Menos diputados, ¿quién gana y quién pierde?

Por Saúl Hernández Alfaro

El presidente Bukele acaba de cumplir cuatro años en Casa Presidencial y lo ha celebrado a lo grande con un gesto que reúne fielmente las principales características de su estilo de gobierno: imposición, autoritarismo, desinformación y propaganda.

Ha pasado menos de una semana desde que el presidente ordenara a sus diputados aprobar la reducción de 84 a 60 diputados, y el acto ya ha sido consumado en un madrugón legislativo con los votos de Nuevas Ideas y sus partidos aliados. A pesar de ser un comportamiento predecible, viniendo de un congreso subordinado a los intereses del mandatario, hay aspectos a los cuales vale la pena prestarle la debida atención para entender esta decisión política:

1) La opinión de la gente.

Allá afuera, en las calles, los ciudadanos están de acuerdo, mayoritariamente, con la reducción de 24 diputados en la Asamblea Legislativa. La más reciente encuesta del Centro de Estudios Ciudadanos de la Universidad Francisco Gavidia, expone que 6 de cada 10 salvadoreños apoya el recorte de parlamentarios. El mismo sondeo evalúa, en igual porcentaje, un predominante sentimiento de opiniones malas y regulares sobre el desempeño de los diputados a 2 años de iniciada su gestión.

En términos prácticos: reducir la cantidad de diputados es popular y electoralmente redituable a pocos meses de una elección. Desde el sentido de lo político, es una decisión acertada para los fines de su principal promotor: el presidente Bukele, quien se consagra una vez más como un líder que tiene “el oído en el clamor de su pueblo”.

2) El silencio del Tribunal Supremo Electoral.

La ley salvadoreña, hasta hoy, indica que el Tribunal Supremo Electoral es la máxima autoridad en materia de elecciones y, por lo tanto, es un actor determinante en cualquier cambio de las reglas del juego y, con más razón, a pocos meses de unas votaciones.

Hasta este momento, el TSE no ha confirmado haber participado de ninguna consulta técnica de parte del Ejecutivo para determinar los impactos (beneficios o consecuencias) de una reducción de diputados a nivel nacional, a 8 meses de los comicios. Esta situación expone, por un lado, que la decisión ha sido impuesta y redactada desde las oficinas de Casa Presidencial, sin importar los efectos que trae aparejados para una debida organización de las elecciones de 2024, y por otro, expone un TSE temeroso, subordinado y poco confiable en su independencia del poder político hegemónico de turno.

3) La reforma electoral oculta.

Los diputados de Nuevas Ideas y sus aliados, no solo votaron recortar a 60 el número de legisladores para la próxima elección, lo cual, ya se dijo, es aplaudido por la gente, sino que, además, aplicaron una reforma electoral trascendental, de manera inconsulta y disfrazada, votaron sobre cómo deberán ser asignados los escaños en la próxima legislatura, ¿cómo?

Hasta ahora, en cada elección, la cantidad de votos válidos, es decir, la suma de los votos emitidos correctamente por todas las personas habilitadas para ir a votar, se sometía a un cálculo de cocientes y residuos (fórmula Hare), en la que se determinaba, a través de un operación aritmética sencilla, cuántos votos eran necesarios para que un diputado pudiera entrar a la Asamblea Legislativa. La cantidad de votos necesarios se denomina “cociente”.

Ese cociente se obtiene del cruce de la cantidad de población, de votos válidos y la cantidad de diputados a elegir.

Bajo esa fórmula, todos aquellos partidos políticos o candidaturas independientes, que obtenían el “cociente” entraban inmediatamente a la Asamblea, pero habían diputados que no lograban obtener ese número “mágico”, esos, tenían la posibilidad de entrar por “residuo”.

La fórmula Hare, procuraba a través de este mecanismo por residuo que, en cada departamento, en el que se eligen diputados, se procurara dar representación a partidos minoritarios que, por la falta de recursos o estructura, no lograban obtener la cantidad de votos mayoritarios que sí lograban los partidos grandes. Bajo esta lógica se pretendía evitar la hegemonía de un partido único dominando el hemiciclo.

Ahora eso cambia. Junto a la reducción de diputados, Nuevas Ideas, por órdenes del presidente Bukele, determinó que esa fórmula no era válida, y que la lógica de residuos debía desaparecer, para dar lugar a una fórmula de mayorías (D’Hont) en la que entran a la Asamblea Legislativa, únicamente y en orden de cantidad de votos obtenidos, los partidos políticos que logran la mayor cantidad de apoyo. ¿Y esto, qué tiene de malo?

