“El reto será exigir que Bukele y su proyecto no cedan a la tentación autoritaria”
León Krauze, periodista y conductor de Univisión Los Ángeles
León Krauze es un reconocido periodista mexicano residente en Los Ángeles, Estados Unidos. Desde esa ciudad, conduce el noticiero de la cadena hispana Univisión. Desde afuera, Krauze ha sido uno de los principales cuestionadores del poder en México, particularmente de la relación del presidente Andrés Manuel López Obrador con la prensa de ese país.
En esta entrevista, el periodista explica que ha sido un patrón para los gobiernos de turno en América Latina, hacer de la confrontación con el periodismo independiente, una estrategia para lograr réditos políticos. Cuestionado sobre la realidad de El Salvador, bajo el gobierno del presidente Nayib Bukele y el amplio respaldo popular que lo llevó a obtener las mayorías en la Asamblea Legislativa, Krauze advierte que la concentración del poder nunca ha derivado en mayores libertades y democracia, y por el contrario expone su inquietud, si Bukele y sus funcionarios serán capaces de no caer en la deriva autoritaria.
Reporteros Sin Fronteras publicó recientemente su informe sobre la situación de la prensa en el mundo en el 2021, que recoge vulneraciones en el contexto de la pandemia de Covid-19 y destaca que países como El Salvador, Brasil y Venezuela han tenido dificultades en el acceso a la información pero también se conoce de la situación de México, donde no solo se dan agresiones a la integridad física de los periodistas sino que también se da la estigmatización de la prensa en el discurso público, ¿cómo ves la relación entre el poder y la prensa en América Latina?
Creo que la relación de la prensa crítica independiente y el poder atraviesa un momento muy peligroso. Por desgracia es un momento muy peligroso en buena parte del mundo. En América Latina, la situación es particularmente peligrosa porque se ha malentendido y, esto creo que es parte de una tendencia global, cuál es el verdadero papel del periodismo. Se ha malentendido porque desde el poder se trata de difamar y desacreditar a la prensa crítica en beneficio de los políticos, a quienes claramente les conviene echar a la prensa crítica en el saco de la oposición, de los corruptos, de aquellos que están en contra de “nosotros”. Y por “nosotros” me refiero evidentemente a estas figuras en el poder que tenemos en varias partes del mundo y, por supuesto, de nuestra América Latina.
“El papel de los periodistas no es otro más que hacer periodismo, parece una obviedad, pero es así de claro.”
León Krauze, periodista y conductor de Univisión Los Ángeles
Es decir: exigir rendición de cuentas cotidiana a cualquiera que esté en un cargo de elección popular, a cualquiera que tenga responsabilidad pública sin importar cuál sea su origen o el calibre de su responsabilidad. Ser absolutamente contundentes, implacables e imparciales.
Y me parece que desde el poder se ha desvirtuado el papel de la prensa crítica, e insisto, con fines de lucro político y eso nos ha hecho un daño enorme porque, si revisas los sondeos de opinión en varias partes del mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, hace mucho tiempo que la prensa no despertaba estas sospechas que son, en mi parecer, tan injustificadas. Nada de esto quiere decir, evidentemente, que no haya ejemplos de prensa corrupta en el mundo y en nuestra región. Pero echar a toda la prensa crítica, sin importar su origen, en el saco de la corrupción y del antagonismo es, por decir lo menos, un despropósito y, en su peor versión, una amenaza a la vida democrática.
Me gustaría entender esta dinámica política de generar un rédito al poner a la prensa como el enemigo. Recientemente tuviste una conversación con Quinn McKew, directora ejecutiva de la organización Artículo 19, en tu podcast “Letras libres”. Ahí, decías a forma de contexto que Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, nunca o anteriormente se había destacado por ser un hostigador de la prensa, esto lo vemos ya en su ejercicio en el poder. ¿Qué fue lo que cambió en esa relación con la prensa?
Es muy sencillo. Y es algo que se repite en otras figuras similares a lo que vemos con Andrés Manuel López Obrador. Y digo que es muy sencillo porque es una dinámica muy clara: Mientras la prensa crítica le sirva al político en cuestión, la prensa merece no solo respeto sino aplausos y reconocimiento; cuando la prensa crítica se enfoca en el político en cuestión, la prensa merece difamación, descrédito y calumnias. Es exactamente lo que ocurre con otros contrapesos en la vida pública, con estas figuras de las que estamos hablando, entre ellas, por supuesto, el presidente de México.
