“Dar clases en formato virtual no es trasladar la clase presencial al Zoom”
Carolina Rovira, coordinadora de la Fundación para la Educación Superior (FES)
(Transcripción editada de la entrevista realizada por Karen Fernández transmitida el domingo 8 de noviembre de 2020)
Hablemos primero de las condiciones en el Sistema de Educación Pública que dificultaron si continuidad en medio de la pandemia de COVID-19.
La pandemia obligó a las familias a hacerse cargo de la educación en el mundo entero. Eso significó que las condiciones de los hogares se convirtieron en catalizadores o frenos de la buena continuidad pedagógica. Por eso interesa mucho entender cuáles son las condiciones de vida de los niños en El Salvador. En este país, más del 50% de los hogares tiene niños de los 0 a 18 años. Sabemos que alrededor del 35% de los hogares con niños están en condiciones de pobreza. Hay otro tanto en condiciones de vulnerabilidad. Y la pandemia obligó cuarentenas que generaron problemas económicos en las familias. Esta combinación de factores hizo que la vulnerabilidad que ya hay en los hogares salvadoreños, que incluyen problemas de espacio y recursos que son fundamentales para trabajar en tareas escolares, como es el acceso a Internet en este caso, que se volvió un requisito fundamental. Pero cosas más básicas, como tener papel, materiales o libros. Entonces, la pandemia creó muchísima desigualdad en la vivencia de la continuidad educativa. La desigualdad con la que el país ha convivido y que de alguna forma nos hemos acostumbrado a vivir con ella, nos golpeó de lleno ahora cuando el sistema educativo debe sostenerse en las condiciones del hogar para funcionar.
“Una de las dimensiones de la pobreza es la falta de educación de los adultos en el hogar. Y esa falta de educación ahora es una dificultad enorme porque ya no hay un docente presente para ayudar al niño a comprender las tareas, a comprender el material, etcétera. ”
Carolina Rovira, coordinadora de la Fundación para la Educación Superior (FES)
Usted hizo una investigación titulada “Aprender sin escuelas: los desafíos de la continuidad educativa para los más vulnerables”. Aquí describe a tres tipos de perfiles de estudiantes y los desafíos que se les presentaron a ellos y a sus familias para continuar con el aprendizaje en medio de la pandemia. El primero de estos perfiles retrata a estudiantes que desertaron. ¿Cuáles fueron las causas del abandono de este grupo?
Estudiamos grupos en condiciones de vulnerabilidad y pobreza y vulnerabilidad. Y la deserción se da por una combinación de factores. Uno, no tener acceso a los recursos económicos para comprar el saldo de celular; pues no tienen internet domiciliar. Al no tener este recurso dejan de tener acceso a mucho de lo que se ha dispuesto para la continuidad pedagógica. Y también el bajo nivel educativo de los padres, que dificulta muchísimo el acompañamiento de la educación en el hogar. Esta es una variable crítica.
En las familias más pobres y vulnerables de nuestro país, una de las dimensiones de la pobreza es la falta de educación de los adultos en el hogar. Y esa falta de educación ahora es una dificultad enorme porque ya no hay un docente presente para ayudar al niño a comprender las tareas, a comprender el material, etcétera. Entonces se empieza a generar mucha frustración. Y si a esta frustración de aprendizaje le sumamos la frustración económica y la incapacidad de adquirir los recursos para dar continuidad a la educación, pues terminamos en situaciones de deserción.
Si las condiciones de crisis para este 2021 continúan, ¿qué medidas públicas deben implementarse para contener la deserción de este tipo de estudiantes?
Las investigaciones internacionales dicen que se ha vuelto muy importante la capacidad del docente para acompañar a los alumnos en las nuevas circunstancias. No solo a través del Internet y los dispositivos tecnológicos, si no que en el crear mecanismos para que el docente se acerque a los niños. Esperaríamos que en el 2021, en El Salvador, como en el resto del mundo, se inicie lo que se llama una educación híbrida o blended education, que es una combinación entre la presencialidad y la virtualidad.
