De Washington a Pekín, dejando de jugar pispisigaña…
(Tomado de La Prensa Gráfica)
Buena parte del país no parece todavía haber caido en la cuenta que el Presidente Bukele recibió un país liderando el homicidio, la postración y el endeudamiento económico en Latinoamérica, entrampado social y políticamente, con pocas alternativas para salir del entrampamiento perfecto de un esquema económico y social fallido expulsor de nuestra gente al exterior, con enormes espectativas de millones de creyentes que esta vez, si ha llegado el cambio. Hacerlo conlleva hacer cosas extraordinarias, transformando -literalmente- el modelo económico y social, dejando finalmente de jugar pispisigaña …
Después que el joven presidente Bukele sedujo a Washington con bienvenidas de Trump y visitas del Secretario de Estado, del Fiscal General y de la líder de los demócratas en el Congreso acompañada de los jefes de la Casa de Representantes, la ayuda recibida no tiene todavía comparación con la contribución salvadoreña a detener la migración ilegal (-80%), ni con las espectativas creadas por la Casa Blanca sobre el nuevo presidente salvadoreño, ni con las enormes necesidades del Estado salvadoreño, ni con los tiempos cortos de Bukele para capitalizar resultados frente a la próxima contienda legislativa donde se propone una victoria apabullante que le permita controlar el congreso. La perspectiva del «impeachment» y de su reelección tienen demasiado absorbidos a Trump y a su gobierno, mientras Bukele quiere ver resultados concretos en poco tiempo que pueda capitalizar política y electoralmente.
La excesiva y publicitada reacción de Washington a la ruptura de relaciones diplomáticas de El Salvador con Taiwán, y a su apertura con China, hizo que el presidente Xi Jinping descubriera al pequeño El Salvador, preguntándose ¿porque semejante reacción del poderoso Washington, con un pequeño país de su patio trasero? Así, gracias a Washington, subieron exponencialmente las acciones de nuestro país en Pekín, fluctuando en la incertidumbre por las declaraciones del presidente electo introduciendo dudas sobre dicha relación, ante el deleite de Washington y de algunos exponentes del empresariado y de la derecha salvadoreña.
En el primer año de relaciones, la diligente y efectiva embajadora invitó a centenares de periodistas, políticos, empresarios e influyentes ciudadanos a visitar China con todos los gastos pagados, mientras el presidente Bukele después de tomar posesión inició una comunicación discreta y cautelosa con su gobierno, subiendo aún mas sus acciones en Pekín ante la perspectiva de una invitación del presidente Xi. Así planificaron cuidadosa y discretamente en ambas capitales la visita del presidente, mientras Washington escogía y enviaba a su nuevo embajador miembro de la comunidad de inteligencia, para enfrentar mejor el peligro de la entrada y expansión de China a Centroamérica por El Salvador.
Al anunciarse la visita del Presidente a China, el Secretario de Estado, Mike Pompeo, reaccionó anunciando que «Les hemos devuelto la asistencia extranjera …En el mismo sentido de respeto, les hemos dicho a nuestros amigos que las actividades depredadoras chinas pueden llevarlos a acuerdos que parecen atractivos pero que al final son malos para su gente…, (pero)… Trabajaremos con ellos para fortalecer sus sistemas, para fortalecer la transparencia, para ayudarlos a comprender las amenazas que enfrenta su país de hacer negocios donde los chinos les prestan dinero y luego excluyen activos importantes dentro de su país. Eso es respeto. Dejamos que cada líder tome sus propias decisiones, pero hacemos nuestro trabajo para ayudar a apoyarlos». A continuación el presidente Bukele reaccionó en twiter: «Nuestra relación con Estados Unidos en su mejor momento».
De la misma manera como lo hizo visitando México antes de Washington, el presidente Bukele visitó Japón antes que China, denunciando desde allí el armamentismo nuclear de Korea del Norte, ganándose las simpatías de Japón, Corea del Sur y del mismo Washington prolongadamente callado con su fallida política de diálogo y encuentros con Kim Jong Un.
Comprometido desde hace cinco décadas con el desarrollo de El Salvador, Tokio recibió al presidente Bukele con los brazos abiertos, relanzando la relación con Japón después de nuestra considerable dejadez, falta de preparación y aprovechamiento de una de las mas importantes relaciones de cooperación de El Salvador con los países desarrollados.
Y así llegó a Pekin donde fue recibido por el premier chino como Jefe de Estado de una gran nación, resultante en donaciones útiles de montos considerables, además de apoyos potenciales diversos que, espero, conoceremos próximamente.
Riezgos diversos existen que deben minimizarse con un parlamento atento y centrado, con una prensa libre que investigue y una ciudadanía defensora de nuestra soberanía, nuestra democracia y nuestro medioambiente. Pero mayor es el riesgo de prolongar el mismo esquema fallido y la irrelevancia.
No está en juego la relación diplomática, de inteligencia y seguridad con Estados Unidos, ni tampoco la relación económica y comercial con nuestro principal aliado estratégico. El Salvador necesita de poderes superiores que ayuden -literalmente- a levantarlo. Ojalá China, además de sus valiosos regalos que agradecemos, fomente las inversiones a y exportaciones de El Salvador, y que Washington haga mucho más después del gran recibimiento chino. ¿Y la compra de nuestra deuda pública en condiciones mucho más favorables? China, Catar o ambos? Esto es ¡dejar de jugar pispisigaña!