“Hay una falta de confianza hacia El Salvador ante el debilitamiento de las instituciones democráticas”
Adam Isacson, Director para veeduría de WOLA
Adam Isacson es el Director para Veeduría de Defensa en la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), por sus siglas en inglés). Isacson es un especialista en las relaciones de Estados Unidos con América Latina y una figura influyente de la sociedad civil en los asuntos políticos de Washington D.C. hacia la región.
Junto a Isacson analizamos la reciente visita de Ricardo Zúñiga, enviado especial del presidente Joe Biden para el Triángulo Norte de Centroamérica. Según Isacson, Zúñiga tiene la difícil tarea de “tratar de crear oportunidades, acabar con la corrupción y alentar a la gente” mientras tiene que logra un balance con lo que el mismo Juan González asistente del presidente Joe Biden y director principal para el hemisferio occidental del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, ha llamado “Elites predatorias”, que incluye a los partidos políticos y funcionarios acostumbrados a viejas prácticas que le ayudan a mantener el status quo.
Para Isacson, el trabajo de Zúñiga incluye esquivar estas elites al tiempo que “se relacionan con ellas (…), se van a sacar fotos y serán muy cordiales, pero hay una falta de confianza que es innegable y que hace muy difícil el trabajo de Zúñiga”, dice. Además, conversamos de los retos de la nueva gestión demócrata en materia migratoria, donde reconoce que la aritmética en el Congreso no está del lado de Biden.
¿Qué reacciones iniciales ha generado en Washington D. C. la visita de Ricardo Zúñiga, enviado especial del presidente Joe Biden para el Triángulo Norte de Centroamérica a Guatemala y El Salvador?
En Washington D. C. muchos quieren saber qué puede hacer Estados Unidos en el corto plazo para reducir el flujo de migrantes, para que no haya tanta desesperación en este momento. Las expectativas son qué puede hacer Zúñiga, qué puede ofrecer y qué colaboración puede recibir de los gobiernos. Y si no la recibe de los gobiernos, ¿qué es lo que puede hacer con grupos privados, con el sector privado y con la sociedad civil? Esa es más o menos la pregunta y se esperan respuestas, porque él llevará lo que aprenda a la vicepresidenta Kamala Harris, quien es la encargada de esta política. Pero estamos muy enfocados en el corto plazo.
Según lo que se ve en Washington D.C., ¿esta visita genera expectativas de que se producirá algún resultado tangible o era más bien un primer acercamiento en el terreno?
Hasta cierto punto fue una oportunidad para conocer a los líderes de los países y algunos de los líderes de la sociedad civil para saber quiénes realmente serán las contrapartes porque no existía esa relación durante el gobierno de Trump, entre estos oficiales y los líderes de la región. Lo que no sé es si han ofrecido mucha ayuda nueva o generosa o sí realmente solo están, diría, tratando de ver el nivel de voluntad que tienen estos líderes para colaborar.
¿Identificas que esto fue explorar el terreno para reconstruir esa relación que se vio deteriorada o fría en la era del presidente Donald Trump?
Es un cambio bastante abrupto de un gobierno de Trump que estaba regañando pero dejando de presionar en temas de derechos humanos y corrupción con solo hacer algunas cosas para limitar la migración de su gente. Ahora es casi al revés, hay un gobierno (el de Biden) al que le importa mucho la corrupción, hablan siempre de la corrupción y del sistema de derechos humanos y en el caso de El Salvador: del estado de la democracia a la misma vez que, de alguna manera, les está pidiendo la colaboración al gobierno salvadoreño. No sabemos como exactamente se hará eso pero sí hay un cambio abrupto y tienen que enviar este mensaje en visitas como esta.
Llamó la atención que una de reuniones más importante de Zúñiga fue con las instituciones de control del Estado: Corte de Cuentas, Corte Suprema de Justicia, Fiscalía General, Tribunal de Ética; y ha anunciado la contribución de $2 millones para el fortalecimiento de la Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador. ¿Cómo interpretas el particular interés de la administración Biden por el combate a la corrupción en El Salvador?
