
FOCOS está en el exilio. Nuestra voz, no

Frente a la represión y la censura en El Salvador, en FOCOS decidimos seguir haciendo periodismo.

Porque en El Salvador el ejercicio del periodismo es hoy un acto de resistencia perseguido, trasladamos las operaciones legales, tributarias y financieras de FOCOS a Costa Rica, poniendo en marcha la disolución de nuestra sociedad en El Salvador. No por voluntad, sino por la fuerza represiva de un gobierno que ilegaliza las voces críticas.
En nuestro país, actualmente, no hay condiciones para ejercer el derecho humano a la libertad de expresión.
El régimen de Nayib Bukele se ha encargado de construir metódicamente un Estado que persigue la disidencia y a quienes se atreven a señalar los abusos del poder, la opacidad en el uso de fondos públicos, el enriquecimiento de funcionarios, la desigualdad y la pobreza, las violaciones a los derechos humanos y los conflictos de interés en sus políticas.
La Ley de Agentes Extranjeros y el Régimen de Excepción son los dos principales instrumentos de esa política represiva.
Hoy, El Salvador está sometido a la decisión de un solo hombre que ha eliminado todos los controles y contrapesos a su gestión con el objetivo de ejecutar el poder a su antojo, silenciando con leyes injustas, exilio y cárcel toda crítica a su mandato.
Por eso, a pesar de las amenazas a nuestra labor periodística, nuestros principios y convicciones nos indican que lo correcto en estos momentos es seguir ejerciendo el control del poder en libertad. Seguiremos haciendo periodismo.
Costa Rica reúne por ahora las condiciones jurídicas y estables para operar desde allí nuestro fin democrático: informar a los salvadoreños. Esto implica que FOCOS asume su cobertura de El Salvador desde el exilio.
Sin embargo, es importante destacar que el desplazamiento forzado de nuestras operaciones al exterior no es algo normal, no está bien y es un síntoma claro del autoritarismo que domina la política salvadoreña en la actualidad.
El Salvador ha cedido sus libertades y derechos a cambio de una seguridad frágil. Una paz armada y escasa. Porque mientras el país viva bajo el temor de expresar su opinión, mientras las condiciones económicas de los hogares no mejoren y mientras el gobierno no gestione el dinero del pueblo con transparencia y rendición de cuentas, lo que tenemos garantizado es una seguridad electoral para el beneficio del presidente y de su círculo de poder y no una seguridad permanente para la mayoría de la ciudadanía.
Nuestro país padece de condiciones estructurales de desigualdad y corrupción que el gobierno no ha logrado resolver y que merecen ser complejizadas, analizadas y relatadas para que la ciudadanía asuma conciencia y aspire a una sociedad más justa independientemente de quién la gobierne.
Hoy declaramos seguir firmes en el periodismo, la democracia y los derechos humanos. Frente al autoritarismo decidimos evolucionar, resistir y continuar.