Para Andrés Manuel López Obrador, la democracia mexicana merece lo mismo: Difamación, descrédito y calumnias, cuando el ejercicio de la democracia no ha tenido como conclusión el triunfo de López Obrador: Cuando la democracia no le favorece, merece descrédito, difamación, sorna y agresión. Pero cuando el proceso democrático sí le favorece o concluye en su triunfo, mágicamente la democracia y sus instituciones son plenamente respetables. Esta dinámica se repite, así como lo he descrito, con la prensa y con las instituciones electorales; y se repite en muchísimos casos, por supuesto: el sistema judicial y otros casos.
Y es un sistema que, en efecto, ofrece, por desgracia, réditos políticos muy claros porque la calumnia en esta de la desinformación, de la ignorancia y de las teorías de la conspiración es difícil de desmentir sobre todo si esta viene desde el máximo escenario del poder o es transmitida utilizando el muy poderoso megáfono de la figura más relevante de la política de un país, de una ciudad o de un Estado. Es muy complicado luchar contra ella.
Si genera un rédito, como lo explicas, es porque existe una base social que respalda los ataques hacia a la prensa. Mencionaste que “no podríamos englobar a toda la prensa” porque no toda la prensa ha actuado de forma responsable; hablaste de “una prensa corrupta”. ¿Cuáles son las autocríticas que el periodismo debería de hacer para no caer en este punto en el que un líder en el gobierno puede llegar a desacreditar y hacer rédito político de ese discurso?
Un maestro muy querido que tuve, Daniel Moreno, quien ahora dirige Animal Político en México, siempre me ha recordado una frase que es básica: “Ante la duda, has periodismo”. Y luego sumaré otra reflexión de otro joven maestro de nuestra generación, el chileno Daniel Matamala, quien me explicó que los periodistas tenemos que acercarnos a nuestro oficio y utilizaba el ejemplo de Chile, y como hay diferentes generaciones de periodistas: la que creció en tiempos de la dictadura de Pinochet, que está aterrada de ejercer su libertad de crítica y ser una prensa independiente, dura e implacable; la generación que creció en la transición a la democracia, que pues tiene, quizás de manera subconsciente, de ser absolutamente implacable con los políticos, que no tiene que haber deferencia de “señor diputado qué placer de que esté con nosotros” sino que ser absolutamente claro y sentirse con la libertad de interrumpirlo y no dejarlo mentir, de no dejarlo regresar a donde se siente cómodo para obtener la nota, que en el fondo es la revelación de algo que sea útil para la discusión pública.
“Ese es el camino, es el único camino, porque lo único que tenemos los periodistas es nuestro apego al rigor y mientras nos apegamos al rigor podremos defender nuestra labor.
León Krauze, periodista y conductor de Univisión Los Ángeles”
Por supuesto esto es un ideal al que debemos aspirar que, digamos, no por ello debemos cerrar los ojos al pasado de la prensa en América Latina. En efecto, en México hay una larga y triste tradición de prensa corrupta, lo mismo que Centro América y América Latina, que acarreamos y cargamos hasta el momento. Pero las nuevas generaciones de periodistas, nosotros, los que somos relativamente jóvenes, y por supuesto la siguiente generación de periodistas tendrá que desmontar ese descrédito como ya lo está haciendo desde hace un buen tiempo a través del ejercicio riguroso del oficio, esa es la única manera.
Hablemos de El Salvador, Nayib Bukele asumió el gobierno el 1 de junio de 2019, luego de una histórica jornada electoral, desde ese momento hasta la fecha, esta administración se ha caracterizado según informes nacionales e internacionales de agresiones hacia la labor periodística, de abusar de la reserva de información pública. ¿Cómo se ve la libertad de prensa en El Salvador desde afuera?
Hay que apuntar que Bukele, como López Obrador, en México, no surge de la nada. La historia del bipartidismo salvadoreño es una historia muy dolorosa y llena de corrupción que ha generado años de profunda indignación, que, de manera justificada, hacen que la población añore por una opción política distinta. Esto es importante porque, justifica mi siguiente queja, el presidente Bukele ha emprendido un asalto contra la prensa libre y crítica que existe en El Salvador, ha intentado desacreditar el trabajo de periodistas notables reconocidos en el mundo entero y lo ha hecho de manera constante. Y no nada más con periodistas en El Salvador sino con periodistas en el extranjero. Su campaña de agresión constante contra Jorge Ramos, mi colega en Univisión, que ha cubierto El Salvador desde hace décadas con mucha profundidad, para mí es algo incomprensible.
