Lady Drag: ícono de la resistencia contra Bukele
Lady Drag, la icónica e irreverente figura que ha abanderado las marchas ciudadanas de descontento contra el gobierno del presidente Nayib Bukele, constituye para muchos salvadoreños, particularmente los más jóvenes, un símbolo de disidencia y resistencia artística contra el avance de las políticas autoritarias del oficialismo.
“La Lady” como le llama con una especial consideración su creador, Marvin Pleitez, un fisicoculturista y artista escénico destacado en las tablas del teatro y de la danza contemporánea, nació en 2007, catorce años antes de su debut en las calles en las que ahora se le puede ver enarbolando mensajes políticos y criticando tenazmente a la que denomina una “generación cobarde”.
Con sus intervenciones, Lady Drag busca crear conciencia social para despertar a una generación valiente en tiempos en los que “el poder pretende intimidar con el miedo”, nos dice.
Sin mayores recursos que los propios y con el acompañamiento de unas pocas personas de confianza, construir a este personaje referente de la protesta social representa un esfuerzo de muchas horas de dedicación y trabajo, que se extienden más allá de su mera presencia en las calles. Se trata de conceptualizar, producir y vivir a “la Lady” antes de cada puesta en escena.
Focos acompañó el proceso de construcción y destrucción de Lady Drag, antes y después de su aparición pública en las calles de San Salvador, en las que portando un atuendo formal color cyan y un cartel que plasmaba el mensaje: “Los traicioné”, marchó el pasado domingo 17 de octubre junto a miles de salvadoreños.
Son las 10:30 de la noche del sábado 16 de octubre de 2021, faltan 10 horas para que la Lady inicie su intervención artística. Recogemos a Marvin en su casa y, mientras recorremos las calles de San Salvador en dirección al lugar donde lo maquillarán, nos cuenta que su día ha sido pesado. Desde muy temprano salió a comprar con su propio dinero algunos artículos para la construcción de su personaje: las pestañas, el maquillaje, la joyería, los zapatos…“Son muchos detalles”, nos dice. Además de las compras ha tenido un ensayo teatral para la función que tiene la próxima semana. Esa tarde también fue al gimnasio y, para ese momento de la noche, se siente exhausto físicamente. Antes de su aparición en la marcha, apenas podrá dormir unas horas, pero no parece importarle.
Desde que se convirtió en un ícono de la resistencia contra el Gobierno de Nayib Bukele en las manifestaciones ciudadanas de los últimos dos meses, Marvin se ha acostumbrado a tratar con medios. Con entusiasmo, nos cuenta que además de nosotros, tres medios internacionales le han solicitado una entrevista a primera hora del domingo, previo a la marcha. “Quieren que les comente sobre el bitcoin y que les hable más sobre la Lady”, explica.
Una semana antes de este encuentro, contactamos a Marvin para contarle sobre la propuesta de cobertura y el interés de Focos por acompañarlo en su metamorfosis. Al momento de esa conversación, había recibido la llamada de al menos 12 medios nacionales e internacionales expresándole la misma intención por cubrir su historia. “Me llama mucho la atención y me alegra el interés de los medios por la Lady”, dice sonriente y orgulloso de su creación.
Son las 10:50. Llegamos a la primera estación de su largo proceso de transformación. El lugar es un edificio de dos plantas que, a primera vista, parece vacío. “Este es un club clandestino para los gays, este es el lugar en el que mi amiga me maquillará”, nos aclara. Al acercarnos, advertimos que en la planta de abajo funciona un bar. Marvin saluda efusivamente a las personas en la entrada del club y sube directamente a la segunda planta del edificio, donde se ubica un apartamento que está organizado a manera de camerino: paredes blancas y luces fuertes, sin más mobiliario que el necesario para atender a la clientela.
En el salón, nos encontramos con Candice, una drag queen salvadoreña, ganadora de diversos premios y reconocimientos en concursos de belleza drag. Candice, a pesar de no salir a las marchas, es una pieza fundamental en la construcción de Lady Drag, es la maquillista detrás de los detalles pronunciados en el rostro de Marvin que dan vida a este personaje.
Candice está a medio andar en su producción, pero antes debe terminar de maquillar a otras drags. Se le nota el agotamiento; ha sido una jornada maratónica y aún falta. Está terminando de producir a otra drag que esa noche lucirá de traje púrpura y peluca negra, interpretando a la popular “reina del tex-mex”, Selena Quintanilla, en algún bar de la nocturna San Salvador. “¿A qué hora termina el evento?”, le pregunto. “Hasta que me acabe la última cerveza”, responde y ríe.
Marvin se prepara para ser intervenido artísticamente. El primer paso antes del maquillaje es limpiar el rostro. Luego, debe rodear su cabeza con cinta adhesiva de embalaje, como si se tratara de una banda para el cabello, para estirar la piel y ajustar la peluca. Mientras este proceso se lleva a cabo, el artista detrás de Lady Drag se abre para hablar de su vida personal caracterizada por la violencia y el abuso familiar, el asedio de las pandillas y la firme determinación por seguir adelante a pesar de las adversidades y los miedos.
