Guerra y Guerra: el golpe de Estado de 1979 salió contaminado

Rodrigo Guerra y Guerra, organizador civil del golpe de Estado de 1979, afirmó en FOCOS que esta toma política del poder se contaminó de elementos que continuaron coartando la libertad política y reprimiendo a los salvadoreños, desnaturalizando el objetivo de evitar la guerra civil con el derrocamiento de Carlos Humberto Romero.

El 15 de octubre pasado se cumplieron 40 años del golpe de Estado de 1979, concebido y organizado por Rodrigo Guerra y Guerra, su hermano, el teniente coronel René Guerra y Guerra y varios oficiales de la Juventud Militar.

El golpe incluyó una proclama de las Fuerzas Armadas y derivó en la conformación de la Primera Junta Cívico-Militar de Gobierno, cuyos integrantes eran el teniente coronel Adolfo Majano, el coronel Jaime Abdul Gutiérrez, Román Mayorga Quiróz, entonces rector de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA); Guillermo Manuel Ungo y Mario Andino.

Guerra y Guerra señaló en FOCOS que en esos años El Salvador atravesaba una crisis que no podía superarse  sin remover al Gobierno en turno. Las desigualdades sociales, las dictaduras militares y la falta de libertad política llevaron a la población a rebelarse con las armas. Ya habían ocurrido dos fraudes electorales, el de 1972 y el de 1977. Con el primero tomaron fuerza los movimientos guerrilleros, en un contexto internacional donde la guerra en Vietnam así como otros levantamientos en el continente americano “servía como ejemplo de cómo un pueblo se rebela», indicó.

CÓMO SE CONTAMINÓ EL GOLPE

Se formaron dos grupos. Uno de civiles, encabezado por Guerra y Guerra, y otro de jóvenes oficiales, entre ellos su hermano René. “Definitivamente había que depurar al Ejército de los altos mandos, porque esos estaban absolutamente corruptos y eran de mentalidad sangrienta, represiva», señaló en FOCOS.

Los jóvenes militares decidieron el 6 de octubre de 1979, a través de una votación, que el teniente coronel Adolfo Majano y René Guerra y Guerra representarían al sector militar en el nuevo Gobierno. Sin embargo, los planes cambiaron por la intervención del capitán Francisco Mena Sandoval y fueron sustituidos por Abdul Gutiérrez.

Mena, subalterno de Gutiérrez, organizó para el 7 de octubre otra votación, donde no estuvieron presentes todos los que habían participado el día anterior. Ahí eligieron a Gutiérrez, desplazando a René Guerra y Guerra. En el primer proceso de elección, Gutiérrez solo había obtenido un voto de 37, explicó.

El 8 de octubre se enteraron de la sustitución de Guerra y Guerra y los hermanos decidieron no seguir, aunque luego retomaron el proyecto tras consultarlo con el arzobispo de San Salvador, el ahora san Óscar Romero, y a petición de algunos jóvenes militares. “Sabíamos que había alguna manera de entrar dentro del proceso, de continuar más bien, y tratar de enderezarlo a pesar de que ya estaba contaminado», afirmó.

Rodrigo Guerra y Guerra fue el organizador civil del golpe de Estado de octubre de 1979. / Elisa Hernández

SE DISUELVE LA PRIMERA JUNTA

Abdul Gutiérrez comenzó a elegir a algunas de sus piezas claves, entre ellas José Guillermo García como ministro de Defensa. «Desde la noche del 15 de octubre, ya comienza a hacer él (Gutiérrez) esos nombramientos y a consolidar el poder militar. En ese momento el poder militar era el más importante y por eso el mando lo tenían Gutiérrez y García», señaló.

Guerra y Guerra indicó que en la desestabilización de la primera Junta de Gobierno no solo influyó el carácter represivo del sector militar, también la guerrilla. Era un “pacto perverso”, aseguró, donde la guerrilla atacaba a la primera Junta por las expectativas que generaba en la población – dado que la proclama de las Fuerzas Armadas emitida el 15 de octubre prometía cese de la violencia y reformas estructurales -; mientras los militares seguían reprimiendo porque no querían perder el poder.

A principios de diciembre de 1979, el grupo afín a la concepción original del golpe emplazó a los militares y exigió saber por qué no se cumplía la proclama de las Fuerzas Armadas. El 25 de diciembre de 1979, en Casa Presidencial, “hubo un insulto a todo el gabinete” de la primera Junta de Gobierno, dijo Guerra y Guerra.  

“(El general Eugenio) Vides Casanova regaña a todo el gabinete y dice ‘miren, ustedes están ahí porque nosotros los hemos puesto’. Alguien le dijo ‘al contrario, ustedes están ahí porque nosotros los pusimos’. Ahí fue donde nosotros planteamos, ‘bueno, vamos a amenazar con una renuncia si no son removidos los altos mandos del Ejército que están causando estos problemas’ (…). Esa renuncia la planteamos en una carta pública el 28 de diciembre”, relató.

El objetivo era apartar a García y los otros comandantes de los cuerpos de seguridad. Establecieron una semana de plazo para que la junta se pronunciara, pero en ese periodo, “desafortunadamente miembros de la vieja guardia de la Democracia Cristiana estaban negociando con Gutiérrez y García que, si había renuncia, ellos se podían quedar aceptando las condiciones del grupo militar, que era implantar una represión más profunda todavía”, explicó.

El 3 de enero se concreta la renuncia y se creó la segunda Junta de Gobierno, la cual mantuvo el carácter represivo de su antecesora. Esto generó que varios miembros de la Democracia Cristiana renunciaran del partido y del Gobierno en marzo de 1980, explicó.

Guerra concluyó que el golpe de Estado salió «contaminado», pero las ideas principales del movimiento quedaron vivas. «Acordémonos de que el sacrificado no necesariamente fracasa, sino que fracasan quienes lo crucifican. Los ideales del crucificado se mantienen», afirmó.

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