El sistema de salud está enfermo, debemos curarlo

“¡El sistema de salud está enfermo, queremos curarlo!”. Entre septiembre de 2002 y julio de 2003, esa fue una de las frases que el Colegio Médico acuñó durante la huelga médica que, apoyada por la población salvadoreña,impidió la privatización del sistema de salud impulsada por el expresidente Francisco Flores.

Por Iván Solano Leiva

Han pasado un poco más de 20 años de ese evento histórico, pero nuestro sistema de salud continúa enfermo y debemos curarlo. Usted, estimado lector, se preguntará en qué fundamento mi afirmación, por lo que en las siguientes líneas pasaré a explicarle. 

Tenemos un sistema fragmentado e ineficiente, que no es capaz de resolver los problemas de salud de nuestra población. Una principal falla es que nuestros gobernantes no han comprendido que la atención sanitaria tiene que tener una visión de política de Estado de largo plazo. Pero una apuesta como esa necesita una amplia discusión y consenso con los diferentes actores que forman parte y dan vida a este sistema, algo que ya no ocurre. 

Independientemente de quiénes sean los políticos que estén en el poder, es prioritario retomar  las discusiones para un plan de salud en constante evolución, pero sin aterrizajes inoportunos. Desde 1992, año en que realice mi servicio social, he sido testigo de las cambiantes políticas de salud llevadas a cabo por los diferentes gobiernos de turno. Ninguna de estas apuestas ha sido capaz de resolver los problemas que el sistema acarrea, en detrimento de la salud de los salvadoreños. Para muestra, un ejemplo: desde hace más de 30 años seguimos con el mismo perfil epidemiológico, donde las infecciones respiratorias agudas superiores, así como las enfermedades diarreicas, son las principales causas de consulta en nuestros centros de salud.  

Estos padecimientos, y sus consecuencias, reflejan la poca inversión en el área social (salud y educación), pero sobre todo la escasa atención a la prevención sanitaria, un componente que debería de ser apuesta en un plan nacional de salud.  En los inicios del siglo XXI, seguimos siendo un país subdesarrollado.. 

En enero de 2019, al cierre de aquella campaña electoral, el Colegio Médico convocó a los candidatos presidenciales y les entregó una “Propuesta para un Pacto Nacional de Rescate de la Salud Pública”, la cual fue elaborada con la participación  de las diferentes asociaciones de especialistas y sub especialistas del país que conforman nuestra gremial. El documento llevaba, además, aportes de las universidades con facultades de Medicina, representantes del sector laboral en salud (sindicatos) y representantes de los hospitales privados. La expectativa era que el presidente electo contara con un instrumento técnico para dar el golpe de timón, necesario para lograr un sistema de salud que contribuya en el desarrollo humano de nuestro país. Recuerdo muy bien que el único candidato que no acudió a la cita fue el actual presidente de la República. 

A agosto de 2023, persisten los “MISMOS PROBLEMAS DE SIEMPRE“ en el sistema de salud pública: hay desabastecimiento de medicamentos e insumos médicos, las salas de emergencia están saturadas, hay largas esperas en las citas con especialistas; en la programación de procedimientos, diagnósticos y procesos quirúrgicos. En los hospitales nacionales y en los del ISSS, hay renuncias del personal especializado por falta de garantías para desarrollar un trabajo óptimo, o por irrespeto a los derechos laborales.  Y ni hablar de la gravedad que supone para la atención de las enfermedades el subregistro, mal intencionado, de las estadísticas. La salud se trata desde una visión político-partidaria y no desde una visión técnica, objetiva, de desarrollo humano. En el peor de los casos, ese mal uso de la información puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para los pacientes.

Ahora mismo, el gremio médico se está enfrentando a una campaña de descrédito y a sanciones laborales en el sistema público sin precedentes. Aquel que cuestione o critique es condenado en público o, más grave, sancionado de manera arbitraria y condenado a no ejercer su profesión si la labor de los colegas se ejerce bajo la sombrilla del Estado.  Todo lo anterior impacta directamente en la calidad de atención que se brinda a la población y crea una división innecesaria, cuando la coyuntura actual nos exhorta  a tender puentes para que haya un diálogo entre los políticos y el personal de salud, para poder diseñar juntos una política de Estado, de largo plazo, y que responda a los grandes retos de nuestro país. De lo contrario, los gobernantes de turno continuarán aplicando remedios paliativos y no curativos para un sistema de salud que ahora mismo está moribundo.


Iván Solano Leiva. Es doctor en Medicina Interna e Infectólogo Adultos. Miembro del Comité Asesor de Prácticas de Inmunización (CAPI). Participó en el Observatorio Covid-19 del Colegio Médico de El Salvador.
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