Aprendizajes y retos que dejó el 2020 al periodismo salvadoreño
Julia Gavarrete y Jessica Ávalos, periodistas
(Transcripción editada de la entrevista realizada por Karen Fernández transmitida el domingo 20 de diciembre de 2020)
Quiero empezar esta entrevista con un tono optimista y preguntarles: ¿qué satisfacciones personales o profesionales les dejó dedicarse al periodismo en este 2020?
Jessica Avalos (J.A.): Empezamos con la pregunta más difícil. En un año tan complicado, para todas las profesiones es bien difícil hablar de satisfacciones. Sobre todo para quienes hemos ejercido nuestra profesión en medio de ataques y de un discurso de odio hacia el trabajo periodístico. Pero, a pesar de eso, creo que sí hay cosas positivas, algo que no había visto en los 12 años que de ejercer el periodismo. Nunca antes recuerdo haber visto la cohesión que empiezo a ver en el gremio y la creación de un nuevo ecosistema de medios. Este año permitió evidenciar que han surgido nuevos medios de comunicación que están haciendo periodismo a profundidad y de investigación.
Y no solo eso, sino que los medios tradicionales han empezado a abrirse, han empezado a hacer cosas que no hacían antes: reforzar sus unidades de investigación o crearlas, porque en algún momento las desmantelaron. Han empezado a retomar trabajos de otros medios. Lo que en algún momento entendíamos como competencia, no republicar o no darle el crédito a la competencia, porque nos habían salido primero o “robado la exclusiva”, creo que eso ya se empezó a diluir. Y ahora, quizá por el mismo ambiente tóxico que tenemos hacia la profesión o el ejercicio del periodismo, creo que los medios están como más cohesionados. Entonces, esa sí es una gran ventaja que nos deja este año. Y la otra, personalmente, yo me siento satisfecha de haberme incorporado este año a la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) y lo hice justamente porque creo que en una coyuntura complicada como la que vivimos es importante que las y los periodistas estemos organizados y, sobre todo, que el gremio esté unido.
Julia Gavarrete (J.G.): Para resumir un poco la satisfacción que me deja este año tan caótico: empezar el año con la pandemia nos llevó a hacer un nuevo periodismo. En 10 años que tengo de hacer prensa escrita, nunca me había encontrado con situaciones en las que tuviésemos que tratar de acercarnos más a historias que surgieron de la nada. A mí me llena de satisfacción que hubo gente que se abrió tanto, a confesarnos situaciones en las que estaban, no solamente en medio de la emergencia sanitaria, sino que también de lo que estaba ocurriendo dentro de instituciones, vinculado también con la pandemia. Creo que el reto nuevo que hemos tenido este año ha sido justo intentar acercarnos a estas historias, en medio también de un discurso de confrontación contra los medios y queriendo desacreditar nuestro trabajo. Lo que destaco más ha sido justamente estas voces de la gente que nos ha confiado sus historias.
Destacan una mayor cohesión, un nuevo ecosistema de medios y más énfasis en el periodismo de profundidad y un periodismo abierto a nuevas historias y a nuevas voces para explicar la realidad. Ahora, hablemos de lo más difícil de hacer periodismo en este contexto confrontación que hemos vivido en este 2020. ¿Qué ha sido lo más difícil?
(J.A.) Lo más difícil ha sido tener que replantear nuestra relación con las fuentes a partir de ese discurso de confrontación, en el que se nos quiere hacer parecer o ver como los enemigos e infundir miedo, porque se nos quiere presentar como un antagonista del discurso oficial. A partir de ese discurso las fuentes tienen miedo. Antes te compartían documentos por Telegram o WhatsApp, eso está descartado porque tienen miedo de que le estén interviniendo las telecomunicaciones, que le estén leyendo los mensajes o que vayan a tomar alguna represalia por compartirte información sensible.
Esto ha hecho que la situación con las fuentes se repiense y se replantee. Primero porque lo que menos buscamos es afectar a las personas que nos confían las historias, datos o documentos. Entonces, a partir de toda esta narrativa que se ha ido generando, las fuentes tienen más miedo. Y es una gran limitante, porque ahora a partir de la pandemia casi todo lo hicimos vía remota, pero nos ha tocado cómo volver a lo más básico, volver al terreno, sin poner en riesgo a la gente y en este escenario tan complicado como es la pandemia.