Los docentes tienen que aprender urgentemente a planificar la educación en estas nuevas condiciones, para que los momentos presenciales sean lo suficientemente significativos en temas de aprendizaje, para que el niño pueda ir a la casa con mucho menos problemas que los que ha tenido hasta ahora, dando mucho refuerzo los chicos que sabemos que en su casa tienen padres con baja educación y pocos recursos de acompañamiento.
También está la perspectiva del apoyo a estas familias, por ejemplo, hay países que están analizando la posibilidad de financiar la conectividad, pero estos son costos enormes. Desde mi perspectiva es mucho más eficiente crear insumos pedagógicos como cuadernillos, guías, que estén muy bien coordinadas con otras plataformas, como la televisión y la radio, que son de acceso más democratizado, digamos. Sí tengo guías y cuadernillos o fascículos que están muy bien coordinados con el material que proveo a través de la televisión y la radio, puedo reducir esta desigualdad que se ha creado con el acceso a Internet. Creo que transitar hacia eso sería una buena estrategia.
En nuestro país estos mecanismos ya se implementaron. O sea, las guías, el recurso de la televisión, también hay algunos esfuerzos en radio. ¿Cómo se puede mejorar, entonces, la integración entre estas plataformas, de tal manera que se garantice la continuidad pero también el aprendizaje significativo?
La clave es la coordinación. Que la vinculación entre las plataformas, que estas no sean elementos aislados. Y esa coordinación se logra desde la perspectiva curricular. El Ministerio ya ha hecho un esfuerzo por priorizar curricularmente. Es decir, seleccionar los temas que son críticos, reduciendo la cantidad de contenidos, visibilizando las competencias que no son negociables en términos de aprendizaje, etcétera.
Ahora lo que falta, probablemente, es generar recursos para que los niños trabajen en la casa, nuevos recursos que integren ya a las distintas plataformas. O sea, me estoy imaginando guías que te dicen en algún momento “tienes que ir a ver el programa ‘x’ a las 3:00 de la tarde”, por ejemplo. O sea que tengan una coordinación muy cercana con los recursos disponibles para la mayoría, como la televisión y la radio, que son lo que los países como el nuestro, que tienen tanto problema de desigualdad económica, deberían de aprovechar más. Por supuesto, sin dejar de lado que podemos seguir aprovechando y avanzando en el tema de tecnologías de la información como el Internet.
El segundo perfil que ustedes encontraron en su estudio es el de los estudiantes que nadan contra corriente. Un grupo de estudiantes que continuó a pesar de los obstáculos. ¿Qué características hacen a este grupo más resiliente?
Básicamente es la capacidad de los padres de acompañar más cercanamente el proceso educativo y que no se sienten tan asfixiados desde la perspectiva económica para tener acceso a los recursos. Siempre en el contexto de pobreza, porque todas estas familias son familias pobres y vulnerables. Pero en el caso de las familias que nosotros estudiamos eran familias que habían recibido el apoyo gubernamental, tanto de las canastas como del subsidio económico.
Entonces eso les había permitido palear los efectos de la cuarentena más estricta. Ahorita que ya se dio la apertura económica, habría que ver cómo estas familias han logrado reintegrarse económicamente, cuáles no pudieron retornar a sus trabajos y siguen en condiciones de vulnerabilidad económica; y cuáles otras sí.
Usted ha explicado que estos estudiantes aunque continuaron y cumplieron con las formalidades no necesariamente tuvieron un aprendizaje significativo. ¿Cómo se logra este aprendizaje significativo y se consigue que los estudiantes alcancen las competencias requeridas a pesar de la virtualidad y la distancia?
Aquí ya tienen que ver, no solo las condiciones del hogar si no las capacidades de los docentes para acompañar el proceso educativo. Para que se dé el aprendizaje educativo necesitamos que el niño tenga las condiciones para aprender pero también que exista las posibilidades de enseñarle. Es un proceso dialógico.
Aquí lo que pasa mucho es que los docentes también están pasando por problemas en sus hogares. Tienen problemas para organizarse en las nuevas circunstancias. No todos, por ejemplo, de los que nosotros estudiamos, tenían computadoras, en ese momento. Hoy hay un esfuerzo por proveerle computadora a los docentes; pero en ese momento no todos tenían y no estaban preparados para manejar un ambiente virtual, a pesar de que se dio un proceso oportuno y rápido de formación en Google Classroom, el tema de la virtualidad y dar clases virtualmente es mucho más que una plataforma. Tiene que ver con cómo yo planifico el espacio, qué pedagogía utilizo, cómo acompaño a la familia.
