«Cuando uno da positivo por Covid-19, alargan la cuarentena a todos»
Las últimas 24 horas han sido convulsas en el centro de contención Nuestra Señora de Monte Carmelo, en Ciudad Delgado. La noche del jueves 14 de mayo un helicóptero sobrevoló el lugar y un batallón de la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO) de la Policía Nacional Civil (PNC) llegó para «controlar» a los albergados, que horas antes se quejaron con los médicos encargados porque se llevaron a un joven que dio positivo por Covid-19.
Este centro de contención, al que se ingresa por una calle polvosa ubicada en el kilómetro 14 de la Carretera de Oro, sirve para albergar a hombres que fueron detenidos por la PNC y la Fuerza Armada cuando rompieron la cuarentena domiciliar. Algunos habían salido para ir a sus trabajos o buscar dinero para sus familias, otro denunciaron que se los llevaron por estar regando las plantas frente a su casa. Pero todos coinciden en asegurar que su detención y encierro es ilegal.
La Ley de Regulación para el Aislamiento, Cuarentena, Observación y Vigilancia por Covid-19, vigente actualmente, establece que la cuarentena controlada, situación en la que están los 60 hombres encerrados en Monte Carmelo, debe durar 15 días. Los decretos ejecutivos anteriores a esta ley establecían un máximo de 30 días en centros de contención, pero en Ciudad Delgado, como en muchos otros albergues del país, esos límites no se han respetado y algunos ya llevan 40 días en el mismo lugar.
Por eso la tarde del jueves la tensión creció al ver que personal de salud se llevaba a uno de los albergados por haber dado positivo en una prueba por Covid-19. «Lo que pasó fue que a todos nos habían hecho una tercera prueba el domingo (10 de mayo) para determinar si teníamos el virus. El médico nos dijo el jueves en la mañana que nadie había dado positivo y que era cuestión de esta semana para salir a nuestras casas. Pero en la tarde vinieron a traer a un chamaco que supuestamente sí está enfermo y nos dijeron que como él tenía coronavirus todos teníamos que quedarnos más tiempo y esperar una cuarta prueba. Eso ya nos desesperó», dijo uno de los albergados a Focos este viernes 15 de mayo, horas después del alboroto.
«Tenemos que esperar a que nos hagan la prueba. Luego esperar otro tiempo más a que nos den la respuesta y cada vez que alguien da positivo nos alargan la cuarentena. Ese no es el protocolo», denuncia otro de los huéspedes del centro de contención. Nadie quiere que se publique su nombre porque teme que las autoridades que coordinan el lugar tomen represalias por dar información.
El 17 de abril Focos publicó la historia de Miguel, un joven que fue llevado al albergue en Monte Carmelo el 7 de abril por romper la cuarentena domiciliar. Él fue detenido a una cuadra de su casa, cuando salió a recoger un dinero prestado para que su familia subsistiera durante el encierro.
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«Todos están ya bastante desesperados. Este es el cuarto que se llevan ya por tener coronavirus y no lo hacen bien, porque ni vienen a traerlos con el equipo adecuado ni tampoco se llevan a los nexos, los que han convivido con él. Lo que hacen entonces es dejarnos el virus acá y todos tenemos miedo a enfermarnos y nunca salir de acá», contó Miguel.
El 28 de abril, cuando dieron positivos tres hombres dentro de este mismo centro de contención, un albergado contó a Focos que dentro del lugar comparten los cuartos y eso vuelve más difícil luchar contra el virus. «Los que se quedan y convivieron con el enfermo shiguen conviviendo con nosotros sin las medidas necesarias, ni siquiera han venido a ‘sanitizar’ los cuartos. Es un poco ilógico que les digan que dieron positivos en sus exámenes y no los lleven a darles tratamiento. Todos ya nos hicimos la idea que vamos a enfermarnos tarde o temprano porque así nos han dejado», declaró uno de los afectados.
Este viernes 15 de mayo, por iniciativa propia, los albergados que quedan en Monte Carmelo hicieron una limpieza general del lugar, porque tienen miedo que se sume un nuevo problema: el dengue. «Hay muchos zancudos y plaga de sapos. Limpiamos nosotros, para los días que faltan», sostienen, mientras se acomodan a esperar que un día los dejen ir a casa.