(J.G.) Lo más difícil, al menos lo que he sentido, es cómo no flaquear ante la situación en la que nos encontramos, tanto a ese discurso de confrontación que menciona Jessica, como al hecho de seguir haciendo nuestro trabajo y saber que lo vamos a hacer porque tenemos un compromiso con los lectores, más allá de querer simplemente salir con la historia aunque se nos vengan los ataques encima. Creo que eso, así como estar intentando hacer nuestro trabajo y no que eso parezca como que queremos seguir en una confrontación eterna con el Ejecutivo, que en realidad no es nuestra intención. No es nuestro objetivo ni es lo que hacemos. Desgraciadamente se ha manipulado toda la información y todo el mensaje para que se vea de esa manera, para que se vea como que somos esos antagonistas de la historia. Pero, creo que el hecho de cuando vemos y tratamos de hacer nuestro trabajo a partir de solicitudes de información y cómo de pronto pueden dilatar todo para que eso no se dé, es parte de eso, de no cansarnos y no desesperarnos. Creo que la paciencia ha jugado mucho en todo esto, pero sí, definitivamente hay que tratar la manera de no flaquear, creo yo. Eso es como con lo que cierro este año.
Este año las investigaciones periodísticas, por ejemplo, nos han mostrado que funcionarios del Ejecutivo utilizaron fondos públicos para comprar insumos con sobreprecios y escasos controles administrativos; o se han terminado beneficiando a ellos mismos o a familiares, evadiendo cualquier control posterior y rendición de cuentas. A partir de estas investigaciones de estos trabajos, ¿qué patrones o mecanismos de corrupción y abuso de poder creen que podemos identificar?
(J.A.) Definitivamente hay un patrón en diferentes ministerios. Se aprovechó la pandemia como excusa para evadir todos los controles que existentes. Aunque se ha ido viendo aisladamente, no ha ocurrido aislado. No es que Gato Encerrado publicara una historia, que Factum publicara una historia y ahí muriera; y que El Faro, otra, y que El Diario de Hoy, otra, sino que se repite en diferentes ministerios con diferentes ministros, funcionarios pero con características similares. Vendían a gente cercana, familia, amigos; compraban a sobreprecio. ¿Y qué es lo que yo identifico en común en todos estos casos? Además de las mismas características, creo que se denota el patrón en las actuaciones de los funcionarios y en sus declaraciones y explicaciones. Hemos llegado al nivel de que un funcionario nos diga “lo volvería a hacer mil veces lo que hice de la misma manera si lo tengo que hacer”. Intentan justificar esta acción solo porque estábamos en emergencia o porque la gente necesitaba una libra de arroz o comprar mascarillas. Observamos que se ven bastante sobrados, como con mucha confianza de que no van a haber consecuencias por sus acciones. Y eso es preocupante porque el periodismo ha revelado diferentes irregularidades en compras durante todo este año. Incluso adelantándose a investigaciones que debería de haber llevado la Corte de Cuentas de la República (CCR), investigaciones que tuvo que haber liderado el Tribunal de Ética Gubernamental (TEG). El periodismo ha ejercido el papel de un mecanismo de control que debieron de estar haciendo instituciones del Estado. Lo que noto es prácticas específicas. Además un discurso de “no importa”, de que no les preocupara las consecuencias que pueden haber por esos actos.
(J.G:) Agregándole a lo que menciona Jessica, creo que la pandemia sí reflejó un patrón muy común en cuanto al manejo, por ejemplo, de registros: no ha habido información suficiente como para poder decir de dónde vienen estas compras o qué se ha hecho con este dinero. Creo que esto lo hemos visto sobre todo en tres ministerios muy puntuales como en Salud, Agricultura y Obras Públicas. Porque no solamente estamos hablando de contrataciones de servicios sino que también de contrataciones de personal, que de repente puede haber en la Presidencia de la República, como en el caso del Banco Central de Reserva (BCR) o en el caso de la Dirección Nacional de Medicamentos donde han contratado personas que no han pasado por el proceso de ley. Entonces, desgraciadamente no solo estamos frente a un patrón de contratación de servicios que puede ser irregular sino que también tenemos a funcionarios que no sabemos realmente bajo qué condiciones han sido contratados. Incluso, recuerdo la investigación de Jessica a inicio de año sobre el jefe del Registro Penitenciario, que no cumplía con el perfil para el cargo.
Ni con las credenciales mínimas.
Desgraciadamente este Gobierno lo que tiene es este descaro de justificar cada acción. Y eso va para todo tipo de decisión que toman.
