“El déficit fiscal llegaría al 16% del PIB sí se adquiere el endeudamiento por los $3 mil millones y el PIB cae del 5%.”
José Andrés Oliva, economista e investigador de Fusades
(Transcripción editada de la entrevista con Karen Fernández, transmitida el domingo 31 de mayo de 2020)
Con una caída del desempleo latino en Estados Unidos llegando al 18%, superando por cinco puntos a la crisis financiera de 2009, las previsiones realizadas por el economista José Andrés Oliva junto al equipo de investigadores de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades), no son muy esperanzadoras para la economía salvadoreña.
Mirá las cifras de remesas hasta mayo, actualizadas por el Banco Central de Reserva este 15 de junio
Con una economía nacional atada a lo que suceda en Estados Unidos y sin tener certezas de cómo será la recuperación en el país norteamericano. Oliva habla de que las remesas podrían tener una disminución para el 2020 entre $1,400 millones y $2,000 millones, que ronda una caída de 5 puntos del PIB. Esto afecta a nivel micro, por ejemplo, sí al ingreso de los hogares que reciben remesas que viven abajo de la línea de pobreza se les reduce el 100% de ese apoyo económico, la pobreza aumenta casi siete puntos. Pero también a nivel macro,aumentando presión al déficit fiscal que enfrentará el Estado, porque sería dinero que no entrará en la economía por el consumo y la caída de la demanda interna.
Al cierre del 2020, el Banco Mundial proyecta que las remesas en América Latina y el Caribe caerán en promedio un 19 % como consecuencia de la crisis del COVID-19. ¿Qué proyecciones tenemos sobre la caída de remesas para El Salvador?
Las remesas son flujos de recursos que las familias salvadoreñas reciben año con año y son una parte importante del ingreso nacional bruto, tomando a la economía como un todo. Entonces, sí es un aspecto clave que están en una disminución fuerte, esto proviene del comportamiento de la inserción que tiene los salvadoreños en encontrar oportunidades laborales en Estados Unidos, país que ha resultado muy afectado por los contagios y por la situación de la enfermedad, lo que provocó esta especie de lockdown (encierro) del que tanto se habla. Se ha dicho recurrentemente que hay un aumento súper significativo en los reclamos de seguros por desempleo, un hito que no se ha percibido en los registros, un incremento increíble de esos reclamos de seguro por desempleo y específicamente la tasa de desempleo hispano ha percibido un fuerte incremento. Estaba alrededor del 6% o 4% a finales del año pasado y se ha disparado al 18 %. Este es más alto de lo que alcanzó el desempleo hispano en la crisis de referencia del año 2009, en que se llegó al 13%, y este incremento en el desempleo hispano es más abrupto que la anterior crisis, o sea este desempleo es más fuerte y más agudo.
El año pasado según el BCR, las remesas fueron 5 mil 650 millones de dólares. ¿Tenemos una proyección de cuánto dinero menos recibiremos en concepto de remesas al cierre de 2020?
Nosotros utilizamos un modelo econométrico, tomando la correlación que existe con el desempleo hispano en Estados Unidos y tomando en cuenta el último dato del Banco Central de Reserva (BCR), donde se registró una caída de 40%. La disminución anual podría ubicarse entre $1,400 millones y $2,000 millones, que es una cifra muy alta de descenso en las remesas. Eso significa en términos de la economía que podría rondar una caída de 5 puntos del PIB y si las remesas son una parte de la demanda interna que hacen los hogares podríamos pensar entonces que la demanda interna se reduciría en -5% y eso sería parte del escenario de la contracción económica que El Salvador tendría en 2020. Una contracción económica que no está relacionada ni con las medidas de cuarentena, ni con otro efecto más que uno de los factores externos más importantes. Eso llevaría a reflexionar que la caída en la economía podrías ser mayor que este -5%, por que las remesas estarían disminuyendo en esa proporción.
El Salvador es uno de los países de la región donde las remesas representan un porcentaje importante de lo que producimos cada año (PIB). El año pasado las remesas fueron un 20% del PIB. ¿Qué significa esa relación?
Por ejemplo, el PIB de El Salvador son $27,000 millones. Las remesas no son parte de la producción interna, si no que se añaden a la producción interna y conseguiríamos realmente lo que tiene de ingreso la economía en su conjunto a ese concepto se le llama: Ingreso nacional bruto disponible. Las cifras disponibles indican un ingreso disponible de $31,000 millones. Si eso se reduce, la capacidad de la demanda interna cae y eso afecta por ejemplo, la capacidad del país de tener importaciones. Por otro lado, El Salvador importa mucho petróleo, porque no producimos petróleo que también está cayendo, entonces la caída en las importaciones vía esa disminución de recursos podría acotarse en un poco alrededor de 500 millones, que hemos calculado porque la factura petrolera también va a mermarse por la actividad económica interna y también por el precio internacional.
