Sí, presidente, no es fácil gobernar… (I)

23.1.2020

En una minideclaración que sorprendió a propios y extraños, en el momento más álgido de la crisis del agua, el presidente Bukele tuiteó: «Parecería más fácil solo dar la información. Pero a veces hay que sopesar otras cosas. No es fácil gobernar». El peso de gobernar lo sintió con mayor fuerza en ese momento tan difícil, complicado por las lamentables declaraciones de dos de sus ministros. No obstante, su declaración se quedó corta porque es muy, muy difícil gobernar El Salvador, abandonado históricamente por, al menos, los últimos 3 gobiernos dedicados a medio administrar el statu quo sin impulsar las grandes transformaciones estructurales que el país necesitaba después de las muestras crecientes de agotamiento del modelo y gestión económica, social, medioambiental y político-institucional. Ahora, los problemas acumulados le revientan uno detrás del otro, siendo él quien ahora tiene que responder aunque los haya heredado todos.

Que se trate de la economía que al crecer tan poco por tanto tiempo no crea los 60 mil empleos decentes que requieren los jóvenes que ingresan al mercado de trabajo, estimulando el crecimiento de las pandillas y el éxodo histórico de nuestra población, válvula de escape que ha llegado a su fin. Economía cuyo bajísimo crecimiento y endeudamiento determina los bajos ingresos fiscales para financiar la política social, excluye del empleo decente a dos terceras partes de los trabajadores negándoles las contribuciones necesarias al fondo de pensiones para asegurarles un retiro digno.

Que se trate de la inseguridad y el homicidio que hasta hace poco liderábamos internacionalmente por tantos años, resultado de los efectos diversos de la guerra, primero, y del modelo excluyente de posguerra, después, sin política social formadora e integradora, donde la represión sin inteligencia fue la prioridad absorbiendo la mayor parte de los recursos, y la prevención y la inteligencia, los restantes.

Que se trate de la educación de cobertura y calidad limitada, que excluyó a la primera infancia, y no proveyó la formación docente para formar autocríticamente para la libertad y el aprendizaje, en espacios físicos amigables, con formación y tecnologías digitales.

Que se trate del mediocre transporte público y de la emproblemada movilidad urbana en el Gran San Salvador, que creció sin planificación ni regulaciones, donde la velocidad promedio del parque vehicular es cada vez menor con tendencia creciente hacia la parálisis.

O que se trate del país que lidera el deterioro medioambiental en Latinoamérica y los problemas de abastecimiento y calidad del agua, en uno de los países más deforestados del continente, con una cuenca del río Lempa deteriorada integralmente, con ríos, lagos, pozos y fuentes de agua contaminados desde siempre, con cañerías vetustas de casi un siglo de existencia que botan el 80 % del agua en su recorrido, en uno de los países donde más lluvia cae y más falta el agua para el consumo humano y el riego.

De allí que el complejo arte de gobernar un pequeño país tan emproblemado como el nuestro requiere de un gran liderazgo con gran visión, narrativa y popularidad, con un sólido equipo gobernante de calificaciones diversas por área de gestión, impulsores de una estrategia de al menos cinco grandes ejes de acción y desarrollo de capacidades, ejecutados casi simultáneamente: 1. Atender las emergencias y demandas cotidianas diversas de la población. 2. Impulsar las grandes transformaciones sostenidas al mismo tiempo en unas 20 áreas estratégicas, algunas mencionadas arriba, sentando las bases legales, técnicas y financieras en el primer gobierno, para su ejecución principal en los siguientes gobiernos. 3. Articular una visión compartida de desarrollo de mediano y largo plazo, y las alianzas sociales y políticas requeridas, formulando los planes y proyectos para su ejecución. 4. Logrando el mayor y mejor apoyo político y de cooperación técnico y financiero de las principales contrapartes internacionales, dentro de una visión estratégica y programática de mediano y largo plazo, con una perspectiva que lidere la integración, la redemocratización y el desarrollo centroamericano. Sin el apoyo de grandes poderes sería imposible salir adelante. 5. Una estrategia política y una narrativa comunicacional centrada en las grandes iniciativas de transformación hacia la prosperidad, convivencia democrática y futuro de los salvadoreños en su patria.

El campo de la confrontación y polarización histórica entre ARENA y el FMLN es ahora entre ambos y el presidente Bukele que se propone pasar del «jaque» de la derrota en las últimas elecciones presidenciales, al «jaque mate» en las próximas elecciones legislativas y municipales. Después de haber logrado lo imposible, simultáneamente derrotarlos y aliarlos contra él, se propone ahora eliminarlos, no solo como alternativa sino como oposición relevante. Esta hoja de ruta para redefinir y hegemonizar el poder es vista como una condición obligada para viabilizar su proyecto de transformaciones.

Para muchos observadores nacionales e internacionales tres preguntas son obligadas: 1. ¿Está preparando su gobierno dichos proyectos transformadores de mediano y largo plazo? 2. De lograr la mayoría calificada en la próxima legislatura, ¿reformará la constitución dentro de los preceptos democráticos-institucionales de la comunidad democrática de naciones? 3. ¿Gobernará democráticamente respetando la institucionalidad, la probidad y las normas de convivencia y consenso social requerido?

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