Hablan de un patrón de operaciones y de contrataciones; pero también de cómo los funcionarios responden ante estas irregularidades, con esta confianza o este descaro. Aun así, la encuesta de opinión pública de la Universidad Centroamericana (UCA) también muestra o parece explicar esta confianza de los funcionarios cuando solo el 34.9% de los encuestados contestan que veía poda corrupción en Nuevas Ideas. Y el 29.7%, decía que ninguna corrupción. ¿Cómo explican esta aparente contradicción? Es decir, esta brecha entre lo que el periodismo señala y lo que las personas perciben sobre el Gobierno del presidente Bukele y sus aliados de Nuevas Ideas.
A a mí me encanta un meme que dice «cada quién defendiendo a su corrupto favorito». El resultado de las encuestas tiene una explicación en los niveles de popularidad o de aceptación de los políticos que se venden como nuevos o que dicen ser los nuevos son tan altos que se valen de esos niveles de aceptación o popularidad para no rendir cuentas o no dar explicaciones sobre las acciones que están tomando. Y, además, creo que estamos en un momento en que la gente estaba tan cansada y decepcionada de los políticos anteriores; porque probó de un lado y luego del otro y al final resultó ser lo mismo.
Ahora esa esperanza está cifrada en esa gente nueva. Y esa esperanza o ilusión todavía sigue siendo tan grande, que no le permite creer que hay posibilidades de que esas personas que se vendieron como lo nuevo, como lo diferente o los que no iban a repetir las prácticas de “los mismo de siempre”, lo estén haciendo igual. Esa ilusión de la ciudadanía con los nuevos personajes, que aunque al final repiten prácticas de los viejos personajes de la política creo que ha puesto una venda a la ciudadanía. Y eso hace que la gente diga, bueno, porque yo lo he escuchado mucho en la calle, en entrevistas hay gente que me dice: “bueno, pero es que los demás robaban. Ahora estos si están robando, por lo menos me traen una bolsa, me traen una canasta. Al menos hoy se están viendo las obras”. Ese “al menos” es la justificación. La gente como que está en un momento en que la desilusión o el impacto de las gestiones anteriores fue tan grande que ahora se conforma con el “al menos están haciendo algo”.
(J.G.) Decir “retroceso” es un poco simple porque pareciera que es la cuadriculación ya de una estrategia, que podría convertirse luego en una idea de proyecto que podría tener al Gobierno para justamente ir cortando todos los mecanismos que la ciudadanía puede tener para exigir y controlar en algún momento la gestión gubernamental. Esto nos ha llevado a que nos cueste muchísimo más lograr información pública. Creo que no solo se trata de que nos están quitando un derecho como ciudadanos, sino que ya en nuestro trabajo no es tan fácil venir y pedir información pública, sino que tenemos que pelear esa información. O incluso seguir los procesos largos y dilatados que nos están llevando a prácticamente a que continuemos, si es que queremos llegar a obtener algo. Pero, desgraciadamente, incluso a diferencia de cuando el FMLN estaba en el Gobierno, que teníamos procesos muy largos para obtener información; ahora, a lo que nos estamos enfrentando es que la mayoría de información se está declarando estratégicamente reservada. O simplemente es como la respuesta que nos dan a todas las peticiones que estamos haciendo, sobre todo cuando saben quién es la persona que lo está pidiendo. Entonces, creo que es ahí donde está el mayor problema, que creo que todavía la ciudadanía no se da cuenta que todo esto que ha ocurrido dentro del Instituto de Acceso a la Información Pública, puede llevarnos a que en algún momento no vamos a tener el acceso o ejercer este derecho que por años ha llevado a que ahora lo tengamos. Entonces, retroceder sería como muy simple, como dije al inicio, porque desgraciadamente estaríamos volviendo a la época que tanto la gente, que incluso está desencantada, crítica. Que son los tiempos de Arena, que nunca existió información de nada ni registro alguno. Entonces creo que es aquí donde tenemos que prestar mayor atención y exigir aún más. Bueno, el periodismo seguirlo haciendo, seguir insistiendo con la información.
Julia habla de una estrategia de no sistematizar y no entregar la información. Y, por supuesto esto dificulta también nuestra capacidad de informar y de explicar a las audiencias. Ahora, ¿cómo sortea el periodismo estas dificultades, Jessica? ¿Qué estrategias o qué tácticas se pueden implementar desde el periodismo para sortear estas restricciones?
