Día de Difuntos en pandemia: Familiares de víctimas del COVID-19 enfrentan duelo restringidos por medidas sanitarias
Las familias de víctimas de COVID-19 cuyos restos descansan en el cementerio público La Bermeja, en San Salvador, revivieron este 2 de noviembre el dolor de no poder acercarse a las tumbas de sus familiares fallecidos. Además de no haber realizado funerales, por los protocolos de bioseguridad que limitan los aforos de personas, este Día de los Difuntos tampoco pudieron poner las ofrendas florales con sus propias manos.
El protocolo emitido por la Alcaldía de San Salvador para esa fecha obligó a los dolientes a esperar tras una baranda, mientras empleados de la comuna, vestidos en trajes de bioseguridad, ubicaban las tumbas y dejaban las flores de las familias.
Esta medida provocó reacciones en redes sociales de algunos médicos, quienes señalaron que esos protocolos de bioseguridad no están respaldados por evidencia científica.
“No existe ningún riesgo conocido relacionado con estar en la misma habitación (velorio) con el cuerpo de una persona fallecida por COVID-19 (confirmado/sospechoso) después de que este haya sido preparado y colocado dentro de un ataúd cerrado y si el cuerpo no se toca”, afirmó el epidemiólogo Wilfrido Clara.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) tampoco considera necesario prohibir la celebración de funerales de personas fallecidas por COVID-19, siempre que se mantengan medidas como no tocar el cuerpo directamente, mantener el distanciamiento entre las personas y practicar el lavado de manos constante.
La importancia de los ritos
Marco Rodríguez, psicólogo con experiencia en el tratamiento de familias dolientes, señala que los ritos mortuorios son importantes para poder vivir un proceso de duelo adecuado.
“Perder a un ser querido es una ruptura interior también. Es decir que algo de nosotros muere con la persona que se ha ido”, explica. En ese sentido, los ritos son importantes porque generan un ambiente de apoyo social para los dolientes, un elemento necesario para sobrellevar esa ruptura.
Además, los ritos nos permiten enfrentar y aceptar la realidad de la pérdida, así como expresar el dolor emocional.
“Aunque suene extraño, tenemos que enfrentar la irreversibilidad de la muerte. Ver el cuerpo de la persona fallecida, presenciar el entierro, ayudan a hacer conciencia de que lo que ha pasado es verdad”, dice Rodríguez.
Enfrentar esa realidad puede ser doloroso, señala el psicólogo, pero expresar esos sentimientos también es parte de la superación de la pérdida. “El dolor nos ayuda a transformarnos y a volvernos más resilientes”, explica.
El duelo, vivido de manera adecuada, ayuda a cerrar ciclos y aprender a seguir con nuestras vidas en ausencia de nuestros seres queridos. Rodríguez cree que, pese a las restricciones de la pandemia, las familias dolientes aún pueden encontrar la manera de sobrellevar este proceso de forma sana.
“Por buena fortuna los seres humanos tenemos gran capacidad de adaptación y podemos sustituir algunos rituales por otros más íntimos. Se puede hacer una reunión virtual, construir un altar, podemos hacer una fan page de nuestro ser querido para que los amigos y familiares manifiesten sus condolencias ahí. Cualquier tipo de rito que dé tranquilidad y un sentido de cierre a la familia”, aconseja.