Otra cosa, a la que me quería referir es en términos de la pobreza. Si uno toma el año 2018 como base, porque es el último año en el cual se tiene un dato de pobreza que llegaba al 30% y uno hace el ejercicio para hacer la simulación quitando del ingreso de los hogares el 100% de las remesas a los que viven abajo de la línea de pobreza, la pobreza aumenta casi siete puntos.
Hicimos un ejercicio de simulación en el que vimos qué acontecería si los hogares disminuyen sus remesas. Algunas informaciones que hemos recibido indican que no todos los hogares se van a quedar sin remesas, si no que algunos recibirán un porcentaje por un valor mensual menor y otros hogares, si su familiar se encuentra en una situación mucho más complicada, entonces si lo disminuiría. Si la remesa se disminuye el 30%, por ejemplo, este efecto de disminución de la pobreza se reduciría a la mitad, o sea un 3.3% fuera lo que la pobreza subiría si este shock se concretiza. La manera en que este shock ocurra entre los hogares definirá esta situación. Lo que estamos viendo es que los datos hasta ahora muestran que el efecto en bienestar social para las familias se reduciría a la mitad. Si son 400 mil personas las que dejan la pobreza por las remesas, posiblemente 200 mil personas entrarían a la pobreza por este efecto.
Además de la gravedad del incremento de la pobreza, ¿qué otras áreas de la economía salvadoreña serán afectadas por la disminución del flujo de remesas?
Las remesas se traducen en que las familias tienen consumo. Si uno lo mira macroeconómicamente, siempre los economistas nos decantamos a que la mayor parte se dedica al consumo. Ahora si el ingreso nacional bruto disminuye en una magnitud 2 mil millones, todavía las posibilidades de ahorrar serían menores y una parte todavía va a reducir más el ahorro y también se reduciría la inversión. Por otra parte, alrededor del 30% de la recaudación tributaria viene por el lado del sector comercio. Y al disminuirse las remesas la actividad del sector comercio disminuiría y la recaudación también que vería en parte también afectada por este efecto. Y repito: un efecto de un golpe externo que no está relacionado con las medidas internas, es una cosa externa al igual que la caída de las exportaciones.
Y a los efectos de este golpe externo hay que sumar los efectos de las medidas internas…
Cuando se ve la tasa de crecimiento de la economía como un todo, sí. Sí está caída podría estar llegando al 5% del PIB. Evidentemente estamos en una situación muy complicada para varios ámbitos de la vida y eso va a impactar más a la economía. Es algo externo, que no está como en nuestro circulo de influencia que es algo evidentemente externo pero que tenemos que tomar en cuenta porque nuestras acciones de van a ver aún más sobre nuestras economía se van a ver aún vista más porque las remesas van a caer en esa magnitud.
Usted explicó que menos remesas implican menos capacidad de consumo, esto afecta al sector comercio, y por tanto, también se afecta la recaudación de impuestos. ¿Qué efectos tendrá para las finanzas públicas la disminución en la recaudación del Impuesto al Valor Agregado (IVA)?
El consumo es una parte importante de la recaudación de impuestos proviene del IVA. El consumo es una parte de la economía y esa base es gravada a través del IVA, que es un pilar de la recaudación, en el sentido de su aplicabilidad, de que el consumo es una base amplia. También el IVA tiene la peculiaridad que es de los impuestos más susceptibles a la actividad económica. Por eso es que uno de los primeros impuestos que se ve afectado sobre las remesas, que han caído abruptamente el 40% en abril, más o menos el flujo mensual se ha reducido a lo que teníamos en 2002, por ejemplo. Esto impacta directamente la recaudación tributaria, por el IVA. Nosotros hemos hecho unos cálculos sobre la caída de la recaudación tributaria anual y algunos escenarios apuntan entre $600 o $700 millones de caída, vista como un todo, eso sí, no solo a través del IVA, sino de todos los impuestos.
Estamos hablando de una proyección de $600 o $700 millones de dólares menos en la recaudación anual. ¿Cuánto agrava eso el déficit fiscal?
Lo incrementa. No hay otro aspecto más.
Pero ¿qué efectos tiene ese incremento sobre la vida de los ciudadanos?