(J.A.) Creo que no podemos renunciar a que los derechos humanos son progresivos. No podemos retroceder ni permitir esos retrocesos. Aunque, como bien apunta Julia, parece que ya volvimos a la época de Tony Saca, quien decía que «la mejor ley de acceso a la información pública era la que no existía». Y el país tenía una buena ley pero ahora parece que están activando diferentes maneras de boicotearla y hacer que sea una ley débil, con un aparato tomado ya por el partido de Nuevas Ideas. La mejor manera que podemos nosotros cuidar este derecho, desde el ejercicio periodístico, es agotar hasta la última instancia.
Porque si bien teníamos un Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP) que respondía los intereses ciudadanos, que revocaba las negativas de información, que quitaba las reservas, ahora estamos enfrentando una institución completamente diferente. Yo, por ejemplo, este año he pedido, para poder un ejemplo y para que la gente diga cuál es la importancia de esto. Al final, ¡nosotros pedimos información sobre cómo se usa el dinero público! Sobre cómo los funcionarios están usando el dinero que es nuestro, que es de la ciudadanía. Yo pedí durante la pandemia cuáles eran las contrataciones que hicieron en Casa Presidencial y sus principales secretarías.
Por ejemplo: En este año me contestaron que por la pandemia no me lo podían dar porque no tenían personal. Y yo entendí y dije, “bueno, sí, es un momento complicado. A lo mejor no hay gente de recursos humanos. Pero luego vuelvo a presentar, cuando ya había mejorado la situación, cuando se habían levantado las reservas, cuando habíamos no vuelto a la normalidad pero sí teníamos una situación un poco más estable. Y me vuelven a contestar que no me la dan”. Y eso es información oficiosa. Las contrataciones es información que debió estar colgada en el sitio de la presidencia. Para nosotras, como ciudadanas y como ciudadanos saber cómo están gastando el dinero, a quiénes están contratando, qué plazas nuevas han creado. Porque si nos dijeron que había una nueva fábrica de empleos, y supuestamente la desmantelaron, necesitamos ver si es cierto que se hizo. Entonces, esa información hasta el día de hoy no se me ha entregado y todavía la estoy peleando en el Instituto. Yo podría decir ahora, bueno, este Instituto está resolviendo favorable los intereses de la presidencia, voy a desistir del proceso. Pero creo que no. Que lo que nosotros como periodistas debemos hacer es agotar hasta la última instancia. Porque si topamos en el Instituto y no funciona, para eso está una Sala de lo Contencioso, para eso está una Sala de lo Constitucional, y creo que lo que debemos hacer ahora es no perder la capacidad de seguir luchando por esto tanto que nos costó, que fue ejercer nuestro derecho ciudadano de acceso a la información.
Hablamos de que las fuentes tienen miedo, que las garantías de acceso a la información vía mecanismos institucionales están cerradas. Ahora, ¿qué lecciones rescatan, entonces, de cómo hacer periodismo en este contexto adverso de bloqueo, pero también de estigmatización y de persecución al trabajo de la presa? ¿Cómo nos enfrentamos a esto? ¿Qué lecciones hay que rescatar e implementar, de hecho, en el año que se nos viene, Julia?
Gracias. Yo creo que la lección que destaco es que todavía se sigue haciendo periodismo. Pese al contexto adverso todavía se siguen haciendo publicaciones en las que se ha podido revelar justamente toda esta posible irregularidad de administración que se está dando en apenas un año de gobierno. Eso, yo, la verdad sí tengo que agradecer muchísimo. Como lo decía al principio, cuando las personas son las que nos buscan para decir «tengo que contar esto», y están completamente abiertas para hablar. Sí ha sido difícil, porque creo yo que ya no es como decía Jessica, no es tan fácil ahora que con un mensaje las personas se sientan seguras, sino que realmente se ha complicado toda la comunicación. Pero creo que esta adversidad se ha ido superando poco a poco, porque sí ha habido posibilidad de poder conocer pero dentro de algunas cosas que son básicamente todas estas publicaciones que se han podido revelar. Porque creo que ha sido muy poco el trabajo que realmente ha salido por solicitudes de información que no se han podido responder. Hasta la fecha igual yo sigo esperando muchas respuestas de solicitudes que no se me han dado, y desgraciadamente la única manera que responden desde las instituciones es concluir que estamos en pandemia y no tenemos el recurso. Pero, desgraciadamente, cuando se ha venido insistiendo tantas veces y se ha venido solicitando información, pareciera que ya no es como una simple respuesta. Es porque, la verdad, podríamos pasar cinco años más con respuestas de ese tipo.
¿Cómo se hace periodismo a pesar de la adversidad?
