La soberanía ciega de Sheinbaum
La presidenta mexicana ha salido a defender la honra de los mexicanos antes los ataques de Donal Trump, destacando la valentía de quienes deciden migrar. El gesto, aunque patriótico, devela una ceguera irresponsable de parte de Claudia Sheinbaum quien pretende disfrazar de honor el abandono de Estado.
Por Chantal Flores
Jason Peña, un adolescente residente de Chicago, planeaba celebrar su cumpleaños número 14 con algunos miembros de su familia paterna en un pueblo de Durango, México. Sin embargo, dos días antes, el 27 de diciembre, la camioneta en la que viajaba junto a otros familiares fue acribillada a balazos mientras circulaban por una carretera en el municipio de Santiago Papasquiaro. El padre del menor y su tío, ambos ciudadanos estadounidenses, y un familiar mexicano murieron en el ataque. Jason fue trasladado en estado crítico a un hospital en Texas tras recibir un disparo en la cabeza.
Unos días después de que circulara la noticia, la presidenta Claudia Sheinbaum defendió con orgullo a los mexicanos migrantes. En un discurso aplaudido por su tono soberano frente a Estados Unidos, la mandataria celebraba la valentía de quienes se ven obligados a abandonar México. Una soberanía vacía ante la realidad de que el gobierno mexicano no ha podido ofrecer a sus ciudadanos las condiciones para una vida digna en su tierra.
El asesinato del padre y el tío de Jason no es un caso aislado. Desafortunadamente, algunos ciudadanos estadounidenses de origen mexicano han perdido la vida debido a la violencia que persiste en el país. Aquello de lo que muchos mexicanos huyeron, termina persiguiéndolos durante sus cortas visitas a su lugar de origen.
La pérdida del hogar, la separación de familias y el trauma de sobrevivir a la violencia son algunos de los efectos más devastadores de la migración de los que poco se habla y que el gobierno mexicano se rehúsa a reconocer en su verdadera dimensión. Las declaraciones de Sheinbaum en respuesta a las constantes amenazas, ataques y críticas de Donald Trump a días de asumir su segundo mandato han sido aplaudidas por su postura firme en defensa del pueblo mexicano, desafiando la postura tradicional de gobiernos anteriores de ceder ante las presiones del país vecino. Las palabras de la presidenta, sin embargo, son más bien reflejo de una soberanía ciega que ignora los principales motivos que obligan a miles de personas a dejar el país año con año.
Los mexicanos son el mayor grupo de inmigrantes en Estados Unidos. Según las estimaciones más recientes, aproximadamente un 45 por ciento de los más de 11 millones de personas sin estatus legal en el país son de origen mexicano. Una de las grandes preocupaciones ante la llegada del presidente electo Donald Trump son las deportaciones masivas. Ante esta situación, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió defendiendo a las y los migrantes mexicanos, afirmando: “Y si migraron fue porque son personas valientes que decidieron ir a buscar mejor destino para sus familias”.
Sus palabras durante un evento en el estado de Puebla resonaron principalmente por su postura soberana. Sin embargo, sus palabras también pusieron de manifiesto una de las grandes contradicciones del gobierno de la 4T: el pueblo al que supuestamente se dedica es el que continúa viéndose obligado a abandonar su lugar de origen por la falta de oportunidades económicas o por la incesante violencia, o ambas. Mientras la presidenta defiende a los migrantes mexicanos en el extranjero, el gobierno mexicano no logra garantizar las condiciones necesarias para que las y los mexicanos puedan vivir dignamente en su propio país.
A mediados de diciembre, más de 5 mil vehículos con aproximadamente 20 mil mexicanos que radican en los Estados Unidos cruzaron a México para celebrar las fiestas decembrinas con sus familias. La caravana es organizada por grupos migrantes para garantizar un viajar seguro hacia sus estados de origen, como Querétaro, Guanajuato y San Luis Potosí. A pesar del tiempo que han pasado lejos de su país, los ‘paisanos’ son conscientes de los riesgos que implica viajar por las carreteras del país, como robos, extorsiones y otros delitos, especialmente por ser vistos como mexicanos que suelen traer consigo remesas. Por lo cual, la única forma de poder atravesar el país de una forma segura es acompañados.
La noticia del ataque a Jason y su familia captó la atención de los medios de comunicación, principalmente por su residencia estadounidense. Estos casos, en los que migrantes mexicanos o estadounidenses de origen mexicano pierden la vida o desaparecen en México, logran atravesar la normalización de estos crímenes y llegar a las noticias. En abril de 2023, por ejemplo, conmocionó al público la desaparición y posterior feminicidio de Bionce Amaya Cortez, una joven residente de Texas, de origen mexicano, que viajó a China, Nuevo León, durante las vacaciones de Semana Santa. Ese mismo año, en la misma región, se reportó la desaparición de otras tres mujeres residentes de Texas. Hasta el día de hoy no han sido localizadas.
En los últimos 15 años, casi 400 mil personas han sido desplazadas forzadamente de sus hogares debido a la violencia. El pasado 12 de enero de 2025, cientos de indígenas tzotzil y tzeltal marcharon en Chiapas, en el sureste mexicano, para exigir justicia por el asesinato del sacerdote Marcelo Pérez y demandaron al gobierno federal el retorno seguro de las personas desplazadas por la violencia de los grupos criminales. El desplazamiento interno en el país es un problema complejo con múltiples causas, que incluyen desde desastres naturales y megaproyectos hasta la violencia generada por grupos armados y la creciente presencia del crimen organizado.
La marcha del 12 de enero en Chiapas refleja la grave situación de desplazamiento forzado que viven muchas comunidades en el país, especialmente aquellas afectadas por la violencia de los grupos criminales. Algunas personas logran moverse hacia las cabeceras municipales o a las ciudades principales del país, o inclusive cruzar hacia Estados Unidos. Otras continúan en el limbo esperando una respuesta del gobierno.
No basta con defender al pueblo con palabras mientras este permanece expuesto y desprotegido ante la violencia. Urge que el gobierno mexicano se atreva a ver hacia dentro antes de ver hacia afuera. No se puede hablar de un pueblo soberano e independiente cuando los grupos criminales operan con impunidad y disputan el control territorial sin que el Estado intervenga.
El territorio mexicano clama por un análisis profundo y contextualizado que permita comprender las dinámicas particulares de violencia que afectan a cada rincón del país y su gente. Y es tiempo de que el “gobierno del pueblo” vea al pueblo como realmente es. La retórica de defensa del pueblo suena hueca cuando la realidad muestra a los ciudadanos atemorizados por la violencia, perdiendo oportunidades económicas, obligados a abandonar sus hogares como única salida. De poco sirve el reconocimiento por su valentía al buscar mejores condiciones de vida si el gobierno no reconoce abiertamente las causas profundas —empezando por la violencia— que obligan a la gente a huir. Sólo cuando el gobierno mexicano se atreva a realizar un análisis profundo de la situación interna, identifique los problemas estructurales y los reconozca públicamente, se podrán trazar nuevos caminos donde haya coherencia entre el discurso y las acciones.
Este artículo forma parte de Redactorxs Regionales, un proyecto de opinión de la Redacción Regional, del cual FOCOS forma parte, para rescatar el debate y analizar los desafíos, retos y oportunidad de las mujeres y la población LGBTIQ+ en Mesoamérica.