En un sistema electoral con circunscripciones pequeñas, es decir, con baja cantidad de diputados a elegir por departamento, eliminar el ingreso por residuos, elimina, automáticamente, las expresiones políticas más pequeñas, pero legitimamente elegidas, ante el descomunal aparato de estructura y financiamiento de los partidos grandes, quienes cuentan con los recursos para impulsar campañas electorales dominantes en el territorio. 

Se limita, por lo tanto, la posibilidad de tejer un congreso multipartidario, fomentando, al menos, para las características de El Salvador, un sistema de partidos fuertes, según las condiciones: bipartidista o de partido único.

4) El lento pero progresivo descontento popular.

No todo es miel sobre hojuelas en los números de las encuestas que son consultadas por el presidente Bukele y su equipo. Si bien los salvadoreños, hoy por hoy, identifican en el mandatario el líder político de mayor popularidad, muy por encima de cualquier otro actor, y a su partido Nuevas Ideas, como la opción hegemónica para gobernar, lo cierto es que crece el número de salvadoreños que expresa no tener una alternativa partidaria. 

Los datos de la referida y reciente encuesta de la UFG, identifica que las opiniones de votantes huérfanos se ubica entre el 20 y 25% de los encuestados. Un número nada despreciable, que nos indica que, si bien, existe una opinión mayoritaria a favor del oficialismo hay una base popular que espera algo más o un cambio.

Junto a esto, el alto costo de la vida, el desempleo y las pensiones, crecen como demandas predominantes en la sociedad ante un Gobierno que no ha sido capaz de ofrecer soluciones de fondo para la atención de estos asuntos. Y que, simbólicamente, en el discurso de cuatro años de gestión, fue el tema ausente de la noche.

El presidente Bukele está pensando en sus próximos cinco años de gobierno, y hay aspectos que en la reforma electoral, por ahora, están siendo atendidas, al menos, en el papel:

a) Mantener el dominio del Legislativo cinco años más: Ante la ausencia de partidos políticos competitivos desde la oposición, Nuevas Ideas es la opción viable: cuenta con el respaldo del actor político más relevante, el presidente, y cuenta con los recursos, porque domina el Estado. 

Este combo de variables proyecta una estructura en Nuevas Ideas con la capacidad de permear en los votantes a través de una campaña electoral efectiva y pintar de cyan la opinión pública, de cara a una elección con un sistema que premiará al partido mayoritario. 

b) Lealtad y control político: GANA, PCN y PDC, aún no reaccionan que sus estructuras serán las más afectadas con esta reforma electoral. Su capacidad de articular una campaña política en el territorio es inferior significativamente al aparato de Nuevas Ideas, esto, conduce a su extinción, bajo una fórmula de asignación de escaños que premia al más fuerte. Sus tres años como aliados fieles del presidente Bukele serán premiados con su desaparición del Legislativo. Con esto, Bukele logra alinear a sus más fieles en el Congreso, y evitar fisuras o disidencias.

c) Ajuste fiscal: la reducción de diputados representa, en teoría, una disminución de los costos de la administración pública que ahora deberá sostener 24 diputados propietarios y suplentes menos, y con ello, su costos operativos. En teoría. 

Sin embargo, el ajuste fiscal es imperante y es un proceso que ya ha comenzado a ejecutarse en El Salvador a través de la reducción de programas sociales y la promoción de incentivos al retiro voluntario de servidores públicos en las diferentes instancias del Ejecutivo. La garantía de los recursos será el principal asunto de interés del Gobierno de Bukele en los próximos cinco años, y urge avanzar, antes que el descontento popular se posicione sobre la propaganda.

No solo se ha votado por menos diputados, se ha aplicado una reforma electoral disfrazada a la medida de los intereses políticos del presidente Bukele ante amenazas objetivas en su futuro político. Por ahora, este capítulo se ha resuelto para el gobernante, pero falta algo más, la reestructuración política administrativa del Estado con la reducción sustancial de municipios, lo que configura un nuevo mapa de poder territorial, pero esto, será asunto de otra discusión, sobre la cual, a diferencia de la reducción de diputados, en la sociedad salvadoreña la opinión está dividida.


Saúl Hernández Alfaro. Máster en Gestión Pública y licenciado en Ciencia Política. Es director de FOCOS y cuenta con una década de experiencia en medios de comunicación, ejerciendo como conductor de foros de entrevistas políticas. Productor ejecutivo de diversos proyectos periodísticos en televisión y plataformas digitales. 
Botón volver arriba

Bloqueador de anuncios detectado

Por favor, considere ayudarnos desactivando su bloqueador de anuncios