El análisis de la gente de Biden y de muchos analistas aquí en Estados Unidos es que en los tres países -Guatemala, El Salvador y Honduras- hay un enlace casi directo entre la impunidad y la corrupción y la inseguridad y pobreza que inspira tanta migración. Entonces, su análisis es: sí vamos a abordar la migración tenemos que ir muy en serio contra la corrupción. Y estamos viendo, no tanto en El Salvador, pero sí en Guatemala con la salida de la CICIG y Honduras, de Maccih, una gran contra reforma a favor de la corrupción, que es bastante preocupante para muchos en el gobierno de Biden. Por eso cuando hablan de su nuevo paquete de ayuda, la anticorrupción es lo que mencionan primero, antes de la seguridad y la economía, ese es realmente su eje principal.
Entiendo eso, pero en Guatemala no hubo un especial énfasis en el combate a la corrupción. Allá en Guatemala, se enfatizó en hablar con representantes del Congreso y de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para garantizar una corte independiente, que es de alguna manera la disputa política existente en ese país. En El Salvador se reunió con actores de sociedad civil e instituciones que controlan los recursos del Estado además de dejar $2 millones para combatir la corrupción. Ahí hay un especial énfasis.
Es por eso, no los veo reunidos mucho con presidentes o ministros de los Ejecutivos, los veo reunidos con entidades de control y del sistema de justicia, hablo de oficinas que están fuera de la línea de mando del presidente. Hablamos de quienes, en su visión, están controlando la corrupción. Eso incluye a los medios de comunicación y las oenegés que denuncian casos de corrupción. Entonces, es un gran apoyo para ellos pero no tanto para los presidentes y los partidos tradicionales.
Otro aspecto que llamó la atención de la visita de Zúñiga a El Salvador fue que en Guatemala, él se reunió con el presidente Alejandro Giammatei y gran parte de su gabinete, de hecho en su declaración pública que hace posterior destacó que en pocas visitas diplomáticas se había logrado reunir en tan poco tiempo con tantas personalidades de un gabinete y el mismo gobierno de Guatemala lo comunicó ampliamente. En contraste, fue muy diferente en El Salvador, donde no concretó una reunión con Bukele y además el gobierno no comunicó la visita de Zúñiga. ¿Este gesto confirma una fría y deteriorada relación entre El Salvador y Washington?
Es evidente que hay una relación deteriorada entre El Salvador y Washington D.C. Y es evidente que Bukele no está buscando repararla, creo que Bukele sigue enojado por la visita sorpresa que hizo a Washington durante las primeras semanas del gobierno de Biden, cuando nadie lo recibió; y también está resistiendo la idea de que El Salvador es parte de algún triángulo norte, como lo ha dicho muchas veces en Twitter. El cree que El Salvador es un país a parte y como el título de Zúñiga es Enviado especial al Triángulo Norte, él no quiere recibir a ese enviado. Yo discuto eso y podemos hablar de eso, pero de ahí creo que viene esa actitud tan fría del presidente Bukele. Pero sí es cierto, nunca he vista tan poco amistosa, enojada o distante esta relación bilateral (entre ambos países).
Tu decías que el presidente Bukele ha buscado separarse de esta idea de formar parte de una región llamada Triángulo norte de Centroamérica, pero Bukele y su administración lo justifica diciendo que la incidencia de inmigrantes procedentes de El Salvador no es la que reporta Honduras o Guatemala y por ello hay que tratar de forma diferenciada las estrategias para cada país. El mismo Zúñiga y funcionarios de la administración Biden reconocen que este momento El Salvador no está enviando una importante cantidad de migrantes a la frontera sur estadounidense. ¿Esto podría representar una política mucho más benevolente hacia El Salvador por parte de Washington D.C.?
