Nelson Rauda: las historias inconclusas de la guerra explican el país que tenemos
¿Por qué El Salvador es un país violento e impune? Para Nelson Rauda, periodista de El Faro, buena parte de la respuesta está en las historias de la guerra salvadoreña que tienen décadas sin resolverse, por la decisión de la clase política de esconderlas bajo el tapete.
Rauda es parte del equipo periodístico del proyecto Los Olvidados por la Historia. Junto con periodistas de FOCOS, por meses investigó la masacre del río Lempa, ocurrida en marzo de 1981. En un operativo similar al que provocó la masacre del Sumpul y la de El Mozote, el Ejército invadió Santa Marta y otras comunidades de Cabañas con el objetivo de eliminar campamentos guerrilleros, pero no distinguió combatientes de civiles. Más de 7,000 pobladores de la zona, hombres, mujeres y niños, huyeron de sus hogares e intentaron cruzar el río Lempa para llegar a Honduras, donde fueron masacrados por el Ejército. Se estima que el operativo dejó 200 víctimas en ese lugar, entre muertos y desaparecidos.
Pese a ser una de las primeras masacres de la guerra salvadoreña, el informe de la Comisión de la Verdad solo la menciona en un par de líneas. “No sé si podemos decir que la Comisión no documentó esto, no sabemos exactamente qué documentó la Comisión de la Verdad. Sería muy útil para el país, y se ha exigido de parte de la sociedad civil, que se liberen esos archivos que están en Nueva York”, dijo a FOCOS.
“Así como nosotros descubrimos esta gran historia, que ha pasado un poquito desapercibida, cuántas historias de la guerra no habrá documentado la Comisión de la Verdad, cuántas historias de la guerra estarán por ahí, de gente que ni siquiera llegó a la Comisión y están ahí en el país, sin resolverse”, señaló. “Para mí, eso explica muchísimo el país tenemos: un país especializado en resolver las cosas con balas, un país anclado en la impunidad, que no supera sus traumas de la guerra”, añadió el periodista de El Faro.
Rauda también explicó cómo Santa Marta se convirtió en un blanco de la represión estatal. La explotación que vivían sus pobladores, donde la mayoría eran colonos – es decir, rentaban a los grandes hacendados las tierras donde cultivaban y vivían -, sumada a la influencia de la iglesia católica, las Comunidades Eclesiales de Base y la teología de la liberación, condujo a la organización de esta comunidad.
En 1979 ya existía en Santa Marta una célula de 40 miembros del Frente de Acción Popular Unificada (FAPU), que fue luego el brazo social de la Resistencia Nacional (RN), una de las cinco facciones del FMLN. En enero de ese año se organizan protestas en tres lugares, uno de ellos la Cruz Roja Internacional, para exigir la liberación de Lil Milagro Ramírez, poetisa y lideresa de la RN.
Estos grupos organizados de Santa Marta apoyaron la protesta en la Cruz Roja. Fueron capturados por la Guardia Nacional, pero luego los liberaron. Uno de los que participaron en la protesta, Gerardo Leiva, explicó a los periodistas de FOCOS y El Faro que, sin ponerse de acuerdo, dijeron que los habían llevado engañados a San Salvador, diciéndoles que iban de excursión. «Ese grupo sabía a lo que iba», afirmó Rauda. «A partir de entonces, la gente te lo dice, Santa Marta queda quemado. Para ese entonces ya funcionaba esta maquinaria del régimen de fichar a sus enemigos políticos. Ese evento de la Cruz Roja pone en el foco a Santa Marta», indicó.
«Yo creo que eso es importante decirlo: en Santa Marta sí que había una célula guerrillera y sí que para el 81, cuando sucede la huida, ya no eran 40 integrantes. No tenemos un dato exacto, pero seguramente eran más. ¿Eso implica que las 7,500 personas de la comunidad eran guerrilleros? Por supuesto que no. El derecho internacional humanitario te lo dice: no podés tratar a todos los civiles como si fueran parte de un bando combatiente», concluyó.