El déficit fiscal es una piedra angular de la macroeconomía salvadoreña. Nosotros siempre hemos pensado que el manejo responsable y equilibrado de ese déficit tiene que brindar estabilidad para hacer negocios y la vida cotidiana. Complicar la vida del ciudadano por esa vía sería un gran error. Hay que buscar alternativas, que podrían ir por dos caminos: o reorganizamos el gasto, disminuyendo cosas que no vamos a necesitar porque no son urgentes, para que eso no se traduzca en aumento de déficit; o adquirir deuda, que debe tomarse con condiciones favorables para el país. De lo que se trata es conducir al país en una ruta que devuelva la estabilidad, que Ejecutivo y Legislativa se monten en un paquete consistente. Están en juego muchas otras cosas por el lado del gasto y eso se tiene que ordenar, se tiene que ver con transparencia, con diálogo y consistencia.
Usted dice que sería mucho más complicado si “además, entramos a una crisis fiscal”. Pero ¿no estamos ya en una crisis fiscal?
La situación era vulnerable desde antes que la crisis comenzó y nosotros siempre hicimos muchos llamados a que la responsabilidad fiscal debe privar, acercándonos a la ley de responsabilidad fiscal. Entre la crisis del 2009 y la de hoy, la deuda tuvo un ascenso paulatino, pero nunca descendió, no se tomó la previsión y eso nos afectará, porque ya tenemos una deuda del 71.4 % del PIB, que es una deuda alta. Es importante hacer una preferencia por fuentes de financiamiento con multilaterales, a través de la emisión de bonos, porque la percepción de nuestra economía que ya teníamos, más la crisis que se sumó, ha venido a elevar drásticamente el riesgo país. Y tenemos que tener cuidado para no terminar afectando aún más a la familia salvadoreña, con esa vulnerabilidad financiera. Es importante encontrar el rumbo, prevenir los contagios, pero hay que guardar la calma, no hacer llamados a la angustia, sino al orden, a salvaguardar la vida, pero con transparencia y encontrando el rumbo para suplir esta deficiencia de ingresos tributarios.
En este momento de crisis gobierno ha priorizado el gasto, pero tenemos bajos ingresos fiscales, teníamos ya una situación previa de déficit fiscal. ¿Cómo se hace balance entre estos factores?
Encontrando un balance más adecuado para la economía.
¿Pero cómo?
El gasto no se tiene que ver cómo un total fijo, no se debe ver como un todo, sino que está compuesto por muchas partidas. Están los salarios, que son importantes para la gente. Creo que se han tomado medidas como el hecho de hacer un atraso en la inversión pública, que es una de las variables, que deprimen el crecimiento hacia adelante, pero en una circunstancia como la que estamos se puede mermar un poco. Hay otro tipo de gastos, que son pequeños pero hay que ir acotando, como seguros privados, contrataciones, aumentos de salarios, todo ese tipo de cosas se tendrían que poner en el congelador y si se puede disminuirlas hay que hacerlo. Y se ha hecho, se han reorganizado las partidas, pero hay que hacerlo más todavía. La idea es encontrar el balance de reducción de las partidas que no están atadas a la emergencia para llevar fondos a las que sí están ligadas a la emergencia, pero aprovechar aún más los recursos y tener un panorama claro para que el déficit fiscal no tenga un abrupto ascenso. Otra proyección que hacíamos veíamos que este podría llegar ser 16 % del PIB. Pero eso es demasiado desproporcional, contando la caída en la economía. Por eso repito sí vamos a enfrentar un déficit fiscal más alto, el ascenso debería ser menor.
Para que nos quede claro, ¿ese 16% es una previsión por la disminución del PIB?
No el déficit fiscal podría llegar al 16% del PIB, sí se toma todo el endeudamiento por los $3 mil millones de dólares y a eso le sumamos un PIB cayendo más de un 5%-
La disminución de las remesas está causada por la pérdida de empleos en Estados Unidos y el desempleo afecta particularmente a la población latina. ¿En cuánto tiempo se proyecta la recuperación económica y laboral de los Estados Unidos?
No encontraría información que nos brinde una respuesta más certera. Lo que hay en el panorama actualmente es solo la forma de la letra que va a tener esa gráfica. Vemos que la economía va a caer y que el desempleo crecerá, pero esa caída es abrupta, un desplome abrupto, eso está claro. Si el ascenso es paulatino se podría tomar entre uno o dos años; si es tipo “V” podría tardarse un año; si es tipo “W” podría decirse que es una caída, luego un ascenso y luego otra caída. El escenario más complicado sería el tipo “L”, donde no hay una recuperación, cosa que yo considero que no será el caso. Aún el precio del petróleo se ha recuperado y eso refleja actividad económica. Yo más esperaría una caída abrupta y un ascenso suave que se puede tardar hasta dos o tres años, sino hay más daño permanente sobre la economía. Es algo que todavía no nos da mucha certeza, pero que hay que tomar la previsión que tomará algún tiempo, en años, recuperar la economía.