Bukele tiene algunos puntos pero yo no estoy de acuerdo. Es cierto que El Salvador tiene una población que no crece tanto con respecto a la de los otros países; que El Salvador tiene más crecimiento económico y que hay menor migración que en los otros dos países, pero no es radicalmente menor. En este momento, cada 24 horas llegan dos niños salvadoreños no acompañados a la frontera sur. Fueron 1, 500 en el mes de marzo y sigue igual ahora mismo. Tengo los números acá: 194 guatemaltecos por cada 100 mil habitantes de Guatemala fueron detenidos en la frontera con Estados Unidos…
… Y 146 salvadoreños…
¡146 salvadoreños no es una diferencia tan radical…! Es menor, pero no drásticamente menor.
Ha llamado la atención que en el marco de la visita de Zúñiga a nivel interno se dio la destitución de su ministro de Agricultura y Ganadería. Si bien es un tema muy doméstico, este funcionario fue señalado, por instituciones de control y medios nacionales, de irregularidades en compras de alimentos durante la pandemia. ¿Consideras que este movimiento también podría responder a alguna de estas listas que se están generando en Washington con el objetivo de identificar funcionarios salvadoreños vinculados a corrupción?
Bueno, puede indicar que, por lo menos, en el gobierno de El Salvador se sabe que en los Estados Unidos se está mirando con lupa el tema de la corrupción y quieren responder a eso poniendo un ejemplo con el tema de este ministro, que es un escándalo bastante grande. No sé si están pensando exactamente en quién perderá su visa o quien perderá sus bienes en Estados Unidos. Pero sí es una coincidencia importante que esto pase en un momento en que hay visita de autoridades de Estados Unidos.
Zúñiga, en una reunión privada con medios de comunicación, señaló que el interés de Estados Unidos ahora mismo es crear oportunidades en los países del triángulo norte para que los centroamericanos no migren. Sin embargo, esta declaración es la que se repite en todas las administraciones presidenciales de ese país norteamericano. ¿Identificas alguna estrategia novedosa para contener el flujo migratorio.
Pues sí y no. La primera vez que escuchamos este argumento en serio fue en 2014, cuando llegó la primera ola de niños no acompañados. En ese momento se creó un paquete de ayuda de $750 millones de dólares para 2016, que más o menos se repitió para 2017 y 2018. En ese año, el presidente Trump se enojó con los líderes de la región porque estaban llegando tantos migrantes. ¿Qué hizo? Canceló y congeló mucha de esa ayuda. Entonces, nunca aprendimos si esa ayuda realmente iba a funcionar porque estaban empezando los programas de prevención de la violencia y de generación de trabajo; y la cosa se recortó. ¡Perdimos años! Es bastante posible que van a tratar de reiniciar muchos de los mismos esfuerzos que iniciaron antes de Trump.
Pero esta vez las grandes diferencias que veo son dos cosas. Primero, están tratando de trabajar menos con Estados, esquivando un poco a los presidentes; y trabajar más con oenegés, sociedad civil y sector privado. Y segundo, hacer llegar parte de esta ayuda de una manera muy rápida, como si toda la región acabara de pasar un desastre natural: haciendo llegar comida, haciendo llegar empleos, aunque no sean los que necesita el mercado; cosas así que tienen un impacto rapidísimo para que la gente sienta una diferencia ahora mismo.
Entiendo, lo que dices que ahora parte de la estrategia es identificar organizaciones de la sociedad civil como un mecanismo para que la ayuda llegue de forma rápida. Pero puede ser un desafío que puede generar una repercusión negativa porque, quien finalmente ejecuta políticas públicas es el Estado y no las organizaciones. Es el primero quien debe garantizar que no haya pobreza y que haya empleo. ¿Crees que dejar de apoyar a los gobiernos directamente es la estrategia más correcta, cuando al final es el Estado quien tiene mayor incidencia en el cambio de la vida de los ciudadanos?
