Editorial: Bukele actúa como los mismos de siempre ante la corrupción
El presidente que nos ofreció un cambio, el que nos ofreció combatir la corrupción propia y ajena, el de las Nuevas Ideas, ha decidido hacer lo que los mismos de siempre hicieron: intentar tapar el sol con un dedo.
Hoy, cuando ante sus narices tiene una lista de funcionarios con indicios de corrupción por apropiación de fondos públicos para beneficio personal, lavado de dinero, ofrecer sobornos y desmantelar las instituciones democráticas, el presidente Bukele ha preferido silenciar el ruido.
Al presidente le importa más mantener una imagen idealizada de su gobierno que impulsar una investigación independiente sobre lo que huele mal ahí dentro.
Sistemáticamente, la administración Bukele ha preferido sacar del camino toda crítica y control a su gestión, incluido el combate a la corrupción. Lo hizo con la Cicíes, al expulsarla del país a través de la Fiscalía, lo hizo a través de la Asamblea que domina, al destituir arbitrariamente a cinco magistrados de la Sala de lo Constitucional y al fiscal general de la República e imponer a funcionarios de su simpatía, también lo hizo, cuando redefinió paulatinamente un Instituto de Acceso a la Información Pública a una entidad manipulable y de espaldas a los ciudadanos.
Un gobierno que no ejecuta de manera transparente la ayuda internacional, ni los recursos públicos nacionales que llegan de nuestros impuestos, es una gestión fracasada, es un pueblo desatendido del Estado, sin infraestructura adecuada en salud, educación y sin políticas de protección social. Porque lo que debería destinarse a garantizar estos derechos se desvía para otros fines, hasta ahora, inciertos.
¡Y qué ironía, en El Salvador esto no es motivo de preocupación! La administración Bukele ha decidido ignorar las alarmas rojas que le son enviadas desde los Estados Unidos, y que le indican que dentro de su círculo de funcionarios hay personas que deben ser investigadas.
Desde la publicación del Informe sobre actores corruptos y antidemocráticos de funcionarios, conocida como la “Lista Engel”, el pasado 1° de julio, el gobierno Bukele ha emprendido una serie de mensajes orientados a desacreditar los hallazgos del Departamento de Estado y lejos de destituir funcionarios y solicitar una investigación independiente, el fiscal ha preferido no proceder y concentrarse en otros asuntos que considera “más importantes”.
Este gobierno se parece mucho a los anteriores. Está dispuesto a combatir la corrupción de los otros, pero no a cuestionar las estructuras criminales que lastran su gestión y que lo convierte en lo que tanto odiaba.
Nada ha cambiado en El Salvador. Estamos sumergidos en la impunidad, no solo es la corrupción, son los feminicidios, son las y los desaparecidos, son las víctimas de la guerra, y ante un Estado capturado por los intereses de una sola persona, de un solo proyecto político, esa historia no parece estar cambiando.