Sí, presidente, no es fácil gobernar… (II)

(Tomado de La Prensa Gráfica)

En mi columna anterior expliqué por qué no es fácil gobernar un pequeño país como El Salvador con un modelo económico, social, ambiental y político-institucional agotado desde hace dos décadas, con problemas estructurales acumulados cuyas consecuencias, efectos y manifestaciones son cada vez peores, heredados todos por el presente gobierno. Agregando, además, las características del liderazgo que requiere gobernarlo y los cinco principales ejes de acción y desarrollo de capacidades, ejecutados casi simultáneamente que hoy explicamos.

1. Atender las emergencias y demandas cotidianas diversas de la población. Al comenzar a gobernar, el presidente y los principales funcionarios de su gabinete enfrentan varias emergencias y demandas de servicios diversos, enfrentándolos de la mejor manera posible. Frecuentemente con muchas carencias, resultado del tamaño de los problemas heredados y de las limitaciones de algunos de los nuevos funcionarios para entender y desactivar a tiempo las minas que les estallarán, careciendo de explicaciones y narrativas objetivas y creíbles, y sin soluciones en lapsos cortos de tiempo. Aunque heredados, los nuevos funcionarios pasan a ser «responsables» de los problemas históricos acumulados, y la oposición intentará desgastarlos, capitalizándolos políticamente. Sin capacidad operativa, política y comunicacional para enfrentarlos, el desgaste del gobierno será inevitable.

2. Impulsar las grandes transformaciones sostenidas al mismo tiempo, sentando las bases legales, técnicas y financieras en el primer gobierno, para su ejecución principal en los siguientes gobiernos. La inmensa mayoría de emergencias, bombas y problemas tiene su origen en el congelamiento prolongado de la gestión gubernamental para impulsar las grandes transformaciones. Siendo el eje de acción más importante para transformar la realidad y dejar legado histórico, los beneficios políticos y electorales solo se cosechan después de algunos años, cuando las obras concluyan y puedan beneficiarse los ciudadanos, tratándose de grandes obras o políticas complejas cuya conclusión y beneficios toman varios años. No obstante, al visualizar el resultado final y sus diversos beneficios, estableciendo la hoja de ruta para lograrlo, con los instrumentos visuales y digitales actuales, es posible mostrar cómo se verá la obra y cuáles serán los beneficios para la gente, capitalizándolas mucho antes que concluyan, aunque se dejen las bases legales, técnicas y financieras, y el inicio de una obra y política para el próximo gobierno. Generalmente se trata de proyectos de nación o país, que posibilitan consensos y alianzas más amplias, proyectando beneficios concretos para la gente. Sin visión y estrategia de futuro en cada una de las áreas y problemas principales, no hay acción transformadora, ni capacidad política estratégica para liderar y hegemonizar un gobierno, menos un período histórico.

Consecuentemente, la acción eficaz de quien gobierna exitosamente debe ser de doble carril, el coyuntural y táctico que atiende las emergencias y necesidades cotidianas, y el estratégico, centrado en la construcción del futuro. Pero para avanzar simultáneamente en ambos carriles y darles viabilidad, se requieren tres ejes adicionales.

3. Articular una visión compartida de desarrollo de mediano y largo plazo, y las alianzas sociales y políticas requeridas, formulando los planes y proyectos para su ejecución. La articulación de una visión integral y prospectiva de la transformación nacional y de áreas específicas constituye el gran referente de la acción y objetivo estratégico, de la hoja de ruta, de la inspiración y de la narrativa del liderazgo. Articulada, consultada, corregida, consensuada, e impulsada, la visión compartida constituye la base de las alianzas políticas y sociales, de la construcción de imagen y percepciones del gobierno y de sus líderes, y el origen último de los programas y proyectos exitosos que tengan una sólida base técnica y financiera.

4. Logrando el mayor y mejor apoyo político y de cooperación técnico y financiero de las principales contrapartes internacionales, dentro de una visión estratégica y programática de mediano y largo plazo, liderando la integración, la redemocratización y el desarrollo centroamericano. Sin el apoyo y cooperación de grandes poderes internacionales sería imposible salir adelante. Con tan bajo crecimiento, tan alto endeudamiento y un presupuesto tan ajustado, nuestros márgenes de maniobra son muy estrechos. Necesitamos alianzas internacionales y apoyos de las grandes potencias, pero liderando un proyecto que les interese, reestabilizando, redemocratizando y reintegrando Centroamérica, además de hacer negocios desde aquí con los países con que tenemos tratados de libre comercio. Muchos de los vecinos están tan emproblemados y son tan impresentables que el pequeño El Salvador con un buen liderazgo con visión, narrativa y estrategia puede hacer la diferencia.

5. Una estrategia política y una narrativa comunicacional centrada en las grandes iniciativas de transformación hacia la prosperidad, convivencia democrática y futuro de los salvadoreños en su patria. Por demasiado tiempo, el éxodo de nuestra población fue la válvula de escape y tabla de salvación, sin asumir nuestras responsabilidades, mientras las contrapartes internacionales nos cuadriculaban confirmando nuestras falencias sin impulso de las transformaciones requeridas. Al asumir la responsabilidad histórica por el fracaso nacional que provocó el éxodo de un tercio de nuestra población al exterior, y un gran proyecto de transformación nacional, centrado en el desarrollo democrático-institucional, la prosperidad y el futuro de las nuevas generaciones en su patria, nuestra credibilidad y posicionamiento internacional se fortalece, y la esperanza y cohesión nacional podría, finalmente, renacer.

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