Ese es el balance más difícil. Yo nunca quisiera tener el trabajo de Ricardo Zúñiga, en este momento, porque tiene que tratar de buscar crear oportunidades, acabar con la corrupción y alentar a la gente, pero creo que no ven, en este momento, que muchas de las elites, los ministros y los partidos políticos… Se ha escuchado de la boca de Juan González asistente del presidente Joe Biden y director principal para el hemisferio occidental del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, esa frase: “Elites predatorias”. Entonces están esquivándolas mientras se relacionan con ellas, y claro que van a darles algo de recursos a ellos pero hay un problema de confianza, especialmente después de los últimos años de debilitamiento de los esfuerzos anticorrupción y en el caso salvadoreño de debilitamiento de las instituciones democráticas, que implica que, aunque se vayan a relacionar con ellas, se van a sacar fotos y serán muy cordiales, hay una falta de confianza que es innegable y que hace muy difícil el trabajo de Zúñiga.
¿Al final de cuentas el apoyo iría también, de alguna manera , en tratar de cambiar o reforzar al sistema político y a los actores políticos para generar mayor confianza en el futuro?
Bueno, sí el problema es las “Elites predatorias” van a necesitar que las entidades de poder sean más inclusivas, que incluyan a más gente que no está robando y que son proclives a la reforma. Cuando vemos a Zúñiga en fotografías con muchos oficiales de rango medio, con (representantes de) oenegés, tal vez con periodistas. Esas fotos son realmente uno de los mensajes más importantes que quiere transmitir.
Tienes las cifras, crees que los anuncios en política migratoria de la gestión Biden de alguna manera relajaron los temores de los migrantes centroamericanos generando una nueva presión en la frontera sur. ¿Crees que existe otro mecanismo que no sea la política del miedo y la disuasión que impulsó Trump -que de alguna manera generó resultados, aunque también fue en pandemia- para evitar la migración?
Lo cierto es que el gobierno de Biden, durante el mes de marzo, expulsó en cuestión de horas a 61% de todos los migrantes. Hemos visto la cifra de 170 mil migrantes; es más, 100 mil pasaron hora y media en Estados Unidos y fueron empujados a México, ¡adiós!
No ha cambiado toda la cosa pero sí hay una presión: porque salió Trump y viene alguien más suave y muchos creen que es la hora de migrar. ¿Cómo de funcionar en lugar de amenazar y espantar para que no vengan? Pues, tenemos un sistema de asilo y casi todos los menores y mujeres, y algunos de los hombres solteros, que vienen a la frontera buscan a la patrulla fronteriza para que los detengan y solicitar asilo.
Y en muchos casos, si no son expulsados son liberados dentro de Estados Unidos para seguir el procedimiento de asilo en una Corte de inmigración. Estas cortes, con más o menos 520 jueces, ahora tienen 1.3 millones de casos por decirse y más o menos la mitad son casos de asilo. Entonces, uno espera tres o cuatro años por una decisión de asilo y pasan este tiempo viviendo de alguna manera legalmente en Estados Unidos, aún si no tiene un buen caso de asilo. Una clave aquí es agilizar ese proceso, contratando más jueces y dando a los oficiales de asilo más capacidad de decisión para que un solicitante tenga su fallo en cuestión de meses y no de años. Si yo solo puedo quedarme unos meses y al no calificar a un asilo me devuelven, no voy a prestar $10 mil para que un coyote me traiga.
“En Estados Unidos tenemos que reconocer que vivimos un momento de movilidad humana casi sin precedentes en toda la región. México recibió en marzo 90 mil solicitudes de asilo. No solo es Estados Unidos.”
Adam Isacson, Director para veeduría de WOLA
Estamos en un momento especial en el que tenemos que ajustar nuestros sistemas, diseñado para una población de hombre solteros, a esta nueva demanda de familias enteras solicitando protección, para poder procesarlas de forma mucho más humana y eficiente. Y si hacerlo significa que vendrán muchas familias de una vez y el resultado será que, por la dificultad de sacar asilo, muchos serán devueltos en menos de un año sí el sistema está funcionando con los recursos burocráticos que necesita.
