Menkos: Una economía que usa bitcoins es menos transparente

El Salvador se convirtió en el primer país en el mundo en legalizar una criptomoneda para su uso como dinero. Sin embargo, esta decisión, considerada por muchos como temeraria, es criticada por no ofrecer las garantías de seguridad, control y trazabilidad sobre el origen de las transacciones realizadas a través de una moneda digital.

Recientemente, el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI) ha publicado el informe titulado “Implicaciones fiscales para la adopción del Bitcoin en El Salvador” en el que sugiere que El Salvador debe suspender la entrada en vigencia de la Ley del Bitcoin hasta garantizar la capacidad legal de ejercer control y sancionar un potencial uso delictivo a través de la criptomoneda.

En una conversación con FOCOS, el director ejecutivo de ICEFI, Jonathan Menkos expresó que: “Una economía en la que se utilizan bitcoins es una economía menos transparente”. 

Desde la mirada de este especialista no existen condiciones para la implementación de la criptomoneda, porque no existen protocolos ni mecanismos que permitan saber si los bitcoins que ingresan al mercado salvadoreño son o no provenientes de actividades ilícitas como el lavado de dólares, narcotráfico, trata de personas o venta de armas. “Nos preocupa porque no hay una institucionalidad que dé certeza de lo que vaya a pasar con la utilización de esta moneda”, aseguró.

FOCOS consultó sobre esta inquietud a Jorge Cortes, especialista en tecnología y blockchain, radicado en Miami. Cortes respondió que el bitcoin, a diferencia del resto de criptomonedas asegura trazabilidad y transparencia de origen en las transacciones digitales. “El bitcoin es una moneda digital en la que todas sus transacciones son completamente transparentes y tiene la trazabilidad para ver de qué dirección a qué dirección es enviado el monto”.

Sin embargo, para poder rastrear las transacciones realizadas con bitcoins, el Gobierno deberá desarrollar capacidades nuevas de investigación que se adapten a esa tecnología.

Menkos asegura que, con la entrada en vigencia de la Ley del Bitcoin, la economía salvadoreña suma una nueva incertidumbre y un mayor riesgo a los ingresos de las personas. “Se habla sobre la convertibilidad automática e instantánea del bitcóin al dólar. Esto puede convertirse en un costo adicional para la sociedad, porque se está garantizando esta convertibilidad con dinero público, es decir, a través de más deuda. Es un fideicomiso de $150 millones que ya no se invertirán en salud, educación o seguridad”, explicó.

Actualmente la situación de las finanzas públicas salvadoreñas es preocupante. Al impacto de la pandemia y la baja recaudación tributaria, se suman las voces de especialistas que advierten que, para el cierre del 2021, la deuda pública representará el 100% del Producto Interno Bruto. 

Es en este contexto que el Gobierno de El Salvador se encuentra negociando con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un apoyo financiero de $1,300 millones, para una línea de crédito extendida a un plazo de 36 meses. Menkos considera que la legalización del bitcoin lejos de facilitar los desembolsos en préstamos que el país necesita para pagar sus cuentas este año, lo que hace es crear mayor incertidumbre en el ámbito macroeconómico, financiero y legal. “Nadie le va a prestar a El Salvador hasta entender qué quiere hacer el gobierno con el bitcóin en el futuro”.

El bitcóin fue aprobado por los diputados a iniciativa del presidente Bukele en un madrugón legislativo el pasado 8 de junio, sin participación ciudadana ni debate público previo.

 La implementación de esta moneda digital ha sido ofrecida como una oportunidad de inclusión financiera y crecimiento económico. Sin embargo, Menkos explica que del 100% de bitcoins disponibles a nivel global, el 95% está en propiedad de unas pocas manos. 

“Únicamente el 2.4% del total de dueños de bitcoins tiene la posibilidad de que suba o baje la moneda y lo pueden utilizar como un mecanismo para que ellos puedan hacerse millonarios. Por eso se cree que es una burbuja especulativa en donde hay ganadores y perdedores, como lo hubo con la burbuja inmobiliaria de 2008 y 2009 que descalabró la economía global”, señaló.

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