Porque también había que aprender a acompañar a la familia. La carga emocional que estas familias estaban viviendo se trasladaba a las posibilidades de aprendizaje. Entonces lo que está sucediendo para un grupo de familias es que están cumpliendo con la formalidad de hacer las guías, etcétera, que son los requisitos que los docentes están dejando, pero hay muchos vacíos de aprendizaje porque el docente no lo supo explicar bien o porque la guía no es lo suficientemente clara y no hay un acceso al docente, porque este no tiene los instrumentos para hacer vídeos u otros recursos, que podrían facilitar las cosas.
Todo esto que es una serie importante de recursos que permite la educación a distancia no está funcionando de la misma manera para todos los chicos y hay unos que se nos están rezagando en términos de aprendizaje. Entonces tenemos a este grupo que ya desertó que vamos a conocer los números cuando se vuelvan a inscribir en el año escolar en 2021. Esta este grupo que está logrando cumplir con las formalidades de mandar la guía, que hace la tarea, pero que está acumulando lagunas de aprendizaje, que va a ser un desafío retomarlo en el sistema y que permanezca en él. Y, está un grupo que sí está avanzando más fluidamente, que sobre todo lo está logrando gracias al apoyo de los padres.
¿Cuáles serán los efectos a mediano y largo plazo de la pandemia en la educación pública salvadoreña.
En lo más inmediato, lo que vamos a ver, es deserción escolar, que es lo que se está viendo en el mundo entero. Y vamos a tener chicos con rezago educativo. O sea, un impacto en el aprendizaje efectivo que se dio en este periodo. Si esto no se trata oportunamente va a generar más problemas de desigualdad y va a profundizar los problemas sociales que ya vivimos en el país.
¿Qué acciones son fundamentales para medir cuantitativamente estos impactos como deserción, rezago y falta de aprendizajes significativo, cómo podemos estimar de verdadera dimensión de estos problemas?
La deserción probablemente la podamos estimar el 2021, cuando se calcule la matrícula anual, y podamos compararla en relación a la de este año. Porque muchos chicos ya desertaron del sistema pero no lo han hecho oficialmente. Entonces es difícil para el sistema detectarlos. Pero el otro año que ya no regresen entonces vamos a poder ver el impacto en términos de deserción.
Desde la perspectiva del aprendizaje va a ser importante que se haga un diagnóstico a los niños al regresar a las escuelas. Es lo que la mayoría de los países están haciendo: un diagnóstico de lo que se debió haber aprendido para establecer cuáles son las desigualdades que se generaron, cuáles son los niños que tienen rezagos, cuáles son los que están en el nivel adecuado y cómo ayudar a los que tienen rezago a alcanzar el nivel que necesitan para continuar con el año que les corresponde. Es parte de lo que ya el Ministerio de Educación anunció: un diagnóstico y un proyecto de recuperación.
Además de este diagnóstico, y bueno de los números que nos dará la matrícula del 2021, ¿qué tipo de intervenciones de política pública son necesarias para que los niños, niñas y adolescentes recuperen esos vacíos en su proceso educativo, que causó la emergencia por el COVID-19?
Uno que es fundamental es la formación de los docentes para las nuevas circunstancias. Ya se trabajó durante la emergencia en darle a los docentes la herramienta tecnológica de Google Classroom y presentarles este nuevo ambiente tecnológico; ahora tienen que profundizarse los conocimientos de los docentes para que aprendan a planificar las condiciones de educación híbrida, para que aprendan a manejar las circunstancia de tener a los alumnos menos tiempo y aprovechar el tiempo presencial para ciertas actividades y, un poco, darle vuelta al aula, dejando ciertos trabajos para la casa y trabajando ciertas cosas junto con ellos.
En todo este tema, los docentes, la mayoría de ellos apostaría yo, no están formados para hacerlo. Entonces hay que adelantarse y aprovechar estos meses antes de que inicie el año escolar, para que los docentes adquieran estas habilidades.