Siempre se habla de los mensajes y anuncios que paga el gobierno estadounidense en los países del triángulo norte diciendo: “No venga, ¡Es peligroso¡, ¡Vas a morir en el desierto!”, “¡Te van a robar”, etcétera. Pero si usted vive en San Pedro Sula, Honduras, ya es peligroso ahí. Pero si los anuncios dijeran: “Es muy complicado hacer el proceso de asilo. Usted probablemente no va a calificar porque hay que probar esto, esto y esto; y necesita llenar este formulario y un abogado”, contar todo lo complicado, que fueran más informativos y toda la verdad, tal vez convencería a muchos más de no hacerlo porque realmente sacar el asilo no es tan fácil.
¿Esto que propones has tenido la oportunidad de decirlo con personas que toman las decisiones de este tipo en la administración Biden?
Bueno, es algo que hemos conversado mucho con los miembros de las comisiones del Congreso que financian estos mensajes y ahora, con el gobierno de Biden, es algo que estamos muchas veces proponiendo. Esto es algo que se moverá despacio porque los que se oponen a hacer esto van a decir: “Ustedes le están dando una guía de como usar el asilo y cómo manipular la maquinaria del asilo”, lo que se llama coaching en inglés. Y tenemos que convencerlos de que no es así, sino que es un mensaje más contundente.
¿Ves un cambio sustancial en el tratamiento o enfoque de derechos humanos de la población migrante en la gestión Biden con respecto a la de Trump?
El hecho de que se está expulsando a casi todos los adultos y la tercera parte de las familias, nos indica que no. Están expulsando gente bajo el pretexto de la pandemia de Covid-19 sin importar si están buscando protección o no. Eso no es un gran cambio. El mayor cambio es que están recibiendo de nuevo a niños no acompañados y que muchas de las familias están siendo liberadas o dejadas en Estados Unidos, así como vemos más gasto en las necesidades humanitarias, especialmente, de los niños mientras están en custodia de la Patrulla Fronteriza.
Seguimos escuchando quejas de maltratos y abusos menores de agente de la patrulla usando palabras racistas u otras arengas contra los que están detenidos. Los centros de detención especialmente para adultos siguen siendo bastante feos.
“Sí ha habido un cambio de tono y de trato hacia algunas poblaciones, como los menores, pero el sistema no ha cambiado dramáticamente en los últimos días.”
Adam Isacson, Director para veeduría de WOLA
Pareciera ser que ese es un consenso entre los dos partidos políticos independientemente quién gobierna: el freno al migrante evidentemente es como una política de más alto nivel. Incluso, designar a la vicepresidenta Harris a esto dice bastante. ¿Eres conservador en el sentido de que no veremos un cambio sustancial de la política migratoria de la gestión Biden o pasará algo “sobrenatural” que permita finalmente darle una protección adecuada a los migrantes?
Soy más optimista, el gobierno de Biden no logrará cambiar muchas leyes pero si va a hacer mucho para adaptar el sistema a una población que busca asilo.
“Creo que seremos un país que recibirá mejor a las personas y adjudique casos de asilo, en lugar de solo maltratarlos y deportarlos.”
Adam Isacson, Director Para Veeduría De Defensa (WOLA)
Pero la ecuación política sigue siendo bastante difícil. En el Partido Republicano no quieren migrantes, están felices con expulsar niños solos y todo, con separación de familias y cualquier cosa. Mientras que en el Partido Demócrata hay una división entre los que son muy progresistas que son más abiertos a este nuevo flujo de migrantes de nuestro hemisferio y muchos que vienen de distritos que tienen más inclinación hacia los republicanos y tienen posibilidad de perder su escaño el próximo año, que son mucho más cautelosos y están menos propensos a hacer un cambio tan dramático. Hay que convencer a estos demócratas moderados si realmente quiere verse un cambio.
Me queda claro que la política doméstica Estados Unidos dicta su política exterior.
Bueno, podríamos estar hablando de la política antidrogas, de armas y, por supuesto, de migración. Realmente tiene mucho que ver. Y ayuda un poco que nuestra economía está creciendo y está a punto de crecer de una manera rapidísima, eso significa que hay mucha demanda de empleo.