Ahora, después de su victoria histórica reciente, Bukele ha insistido en este asunto. Yo no entiendo qué gana Bukele, siendo un presidente tan poderoso, con este asalto a la prensa crítica. Pero se equivoca porque un presidente joven que se presenta como una opción distinta, que se vende como una suerte de renovación moral de la vida pública en un país como El Salvador, debería, antes que nada: Respetar y proteger a la prensa libre pública; antes que intentar echarla de nuevo en ese saco de la oposición, calificando a todos con ese su sarcasmo habitual en él con el asunto de “los periodistas incómodos”. Me parece que Bukele se equivoca y traiciona su propia promesa de renovación moral.
Te preguntaba sobre cómo se ve desde afuera, porque los meses previos a su toma de posesión y los primeros meses de su gobierno vimos muchas reacciones internacionales destacando el perfil de un Bukele que era el vengador a esa corrupción de los partidos tradicionales. Ahora vemos un giro hacia un mayor control a la administración Bukele. ¿Tu percibes que de alguna manera hay un giro hacia el mayor cuestionamiento respecto a la imagen del presidente Bukele?
Me parece que hay preocupación ante la concentración de poder, aunque esta concentración de poder haya llegado por la vía democrática con los atropellos que también conocemos, porque nadie pasa por desapercibido que Bukele también faltó a ciertas normas que le habrían prohibido participar en el proceso democrático dado que él es el presidente del país. Pero digamos que Bukele obtiene esta mayoría histórica de manera democrática. La preocupación tiene que ver con lo siguiente, y esto es prácticamente una regla, por desgracia:
“La concentración de poder, sobre todo cuando es prácticamente absoluta, en las manos de un grupo y peor todavía en una persona, nunca, nunca deriva en la consolidación de las libertades y la democracia en la sociedad. Y yo sigo buscando una excepción a esa regla y todavía no la encuentro.”
León Krauze, periodista y conductor de Univisión Los Ángeles
No encuentro, de verdad, una sola excepción. Y me parece que ante Nayib Bukele, los congresistas (diputados) que le acompañan y sus simpatizantes que creen él con un fervor muy notable, el reto será exigir que Bukele y su proyecto no cedan a la tentación autoritaria. Sin duda alguna, hay señales preocupantes al respecto pero para que se cumpla la promesa de renovación que Bukele ha puesto sobre la mesa desde su nacimiento como político tiene que resistir esa tentación autoritaria sin titubeos.
Quiero volver a México porque has hecho una lectura comparada, de alguna manera, de la situación que ha pasado allá con la prensa. Me interesa conocer cómo está la relación del presidente mexicano con el resto de los órganos de gobierno. Sabemos que hay una propuesta de reforma impulsada por el mismo presidente y su partido MORENA para extender el período del presidente de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), quien también es el presidente del Consejo de la Judicatura. Se ha señalado que esto puede ser una amenaza a la independencia judicial, hemos visto reacciones de José Miguel Vivanco, de Human Right Watch. ¿Por qué esto representa una amenaza a la independencia judicial y a la democracia de México?
Me parece que el presidente López Obrador malinterpretó el mandato de los votantes, que lo eligieron con un 53% de los votos, que es un registro histórico pero que es también solo el 53% de los votos. Es la mayoría, pero apenas es la mayoría.
“López Obrador ha interpretado ese mandato del 53% como una licencia para el desmantelamiento institucional de México. Y así, en estos dos años ha atacado, revertido y desmantelado una serie de instituciones y órganos autónomos que han dejado al país maltrecho, esa es la realidad.”
León Krauze, periodista y conductor de Univisión Los Ángeles
Pero ahora, en las últimas semanas ha dado un paso más allá que es alarmante y que lleva esto a otra escala. Las dos cosas que ha hecho López Obrador y su partido son un ataque frontal para desacreditar y difamar al Instituto Nacional Electoral (INE) después de que tomó una decisión de descalificar de manera absolutamente justificada a un polémico candidato a gobernador en Guerrero, Félix Salgado Macedonio, y esa decisión provocó un asalto directo y amenazas claras, incluso contra el INE y contra al menos un par de sus consejeros. Este asalto desde el poder contra la autoridad electoral a 50 días de una elección es inédito y peligrosísimo.
Y, por supuesto, la decisión de extender de manera unilateral desde el legislativo el período del ministro presidente de la Suprema Corte, que además ha demostrado ser amigable con López Obrador…
… Es más, lo elogió en una de estas conferencias matinales…
… ¡Varias veces! Y viceversa. Hay una afinidad muy clara entre el presidente de la corte, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, y el presidente López Obrador y su proyecto. Esta extensión, que a todas luces es inconstitucional amenaza con poner en riesgo la división de poderes en México y esto ya es “harina de otro costal”, porque ya el desmantelamiento de las instituciones del país alcanza un registro que prende o debe prender los focos de alarma ante un giro autoritario que es inadmisible para un país como México y para una democracia que aún es joven y frágil como es la democracia mexicana.
