A vos que no te interesa la política
Probablemente no es de tu interés que el pasado 1° de mayo el gobierno, con los votos de 64 diputados, destituyera a magistrados de la Sala de lo Constitucional y al fiscal general de la República, ni que en su lugar colocara a funcionarios de su preferencia, sin una discusión previa ni evaluación de esos perfiles.
También dirás que “eso lo han hecho todos siempre” o que “hay cosas más importantes por las cuales preocuparte”. Y sí, tenés razón. El manoseo de las instituciones judiciales no es nada nuevo, quizás en el pasado Arena y el FMLN procuraban hacerlo más disimulado, y ahora, con Nuevas Ideas, ya no hay reparos para hacerlo frente a nuestras narices. Pero que esto haya pasado antes no es excusa para seguirlo haciendo.
También es cierto y somos conscientes de que antes de pensar en temas como la independencia judicial, la transparencia, la república, y todos esos términos que suenan bien, hay necesidades más urgentes como acabar con los asesinatos, las desapariciones, conseguir un trabajo, llevar dinero a la casa para pagar el alquiler o incluso para pagar la comida.
Pero en realidad todo esto es un círculo vicioso. Esas necesidades que vos identificás como más urgentes hoy, se alimentan como consecuencia de desatender estas otras. Te explicamos porqué.
Cuando los ciudadanos perdemos el interés por la política ( y no me refiero a apoyar a uno u otro partido político, sino a involucrarnos para entender cómo se toman las decisiones, cómo se gasta el dinero que pagamos de nuestros impuestos, quién toma las decisiones y por qué lo hace), entonces las cosas comienzan a salir mal. Porque los políticos a quienes les hemos dado nuestro voto y la confianza para administrar nuestra alcaldía, diputación o presidencia, saben de tu desinterés y entonces aprovechan eso para hacer las cosas a su antojo: no rinden cuentas, ocultan el dinero, lo desvían para donde no deben, lo ejecutan mal.
¿Y sabés cuáles son las consecuencias? menos escuelas, menos hospitales, menos oportunidades, más delincuencia, más pobreza, más migración, más tristeza.
Y cuando los ciudadanos queremos exigirles que rindan cuentas, debemos de acudir a instituciones como la Fiscalía o la Sala de lo Constitucional. Pero ¡vaya problema! ahora son esos mismos políticos los que han tomado el control de estas instituciones, y difícilmente los ciudadanos logremos obtener respuestas.
Es evidente que tomar conciencia de todo esto no pasa de un día a otro, pero ese es nuestro llamado en este editorial: queremos invitarte a que reflexionés un poco más sobre todo esto. Porque lo que sucede es que nos hemos descuidado durante tantos años de la política de nuestro país. Y entonces, los que toman las decisiones: diputados, alcaldes, presidentes, buscan distraerte con publicidad, youtubers y tik toks, pero no te ofrecen un sistema educativo que te permita pensar y ser crítico, y entender cómo realmente se manejan las cosas.
Quizás vos pensás que no podés hacer nada ahora, pero te equivocás. Que comencés a cuestionar y a reflexionar sobre el país, puede ser el primer paso de un cambio mucho mayor. Imaginate si vos comenzas a platicar con tus vecinos, compañeros de trabajo, tu propia familia sobre esto. Seguramente algunos te rechazarán por provocar esta idea, pero a la larga te lo agradecerán.
Ciudadanos conscientes de lo que sucede en su colonia, comunidad, municipio, departamento, país, son los verdaderos motores de cambio, y el país necesita motores de cambio como vos.
El Salvador vive un proceso de transformación muy importante. Después de 30 años de gobiernos de Arena y el FMLN, que demostraron dejar al país con corrupción, impunidad y servicios públicos a medias, ahora tenemos grandes expectativas de cambios, pero cuidado, no vayamos a caer en más de lo mismo.
Comenzá por cuestionar lo que pasa en la Presidencia, en la Asamblea Legislativa y el órgano judicial, preguntate si las decisiones que toma tu presidente, los diputados y jueces, en realidad te benefician a vos o más bien a ellos, comenzá por pedir información, analizala y sacá tus propias conclusiones.