Yo creo que es volviendo a lo básico, volviendo a la calle, volviendo al terreno, restableciendo la conexión con la ciudadanía. Porque por mucho tiempo las y los periodistas creíamos que estábamos en un pedestal y nos desconectamos de lo que la gente estaba sintiendo en la calle, de las historias. Y nos alejamos. Hubo un momento en que, y digo en plural porque realmente fue generalizado, que se empezó a hacer periodismo desde el escritorio, desde las oficinas, y dejamos de visitar el terreno, dejamos de hablar con la gente y de ver qué es lo que la gente estaba sintiendo.
Entonces creo que en este momento en que se nos ha cerrado la posibilidad de hacer minería de datos, de encontrar, de identificar, de hacer análisis de información oficial que estaba disponible en algún momento y que ahora nos está costando más conseguir. Creo que tenemos que apostarle al periodismo de a pie, que en algún momento lo dejamos tan descuidado. Creo que… Y es complicado decirlo en este escenario, porque hacerlo ahora en medio de pandemia cuando lo que se busca es menos contacto físico, que cada quien trabaje desde su casa. Es un poco complicado hacerlo en este escenario, pero creo que es la única manera que tenemos de sortear este bloqueo que nos están haciendo a través del ocultamiento y el enterramiento de la información oficial.
El presidente Bukele, sus funcionarios, y otros líderes de partidos o de movimiento políticos utilizan discursos estigmatizantes y criminalizantes contra los trabajadores del periodismo, sobre todo el periodismo que se plantea crítico frente a la gestión gubernamental. La Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la CIDH ya ha dicho que estas prácticas de estigmatización y acoso son particularmente graves cuando se trata de mujeres periodistas. ¿Qué prácticas en su trabajo o qué rutinas han cambiado a partir de la estigmatización en el discurso del Ejecutivo y otros funcionarios o líderes políticos?
(J.G.) Creo que el mayor cuidado ha venido en la manera en que nos manejamos en redes sociales. Ese ha sido uno de los escenarios donde más hay que cuidarse y saber la forma en la que vamos a dar a conocer alguna información. No olvidarnos que en realidad somos periodistas, para que de esta manera no entremos en el juego, que yo creo que es en el que nos quieren meter, en esta misma línea de ataques como de empezar con «dimes», y creo que eso es una de las principales cosas a tomar en cuenta y hay que tenerlas bien claras. No estamos para generar confrontación sino que para simplemente presentar trabajos periodísticos y presentar nuestro trabajo.
En otras cuestiones, yo creo que sí hay muchísimo más cuidado también en nuestra seguridad personal. Desgraciadamente, los mensajes que se mandan son muy confrontativos e incluso pueden generar un poco de agresividad de parte de personas que no sabemos si solamente es un trol o hay alguien detrás de esa cuenta. Pero creo que sí tenemos que manejarnos con muchísimo más cuidado en diferentes lugares porque no sabemos qué tanto estos mensajes van a calar en la gente. Entonces sí, creo que toda esta confrontación nos ha llevado a tomar estrategias para evitar no caer en este mismo círculo que quieren, pero a la vez tratar de cuidarnos, tanto en este espacio virtual como en el físico.
Para cerrar, te hago pregunta final. ¿Qué recursos institucionales y, además, efectivos nos quedan para defender el ejercicio del periodismo y, en general, defender el derecho a la libertad de expresión en El Salvador?
(J.A.) Pues, todavía tenemos el auxilio en la Sala de lo Constitucional, creo que nosotros podemos seguir escalando todas las instancias. O sea, hay que llegar hasta la última instancia. Hay que llegar a donde haya que llegar para defender todo lo que habíamos avanzado en materia de transparencia. Porque el trabajo que hacemos, el periodismo es un pilar para eso, para que se sostenga y para que la función pública sea transparente.
Pero tiene sus costos y sus restricciones acceder hasta estas últimas instancias institucionales también.
(J.A.) Hay que seguir capacitándonos, más ahora que han surgido nuevas instancias y que los casos de acceso a la información se están yendo más allá del Instituto de Acceso y van a una Cámara de lo Contencioso Administrativo. Creo que hay que estar enterados de que está pasando eso, estar informados, conocer y buscar auxilio en organizaciones que estén dispuestas a trabajar por la transparencia. Otra forma importante, es estar unidos como gremio, que estemos dispuestos a colaborar entre sí. El trabajo colaborativo creo que se vuele muy vital en esta era, no solo en El Salvador sino en el mundo. Seguirle apostando a borrar esa barrera de los medios y tratar de ir más allá; porque al final tenemos un interés en común: trabajar para develar todos los casos de corrupción que se estén dando.