Sacar lecciones de la historia, procesar los acontecimientos presentes, pensando y actuando estratégicamente

(Tomado de La Prensa Gráfica)

Por Alberto Arene

En la última década, de manera progresiva y acumulativa, he ido cayendo en la cuenta de que la sociedad salvadoreña no conoce ni saca lecciones de sus principales acontecimientos históricos, no procesa los acontecimientos presentes más relevantes, y adolece de pensamiento y acción estratégica, lo que aunado al individualismo exacerbado de una generación a la otra, le impide actuar concertadamente en dirección del progreso sostenido.

Este vacío analítico, político-cultural y psico-social explicaría buena parte del porqué la historia transcurre de tragedia en tragedia, de un gobierno fracasado a otro, con un sistema político atrasado incapaz de entender los problemas y principales desafíos a tiempo, procesándolos e impulsando las transformaciones necesarias que hagan posible la sostenibilidad del progreso. Muchos afirmarán que son los grandes intereses económicos y políticos que explicarían este comportamiento y aparente vacío, explicación parcial que no considera aspectos esenciales del comportamiento humano.

Este comportamiento expresa el retraso y parálisis evolutiva que estaría a la base de los problemas que arrastramos y acumulamos, agravados en este cambio de época que obliga al pensamiento anticipatorio, y a la acción concertada sostenida en el tiempo. Mientras las brechas de conocimiento y realizaciones con naciones pensadas y organizadas para el progreso de sus pueblos crecen exponencialmente, nosotros solo vemos a otros construir su futuro entrampados en el pasado. Entre los principales acontecimientos históricos resaltan:

1. La rebelión campesina y la matanza de 1932, de 10 mil a 30 mil campesinos asesinados, atribuido por sectores conservadores a la instigación del Partido Comunista Salvadoreño (PCS), no a la gran depresión económica internacional que redujo la demanda del café, desplomó sus precios y llevó a la crisis a las fincas y el empleo campesino. El incipiente PCS incidió en el levantamiento, pero la explicación fundamental reside en el derrumbe de la producción y exportación del café que condujo a la ruina a los medianos y pequeños propietarios de fincas y a los trabajadores de la agro-industria cafetalera.

2. La guerra con Honduras en 1969, movilizada por la agresión y vejámenes a nuestros compatriotas allí residentes, tuvo nefastas consecuencias económicas, agravó la pobreza y la marginación social, y estrechó los espacios de participación política, creando la antesala de la guerra de las dos siguientes décadas.

3. La insurgencia y la guerra civil, originada en los fraudes electorales y la violación generalizada de derechos humanos en la década del setenta que potenciaron y legitimaron la lucha armada, mientras debilitaban a los partidos políticos legales que luchaban por los cambios por medios constitucionales y electorales. Estos factores internos condujeron a la guerra alimentada por el apoyo cubano al FMLN, en el marco de la guerra fría y la confrontación Este-Oeste. Una cruenta guerra civil que dejó un saldo de 80 mil muertos, 500 mil desplazados internos, el éxodo de cientos de miles y un retroceso económico-social de un cuarto de siglo.

4. La solución negociada del conflicto, al derrumbarse el socialismo real y terminar la guerra fría condujo a Washington y Moscú a acordar finalizar el conflicto en Centroamérica, cambiando su política y apoyando una solución política negociada entre las partes; mientras el FMLN adoptaba estratégicamente dicha negociación en que el poder se decidiría bajo elecciones libres en el marco de un sistema democrático.

5. El considerable fracaso acumulado del cuarto de siglo de posguerra que concluyó liderando El Salvador el homicidio en el mundo, el bajo crecimiento y la mayor deuda pública en Latinoamérica, y el éxodo de un tercio de su población al exterior, cerrándose la válvula de escape histórica de migraciones y remesas, e instalándose el hartazgo de la población con los dos principales partidos políticos que dominaron la posguerra.

La lectura de las élites de estos acontecimientos cuando existe es limitada, parcial y sesgada, sin sacar lecciones para aprender y no repetir errores. El imperativo del contrato social sigue siendo inexistente, no existe lectura compartida del pasado ni visión compartida del futuro en un país tan pequeño y sin recursos pero tan fragmentado y confrontado.

En los acontecimientos más recientes ocurre lo mismo, sin asumir las responsabilidades de información, análisis, seguimiento y denuncia de los grandes desfalcos de la nación con costos de oportunidad multibillonarios que retrasan décadas el progreso nacional con responsabilidades colectivas por acción y omisión. Tengo ejemplos documentados.

Si no comenzamos a sacar lecciones de nuestra historia, procesamos e informamos los más relevantes acontecimientos presentes, y pensamos y actuamos estratégicamente, seguiremos entrampados en la irrelevancia y en la tragedia histórica de nuestro pueblo.

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