Otra habilidad clave es la socio-emocional. No solo el aprender a lidiar con la carga emocional con la que los niños van a llegar debido a la cuarentena, debido a la separación del ambiente escolar, debido a las posibles pérdidas que hayan tenido en su hogar, perdidas económicas y de vida debido a la enfermedad. Si no, también que el docente haga su propio proceso emocional del estrés que ha vivido y el cambio de circunstancias. No es fácil para un docente que ha dado clases 10, 20 o 30 años en un formato, que ahora, cuando la vida nos ha dado vuelta, tenga que aprender a dar clases en un formato híbrido.
¿Qué significa planificar para formatos híbridos, qué retos representa esto para la cotidianidad de los docentes?
Una cosa que estamos viendo que ha pasado en las instituciones públicas y privadas es que el profesor ahora, que está en estas condiciones de virtualidad, está dando la misma clase que daba pero a través del Zoom. Y eso es todo lo contrario a lo que hay que hacer. El formato virtual de clases no es solo trasladar la clase presencial al Zoom. Si no que es planificar otra forma de enseñanza-aprendizaje, que va a significar en muchos casos lo que en educación los pedagogos llaman “darle vuelta al aula”, tener que decidir cuáles son las cosas que el alumno puede trabajar solo, que no necesitan ni de la mediación del docente ni del trabajo en equipo con sus padres, ni de la presencialidad y la cooperación. Y voy a usar esos momentos que tengo, ya sea en clase a través de Zoom o con los niños en el aula, para profundizar aquello que sí requiere esa mediación. Eso no es algo que sepamos de forma natural los profesores, si no que tenemos que aprenderlo. Son, básicamente, metodologías pedagógicas específicas para la virtualidad o la educación híbrida.
En eso hay que profundizar mucho, porque hay estudio que ya empezaron a hacerse en otros países que dicen que los resultados académicos de los alumnos, en estos periodos, están sujetos sobre todo a la forma en la que ha enseñado el profesor. O sea que es clave que el profesor aprenda a enseñar en las nuevas circunstancias, sean estas la virtualidad pura o el formato híbrido.
“El aprendizaje no se trata solo de los instrumentos. Los instrumentos importan mucho, sí, pero el aprendizaje tiene que ver con la capacidad del docente, no solo de trasladar contenido si no que de planificar una nueva realidad: de emocionar al niño, de atraparlo en el proceso educativo.”
Carolina Rovira, coordinadora de la Fundación para la Educación Superior (FES)
Ahora, en el presupuesto de educación del 2021 se han asignado $214.7 millones de dólares para dar computadoras a estudiantes y a docentes. ¿El acceso a una computadora garantiza la continuidad y la calidad del aprendizaje?
La computadora es una herramienta, es un instrumento, es como lo es un lápiz o un cuaderno. Es el equivalente en el formato actual de la virtualidad. Ciertamente, para mantener una educación a distancia o híbrida que va a hacer uso del recurso tecnológico, será mucho más fácil sí los estudiantes tienen una computadora. Pero, definitivamente no va a suplir los problemas de aprendizaje. ¿Por qué? Porque no es primera vez que se hacen programas, ni a nivel nacional ni internacional, de dotar a niños con computadoras, programas que han fracasado o que no han dado los resultados previstos. “Una computadora por un niño”, “One laptop per child”, fue un programa grande a nivel mundial que no tuvo los resultados previstos en educación. Aquí en El Salvador, también, hace algunos años hicimos un programa de entrega de computadoras que tampoco dio resultados, digamos, demasiados maravillosos en términos de aprendizaje ni mostró ningún cambio trascendental.
Porque el aprendizaje no se trata solo de los instrumentos. Los instrumentos importan mucho, sí, pero el aprendizaje tiene que ver con la capacidad del docente, no solo de trasladar contenido si no que de planificar una nueva realidad: de emocionar al niño, de atraparlo en el proceso educativo, la capacidad del niño de hacerse cargo de su proceso educativo de forma autónoma ahora que él tiene que organizar su tiempo en la casa solo, etc. Entonces un montón de variables que median los resultados de aprendizaje que no tienen que ver con la computadora. En un país como el nuestro, con tantos problemas económicos que hay en los hogares, yo en lo personal habría optado más por, como le decía, explotar al máximo las posibilidades de plataformas como la televisión y la radio y hacer una inversión mayor en el tema docente y en el tema de los recursos que él puede llevarse a la casa Recursos como libros, como guías que coordinan estos instrumentos, etc. Ahora, lo de la computadora puede funcionar, no estoy diciendo que no. Pero para que funcione creemos que tiene que tener el acompañamiento de los otros procesos el del proceso de formación docente y el del proceso de apoyo a las familias o de formación de los docentes para que puedan convertir este proceso de aprendizaje en una mesa de tres patas. Está el niño, la escuela y el docente y los padres.
