La 3ª década del siglo XXI: cambios de poder y tendencias globales

(Tomado de La Prensa Gráfica)

26.19.19

Transcurren los últimos días de la segunda década del siglo XXI, en un mundo que cambió aceleradamente en las últimas tres décadas y que lo hará aún más en las próximas tres hasta concluir su primera mitad. La convergencia creciente entre una Rusia fortalecida con la gran potencia económica China, frente a un presidente estadounidense adverso a la democracia e institucionalidad en Estados Unidos y el mundo, ha dividido y debilitado a su país y eliminado su liderazgo democrático, debilitando los derechos humanos, las estrategias y alianzas democráticas, y la contención de los populismos y autoritarismos en el mundo.

Así pasamos del unilateralismo hegemónico del poder estadounidense al derrumbarse la Unión Soviética y el socialismo real, a la disputa económica, comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China; de la globalización y libre comercio ascendentes, al proteccionismo de Estados Unidos con China y con sus aliados del norte y sur del continente americano, y al BREXIT en Europa; de la democracia y el triunfante orden democrático-liberal, al retroceso democrático iliberal liderado hoy por Washington en el Occidente; de la confrontación global con la Unión Soviética y la contención de la Rusia de Putin liderada por Washington, a los exitosos intentos de Rusia hackeando los sistemas informáticos e inmiscuyéndose en los procesos electorales de Estados Unidos; de la institucionalidad y convivencia democrática, transparencia, compromiso con la objetividad y la búsqueda de la verdad, a su negación y a las miles de «noticias falsas», violaciones de leyes, linchamientos mediáticos e impunidades diversas en Estados Unidos, encabezados por el mismo presidente.

Mientras Rusia, aliado de regímenes autoritarios en diversos continentes, consolida sus zonas de control e influencia desde Crimea hasta Damasco y Caracas, e intenta incidir en las elecciones en Estados Unidos y Europa, China consolida y expande su economía y negocios en el mundo, con un liderazgo y conducción estratégica consistente, estable y serena, sin la menor preocupación de ambas potencias por las «veleidades democráticas» de Europa y -ahora- solo de una parte del establishment de Washington.

El asesinato en octubre del año pasado del periodista saudita colaborador del Washington Post Jamal Khashoggi, descuartizado en el consulado saudita en Estambul por orden -según la CIA- del príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, y el juicio cerrado y amañado que condenó hace pocos días a muerte a 5 participantes y protegió a quienes lo dirigieron, es una muestra de la impunidad internacional imperante vinculada al poder del dinero y de la presidencia en Washington. «El presidente Trump ha defendido vigorosamente a Arabia Saudita y al príncipe heredero, argumentando que la relación entre Estados Unidos y Arabia Saudita es muy importante para ser descarrilada por la muerte de Khashoggi» («Saudis sentence five to death in Khashoggi killing», The Washington Post, 24 de diciembre, 2019). Agnes Callamard, la relatora especial del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, calificó el veredicto de «burla». «La impunidad por el asesinato de un periodista revela comúnmente represión política, corrupción, abuso de poder, propaganda y aun complicidad internacional» (Agnes Callamard, «This is what impunity looks like», The Washington Post, Editorials, 24 de diciembre, 2019).

Después del Reporte Mueller sobre los intentos de Rusia de influenciar los resultados de las elecciones presidenciales en Estados Unidos que no culparon ni exoneraron al presidente Trump, y particularmente de su «impeachment» por abuso de poder y obstrucción del Congreso, la guerra y división política en Estados Unidos entre demócratas y republicanos se exacerbará durante y después de las elecciones presidenciales.

Lo mismo puede preverse en la batalla entre las fuerzas democráticas de Latinoamérica representadas por el Grupo de Lima y las fuerzas del Castro-Chavismo respecto a la evolución de Venezuela, Nicaragua y Bolivia, y otras naciones de Latinoamérica y el Caribe, dentro de una correlación de fuerzas interamericanas reequilibradas desde la llegada a la presidencia de López Obrador en México y de los Fernández en Argentina.

El triunfo de Trump en las negociaciones comerciales con China, efectivas al comenzar el nuevo año, eliminarán las barreras tarifarias y distorsiones diversas que encarecen las exportaciones de la industria, la agricultura y los servicios estadounidenses, incrementándolas sustancialmente y fortaleciendo la economía de Estados Unidos y la imagen de Trump como defensor de sus intereses en el mundo, fortaleciendo su popularidad en Estados claves, y aumentando sus probabilidades de reelegirse para un segundo período.

Con su ejemplo, apoyos y omisiones, Washington fortalece y potencia el autoritarismo de un mundo-jungla de matones donde el desorden y la impunidad ganan terreno aceleradamente, y donde el «sálvese quien pueda» pareciera convertirse en el comportamiento obligado de naciones, familias y personas cada vez más indefensas a lo largo y ancho del mundo entero.

Así lucen los cambios de poder y tendencias globales al comenzar la tercera década del siglo XXI (Washington D.C., 25.12.2019).

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