Son las 6:30 de la mañana del domingo 17 de octubre. La marcha está convocada a las nueve en el Parque Cuscatlán. Marvin, de pierna cruzada, maquillado como Lady Drag, se toma un café en su casa, mientras tararea la música de fondo. En su lista de reproducción esa mañana suena “A mi manera” interpretada por la española Isabel Pantoja. “Esta música me permite entrar al personaje, me encantan los mensajes que proyectan estas canciones”, explica con una enérgica motivación mientras dos fotoperiodistas internacionales le retratan los detalles de su maquillaje.
Mientras se coloca unos aretes largos y llamativos, Marvin espera la llegada de otra persona clave en el montaje de Lady Drag. Es una amiga cercana, quien le ha acompañado en las últimas marchas y quien le ayuda a entrar en el papel. La cómplice de Marvin entra a la casa con confianza y con diligencia comienza a trabajar. Sabe bien lo que tiene que hacer. Ha llegado el momento de vestir a Lady Drag.
El ambiente se torna estresante, los fotógrafos de agencia internacional que han llegado a cubrir la transformación de Marvin abren espacio porque a mitad de la sala nuestro protagonista camina de un lado a otro, mueve bolsas, sacando y metiendo cosas, buscando los complementos de su traje.
Finalmente, se para frente al espejo mientras se acomoda una licra negra. Luego, vienen las esponjas que, según nos explica, le aportan volumen para lucir caderas bajo la vestimenta que utilizará para interpretar al personaje que ha elegido “draguear” en esta ocasión: El presidente de la República, Nayib Bukele. “Por eso me dejé la barba y el bigote, si no, hubiera sido más fácil maquillarme”, comenta. La irreverente interpretación de esta mañana va tomando forma mientras las cámaras se posan sobre ella a medida que el personaje va cobrando identidad.
La idea de interpretar a este “Nayib Drag” tiene como inspiración un sentimiento de traición. De ahí que uno de los complementos del disfraz sea un cetro con la leyenda “Los traicioné”. Bukele burló a sus votantes, dice Marvin, quien confiesa haber cuidado urnas para Gana en las elecciones presidenciales de 2019; también burló a la comunidad LGBTIQ, a la que, como candidato prometió una política inclusiva y, como presidente, ha rechazado rotundamente.
Con ayuda de su amiga, Marvin se pone una camisa blanca, un saco color cyan que pretende aludir al traje del mandatario; unos guantes negros y joyería brillante, los últimos toques para dar cierto aire de “realeza” al disfraz. Finalmente, como si se tratara de una corona, termina su transformación colocando una peluca negra y gris, con un pronunciado bucle que ha cuidado mucho desde la noche anterior, para que no se arruine. Se aplica fijador de cabello y ahora sí, Lady Drag está lista.
Despampanante, sale de su casa, abre su característico abanico con los colores de la diversidad sexual y camina entaconada, segura, sonriendo y saludando a los vecinos que la reciben con un cálido ¡buenos días!
Al inicio, dice Marvin, para sus vecinos era extraño ver salir a la Lady, pero la curiosidad pudo más que los prejuicios y ahora muchos incluso le preguntan cuándo serán las próximas apariciones en marchas.
Al subir al vehículo que la trasladará hasta el Parque Cuscatlán, Lady Drag aclara que su personaje es irreverente y es justamente lo que busca provocar en las personas: retar el pensamiento. Va cantando durante su recorrido hasta el lugar de la convocatoria. “Espero que superemos el número de manifestantes de la marcha del 15 de septiembre, que la gente pierda el miedo que este gobierno ha intentado promover y se exprese en las calles”.
Finalmente, llega al Parque Cuscatlán, epicentro de la actividad ciudadana. Su entrada es triunfal. Cruza un puente rodeado del verde de la plaza, mientras familias enteras la reciben con sorpresa, la saludan y le piden fotografías. “Te sigo en Twitter”, “me gustan tus mensajes”, “eres muy valiente”, son algunas de las frases que los ciudadanos de manera espontánea le expresan a su paso en este recorrido que la llevará a encabezar la tercera protesta masiva contra las políticas gubernamentales del presidente Bukele.
La marcha ha concluido. Lady ahora está sola, en su casa. Sin la abarrotada presencia de los medios comienza el proceso de destrucción, como su artista lo denomina. Primero se despoja de los tacones que ha portado caminando bajo el sol durante más de cuatro horas, luego su peluca. “Este momento es importante”, dice, mientras se quita las pestañas.
Rápidamente se despoja de la ropa que carga y se desmaquilla. Y así, con una rapidez que parece no hacerle justicia al esfuerzo de creación, La Lady vuelve a ser Marvin Pleitez.
Marvin hace sus últimas reflexiones sentado en una silla en medio de su sala. Con un rostro agotado nos dice que esta marcha, que la fuerza de cada manifestación no puede ser medida por el número de personas que participaron en ella, sino por la consistente voluntad de una oposición que va tomando forma en las calles y que, por más que lo intente, el gobierno no puede seguir ignorando.