Ahora, a pesar de que, en términos generales, hay una propuesta del Ejecutivo al presupuesto de educación del próximo año y a pesar de que está considerada está dotación de computadoras y de recursos tecnológicos, vemos que no ha aumentado el rubro de capacitación a los docentes. Y esta es una deuda de años en este país. ¿Qué efectos tiene de que no se aumenten los recursos destinados a capacitar a los docentes salvadoreños?
Pues el efecto sería, probablemente, que los resultados de la inversión en el instrumento tecnológico no sean los que esperamos en términos de aprendizaje. Ahora, no solo se trata de aumentar el presupuesto. Todavía existe la posibilidad de usar los recursos que ya están de forma más adecuada al desafío específico. Si hay recursos destinados a la formación, hay que transformar esa formación hacia las áreas que ahorita son urgentes Entonces todavía se puede hacer algo con los presupuestos que se han asignado, aún si no serían los números que uno quisiera ver en términos de las grandes necesidades que tiene nuestro sistema. Todavía hay una posibilidad de coordinar esos recursos de la forma adecuada para que solventen los desafíos de la nueva época que viene.
Carolina, una buena parte del presupuesto de educación está orientado a pagar el escalafón de los docentes. ¿Este incentivo funciona efectivamente para la mejoría profesional de los docentes?
No de forma automática. El escalafón docente es un derecho legal que tienen los docentes. No estoy en contra que los docentes mejoren sus condiciones laborales, ni mucho menos. Creo que son un actor fundamental para el desarrollo de este país, pero creo que la profesionalización docente y la mejora de la calidad docente requieren de otras medidas adicionales a la mejoría que puedan tener desde la perspectiva económica. Creo que es fundamental que esta mejoría no sea automática si no que esté vinculada a un demostrado esfuerzo de parte del docente de su mejora en capacidades, en el desempeño de sus alumnos, en su compromiso con la tarea que esté ejerciendo.
Tiene que haber un reconocimiento no solo monetario, que también es importante, si no que social a la profesión docente, que no necesariamente han recibido. Hay una serie de elementos que tienen que ver con la profesionalización que superan grandemente el que se les dé un reconocimiento salarial, que seguramente es bienvenido por todos ellos y necesario. Pero creo que el tema docente es un tema donde hay muchas deudas en el país que hay que pensarlo de forma mucho más integral y avanzar hacia una verdadera profesionalización de la carrera docente.
El mundo ya empieza a reportar segundas olas por el COVID-19, y puede ser que en 2021 todavía no sea seguro para volver a la escuela. Usted hablad de la importancia de formar a los docentes en estas capacidades pedagógicas para un mundo o para un sistema híbrido. ¿Qué temas específicos son urgentes en esa capacitación, en ese trabajo con los docentes?
Bueno, es urgente, planificar la clase y las metodologías pedagógicas para el nuevo formato o que son más ad hoc al nuevo formato. Porque no es que sean exclusivamente para este pero la metodología de proyectos o la metodología de aula invertida, son metodologías que funcionan mucho mejor para el formato virtual que la clase tradicional donde el profesor habla y habla o él dictaba la plana. Hay que darles esas herramientas a los docentes.
Obviamente hay que explorar más herramientas tecnológicas si se decide que se va a trabajar así que la misma Google Classroom. Hay otras herramientas gratuitas, que los docentes podrían aprender a utilizar. O sea, sí vamos a quedarnos en este formato porque la pandemia nos obliga a ello un tiempo más o porque se toma la decisión de que este formato es bueno, habrá que explorar y profundizar en las herramientas que les estamos dando a los docentes y que están poniendo a disposición de los alumnos para trabajar en este formato.