Te preguntaba sobre México porque el próximo 1 de mayo asume la nueva Asamblea Legislativa, mayoritariamente de Nuevas Ideas, el partido del presidente Bukele, con mayorías absolutas que le permiten también hacer movimientos dentro de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), de hecho tiene que elegir a cinco magistrados. Hemos hablado de la prensa, de la independencia de los órganos del Estado están legitimadas por un amplio respaldo popular. Cómo desde el periodismo se puede trasladar al ciudadano que no somos “el gobierno bueno y los periodistas malos”, sino que hacemos un servicio público, ¿cómo se logra esto en un contexto de efervescencia de estos gobiernos?
Creo que la única manera, de nuevo, como te decía recordando el consejo de Daniel Moreno, es hacer periodismo. Es un trabajo muy sacrificado, sobre todo porque, a pesar de que los hombres que ejercen el poder, como lo hace López Obrador y, en este tema en particular, lo ejerce Nayib Bukele, como lo ejerce Jair Bolsonaro y como lo ejerció Donald Trump. Y cómo lo ejercen otras figuras similares que sugieren que la relación entre el poder de la prensa y el poder del presidente es equivalente y que esto es una relación circular. López Obrador siempre dice: “Yo estoy ejerciendo mi derecho de réplica”. No hay equivalencia alguna entre el que investiga al poder, quien denuncia los abusos del poder, entre la prensa y quien ejerce el poder y mucho menos cuando el poder se ejerce de manera absoluta, ¡No hay equivalencia!
Por eso, nuestra labor es muy complicada, muy compleja sobre todo cuando hay una figura que desde el poder intenta desacreditar lo que hacen los periodistas. Es una batalla cuesta arriba para la cual la única respuesta es: Seguir haciendo periodismo, ser rigurosos y ofrecer en nuestras investigaciones datos irrefutables porque, al final de cuentas, lo único que importa son los resultados, son los hechos. Todo el mundo tiene derecho a su propia opinión pero no a sus propios hechos: Los hechos, hechos son. Y mientras sigamos actuando así, me imagino que obligaremos primero al poder a respetarnos y luego a aquellos que dudan de nuestra labor a reconocer que hemos actuado con rigor y con justicia, cumpliendo el mandato central de nuestro oficio.
Mencionas que la única solución es “ser rigurosos y seguir haciendo periodismo”, sin embargo pareciera, al menos en el contexto centroamericano, que a pesar de los hallazgos periodísticos sigue siendo poco valorado el periodismo por parte de la ciudadanía. Identificas en algunos casos de la región alguna lejanía de la agenda periodística con respecto a las necesidades inmediatas de los ciudadanos, un alejamiento que ha hecho perder empatía. El periodista argentino Martín Caparrós escribió hace algunos meses sobre nadar contra la corriente, no hay que escribir sobre lo que la gente quiere escuchar, sino que seguir haciendo nuestro trabajo a pesar de que la gente no quiera escucharlo. ¿Cómo evalúas esto?
Es una reflexión muy importante la que planteas. Interpreto mi labor periodística de dos maneras que me gusta pensar que caminan de la mano. La primera es ese periodismo enfocado en la rendición de cuentas, en la investigación de los políticos, esa suerte de ejercicio pugilístico, en el mejor sentido el uso de este adjetivo: que es enfrentar a quien está en el poder y exigir una rendición de cuentas cotidiana.
Por otro lado me considero un periodista comunitario, me gusta, sin duda, estar cerca de la audiencia. Lo que más disfruto es salir a la calle y no nada más con un micrófono a ver qué pasa sino que a escuchar las historias de la gente. Así lo hice en este libro “Mesa: Historias de nuestra gente”, en donde fui a entrevistar en este caso a 50 migrantes, pero he entrevistado a cientos de personas en las calles de Los Ángeles y escuchando sus historias y entendiendo sus inquietudes y dolores. Creo que eso sin duda tiene que ser parte de la reconquista que necesitamos hacer los periodistas.
Pero atención, de verdad, no hay nada más importante que no perder de vista lo que tenemos que hacer, porque el riesgo mayor es permitir que la agresión y la difamación constante desde el poder nos amedrente. Esa es la apuesta de aquellos que están intentando difamar y desacreditar desde el poder: amedrentarnos para que nos quedemos callados. Así ganan ellos; y no es el periodismo quien pierde, sino la sociedad entera, a la larga. La sociedad quizás no se da cuenta ahora; pero a la larga, desgraciadamente, se dará cuenta.