los empleados públicos», declaró.
Finalmente, dijo que presentará una propuesta para la reapertura económica escalonada a partir del 6 de junio pero con una condición: la Asamblea tenía que aprobar 15 días más de cuarentena estricta. «Nosotros le ofrecemos al empresariado una reapertura gradual, de acuerdo con los estudios del INCAE, a partir del 6 de junio, siempre y cuando la Asamblea apruebe una cuarentena estricta el jueves, para iniciarla el viernes y terminarla el 5 de junio».
Preguntas, enojos y respuestas
Pero a la conferencia todavía le faltaba la ronda de preguntas y respuestas, algo inusual en las presentaciones públicas de Bukele. No respondía directamente a la prensa desde enero y aunque las interrogantes fueron limitadas, hubo algunas que lo sacaron del aparente formalismo que había mantenido.
La primera fue cuando un periodista de Canal 33 preguntó por el cargo que posee en el gobierno su hermano Karim Bukele y si sus constantes apariciones en reuniones oficiales no se podían interpretar como actos de nepotismo, como cuando fue a la Asamblea a negociar en nombre del Ejecutivo.
«Mi hermano fue en calidad de representante del presidente de la República. Mi hermano pudiese estar tranquilo en otro lugar, pero ha estado en reuniones por semanas, incluso con el ex presidente de la ANEP, Luis Cardenal. Nepotismo no es. Y si a alguien no le gusta que se aguante. Ya en cuatro años podrá votar por otro», respondió molesto.
Luego Nelson Rauda, periodista de El Faro, le preguntó sobre su propuesta de reapertura y su decisión de desconocer al actual presidente de la ANEP, Javier Simán. Le insinuó si con la idea de reabrir la economía el 6 de junio no hacía una concesión a los empresarios, dado que en una cadena nacional anterior había dicho que no era el momento de abrir la economía.
Karim Bukele, que había estado cerca de los periodistas durante toda la conferencia, pidió papel y lapicero durante la intervención de Rauda y rápidamente le hizo llegar un mensaje al presidente. Quien después de hacer una pausa para leerlo volvió exaltado al contraataque.
«Esta persona (Javier Simán) quien es familiar de quien fundó tu periódico (…) de hecho ustedes publicaron una nota sobre Fusades que tuvieron que bajar porque hacía referencia al hermano de él, que había desviado millones de dólares a un off-shore en el extranjero… ustedes le tuvieron que pedir disculpas… Este personaje, de quien todo mundo reconoce sus aspiraciones políticas, no representa a los empresarios», declaró airado.
Minutos después la parte de la entrevista en la que el presidente le respondía al periodista ya se habían vuelto viral en redes sociales, aunque de forma editada, sin el contexto total de la pregunta y colocando a Bukele como un héroe que había humillado a un comunicador al que, lamentablemente, no le respondió nunca el fondo de su pregunta.
Esa fue su última intervención antes de terminar la conferencia y marcharse en la caravana presidencial. A su salida los medios de comunicación comenzaron a desmontar su equipo y salir también de la bodega, mientras los trabajadores al fondo también paraban su actividad. Los militares salieron de la zona franca en fila y los sacos volvían a quedar solos a la espera que, tal como afirmó Bukele, lleguen a las familias que lo necesitan.